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viernes, 6 de agosto de 2010
Finlandia
Finlandia (nombre oficial en finés, Suomen Tasavalta; en sueco, Republiken Findland, República de Finlandia), república situada en Europa septentrional, limita al norte con Noruega, al este con Rusia, al sur también con Rusia y el golfo de Finlandia, al suroeste con el mar Báltico y al oeste con el golfo de Botnia y Suecia. Aproximadamente un tercio del país queda más al norte del círculo polar ártico. Su territorio incluye a las islas Åland, un archipiélago de cerca de 6.500 islas que jalona la costa finlandesa a orillas del mar Báltico. La extensión de Finlandia, incluyendo los 33.145 km2 de aguas continentales, es de 338.145 km² de superficie. Helsinki es la capital y la mayor ciudad de Finlandia.
Finlandia posee alrededor de 60.000 lagos, de los cuales son los mayores el lago Saimaa, el Inari y el Päijänne. Los principales ríos de Finlandia son el Torne, el Muonio y el Oulu, de los cuales solo este último puede ser transitado por grandes embarcaciones. El país es en su mayoría una llanura, con una altitud que oscila entre los 120 y los 180 metros sobre el nivel del mar. Las áreas montañosas son más frecuentes en el norte. La mayor elevación de Finlandia es el monte Haltia (1.324 m), situado al noroeste, cerca de la frontera con Noruega. El área más septentrional de Finlandia, dentro del círculo polar ártico, es conocida con el nombre de Laponia (Sápmi).
Alrededor de las tres cuartas partes de Finlandia están cubiertas de bosque. En 2005 esta superficie representaba el 66,5%. Excepto en el extremo sur, donde hay álamos temblones, alisos, arces y olmos, los bosques son principalmente de coníferas, con dominio de abetos y pinos. Finlandia posee alrededor de 1.200 especies de plantas, con abundancia de helechos y aproximadamente 1.000 variedades de líquenes. Dentro de la fauna finlandesa destaca el oso, el lobo, el lince y el zorro polar, que habitan principalmente las regiones menos pobladas del norte. Los escasos renos salvajes (pues en su mayoría han sido domesticados por el pueblo lapón) constituyen una de las 25 especies en peligro de extinción. Los ánades salvajes, los cisnes, las perdices nivales, las calandrias de las nieves y los chorlitos dorados se encuentran por todo el norte de Finlandia. Entre los peces de agua dulce destacan la perca, el salmón, la trucha y el lucio, y de agua salada, el bacalao, el arenque y el róbalo. Además, se pueden encontrar focas a lo largo de sus 1.126 km de costa.
Debido a la influencia moderadora de las masas de agua que rodean Finlandia, su clima es considerablemente menos severo de lo que corresponde a su latitud. La temperatura media de julio a lo largo de la costa sur es de 15,6 ºC, y la de febrero de 8,9 ºC. Las precipitaciones medias (incluyendo nieve y lluvia) oscilan entre los 460 mm recogidos en el norte y los 710 mm del sur. La nieve cubre el suelo durante cuatro o cinco meses al año en el sur y durante unos siete meses en el norte.
La población es de origen escandinavo-báltico. Más del 93% de la población habla el finés y un 6% habla sueco, principalmente en las islas Åland. El extremo norte está habitado por unos 2.500 lapones; otros grupos minoritarios suponen menos del 1% de la población total. A pesar de que la minoría sueca está descendiendo en número, los suecos en Finlandia tienen su propio partido político, sus propias escuelas y otras instituciones propias.
Finlandia cuenta con aproximadamente un 61% de población urbana. El finés y el sueco son los idiomas oficiales. El finés es una lengua ugrofinesa. El sueco se habla principalmente en los distritos del oeste y suroeste, así como en las islas Åland. El idioma saami o lapón se considera un dialecto del finés. La Iglesia evangélica luterana de Finlandia es el principal culto del país y sus miembros suponen alrededor del 90% de la población; en cualquier caso se garantiza la libertad de culto. La Iglesia ortodoxa, todavía considerada como culto nacional, ha sufrido un fuerte descenso en el número de sus fieles desde finales de la II Guerra Mundial.
En 1997 el producto interior bruto, según estimaciones del Banco Mundial, fue de 210.652 millones de dólares, lo que equivale a 40.000,10 dólares per cápita. La riqueza actual de Finlandia y la naturaleza de su economía altamente industrializada contrastan marcadamente con la situación de 1945. La II Guerra Mundial dejó Finlandia con importantes problemas económicos, en especial una elevada inflación, desempleo y una desfavorable balanza comercial. Posteriormente, el sector industrial se expandió rápidamente, en particular para satisfacer la demanda de la antigua Unión Soviética. A finales de la década de 1960 la industria utilizaba más empleados que la agricultura y la silvicultura juntas, aunque la industria de transformación de la madera sigue siendo la espina dorsal de la economía, aportando alrededor del 40% de los ingresos por exportación. La balanza comercial mejoró significativamente en el periodo de tiempo transcurrido hasta 1989. Excepto las empresas destinadas para el uso público, la industria y los negocios son de propiedad privada. Sin embargo, el gobierno ejerce un control considerable sobre la economía a través de numerosas regulaciones. El gasto medio presupuestado para el periodo 1990-1994 fue de 36.400 millones de dólares; y los ingresos, para el mismo periodo, de 35.900 millones de dólares. Los ingresos totales en 2006 fueron de 80.587 millones de dólares; y los gastos, en el mismo año, de 74.189 millones de dólares.
La unidad monetaria es el euro (el 2 de enero de 2002, un euro se cambió a 0.9038 dólares estadounidenses). Desde el 1 de enero de 1999, el euro se vinculó al valor del marco finlandés (markka), con un cambio fijo de 5,94573 markkas por euro. El Banco de Finlandia, establecido en 1811, es el banco central y el único que puede emitir moneda. En 1992, Finlandia tenía 10 bancos comerciales con 882 sucursales, 41 cajas de ahorro con más de 885 sucursales y 318 bancos en régimen de cooperativa con 1.006 filiales. Desde 1976 el gobierno ha mantenido un riguroso control del mercado financiero como parte de los exitosos esfuerzos por controlar la inflación.
Los primeros vestigios de población humana en Finlandia datan de 8.000 años a.C., cuando finalizó la última de las glaciaciones. Los primeros cazadores y recolectores llegaron probablemente procedentes del Este. La producción de un tipo de alfarería caracterizó otra cultura de la edad de piedra (que comenzó aproximadamente en el año 3000 a.C.) conocida como la cultura de la cerámica peinada, cuyos miembros tenían varios orígenes. A ésta le sucedió la cultura del hacha de guerra (1800 a.C.), traída a Finlandia por los indoeuropeos de las regiones bálticas más meridionales; este pueblo conocía la navegación e introdujo la agricultura. La mezcla del pueblo de la cultura del hacha de guerra y los anteriores moradores dio como resultado la denominada cultura Kiukainen (1600 a.C.).
La edad del bronce comenzó en Finlandia alrededor del 1300 a.C. Durante los primeros siglos de la era cristiana, Finlandia recibió a un pueblo procedente del este y sur de Estonia, que hablaba una de las lenguas ugrofinesas. Este periodo viene marcado por el comienzo de la edad del hierro.
Durante la era de los vikingos, los fineses estuvieron expuestos a influencias orientales y occidentales. Los vikingos de Suecia utilizaban las islas Åland (colonizadas por los suecos en el siglo VI d.C.) como base en sus viajes de saqueo y comercio tanto con Rusia como con el mar Negro. Aunque los fineses no participaban en las expediciones vikingas, se beneficiaban del contacto y de las colonias comerciales que establecieron los comerciantes suecos y godos en su país. A finales del siglo XI, tres tribus finesas se habían extendido al norte del paralelo 62: los fineses propiamente dichos en el suroeste, los tavastianos en el distrito de los lagos interiores y los carelios en el este. El pueblo lapón también vivía en la región virgen del norte. No existía un Estado unificado.
A partir del siglo XII, Finlandia constituyó un elemento de rivalidad, tanto religioso como económico, entre Suecia y Rusia. La Iglesia ortodoxa de Rusia y la católica de Suecia promovieron la conversión de las tribus finesas al cristianismo, en un proceso que comenzó en el año 1050 y duró hasta el 1300. El pueblo lapón se convirtió al cristianismo en una fecha más tardía.
Según la tradición, el papa de origen inglés Adriano IV se enfrentó en 1155 al rey sueco Erik con un numeroso ejército al cruzar el mar Báltico. Su ambición no era solamente la de convertir a los paganos, sino que también tenía fines económicos y políticos. El rey Erik derrotó a las tribus finesas, pero no pudo conseguir que su conquista fuera permanente. Un clérigo inglés, Henry, que había sido obispo de Uppsala en Suecia, se estableció en Finlandia. Al año fue asesinado, por lo que se le declaró santo patrón de Turku y de todos los fineses.
Una bula papal de 1172 proponía que Suecia se defendiera de Finlandia construyendo fortalezas y dotándolas con guarniciones permanentes. Al mismo tiempo, los suecos dominaron a los fineses y a los tavastianos, se hicieron con el control del comercio exterior finlandés y establecieron el catolicismo como religión dominante. A partir del establecimiento de una sede episcopal en Turku en 1209 (en 1249 se fundó allí un monasterio dominico), la Iglesia católica adquirió firmeza. En 1216 el papa confirmó el derecho sueco sobre las tierras de Finlandia que había conquistado y sobre los territorios de misiones del este y del norte. Birger, un jarl o conde sueco, dirigió una cruzada en 1242 y construyó una fortaleza en Tavastia (Hame en la actualidad), en el centro de Finlandia, como protección contra las incursiones militares y comerciales de los rusos ortodoxos. Cuando el gobernador de Nóvgorod en Rusia invadió de nuevo Tavastia en 1293, los suecos enviaron un ejército para tratar de conquistar toda Carelia hasta el río Neva. Las luchas duraron hasta 1323, año en que el Tratado de Pähkinäsaan marcó el límite entre las áreas de influencia sueca y rusa y consideró Finlandia parte del reino sueco.
En 1362 se integró a los fineses dentro de la monarquía sueca, con los mismos derechos que el pueblo sueco. Cuando la reina Margarita I estableció la Unión de Kalmar en 1397, Finlandia entró de lleno en las políticas dinásticas de los países escandinavos. Durante los siglos XV y XVI, la nobleza sueca, que exigió al pueblo grandes tributos, administró Finlandia como feudo. En estos siglos hubo una fuerte colonización sueca —granjeros, pescadores y mercaderes— en Finlandia.
El rey Gustavo I Vasa intentó instaurar reformas económicas y administrativas. En la Dieta de Västeras, en 1527, los suecos rompieron con Roma, aunque no aceptaron formalmente las doctrinas de Martín Lutero hasta varios años después. Durante esta época, la Corona se apropió de muchas tierras y propiedades finlandesas. En la guerra (1551-1557) contra el zar Iván el Terrible de Rusia, Finlandia pasó a ser un ducado sueco y feudo del futuro Juan III Vasa. En los 25 años que mediaron entre 1570 y 1595, Finlandia se vio involucrada en constantes guerras entre Suecia y Rusia.
El rey Carlos IX de Suecia (1607-1611) dirigió la administración de Finlandia desde Estocolmo. Bajo el rey Gustavo II Adolfo (1611-1632), Finlandia se convirtió en parte integral del reino de Suecia; las clases cultas adoptaron la lengua sueca. Durante este reinado, se mantuvieron largas guerras contra Dinamarca, Polonia y Rusia. La guerra con Rusia acabó con la Paz de Stlobova (1617), que llevó las fronteras finlandesas más al este, hacia el interior de Ingria.
Gran número de soldados fineses lucharon del lado sueco en la guerra de los Treinta Años (1618-1648), lo que supuso para la población una subida en los impuestos. Otra guerra con Rusia (1656-1661) ocasionó gran sufrimiento, pero finalizó sin cambios territoriales. La Reducción (devolución a la corona de las tierras concedidas a los nobles como compensación por los servicios prestados) llevada a cabo por Carlos XI benefició en parte a los granjeros fineses, pero la pérdida de las cosechas desde 1695 a 1697 causó la muerte a la cuarta parte de la población. A esto le siguieron los trágicos años de la gran Guerra del Norte (1700-1721), en la que los rusos ocuparon Finlandia (1713-1721). El Tratado de Nystad (1721) trajo el fin de la guerra. Por medio de ese acuerdo, Suecia perdió grandes áreas en el suroeste de Finlandia a favor de Rusia. Durante la guerra con Rusia (1741-1743) Suecia cedió más territorios; en otro conflicto posterior, en 1788, la situación favorable a Rusia no cambió. De todas formas, la idea de la independencia finlandesa de Suecia, alimentada por la declaración de la emperatriz rusa Isabel Petrovna de convertir a Finlandia en un Estado separado bajo soberanía rusa y por la incapacidad de Suecia para proteger sus territorios finlandeses, había comenzado a tomar forma.
Un año después de su acuerdo con Napoleón en Tilsit (1807), el zar Alejandro I atacó y ocupó Finlandia. En marzo de 1809 se autoproclamó gran duque del Imperio Ruso, pero garantizó a todos sus súbditos todos los viejos derechos y privilegios. En la Paz de Hamina (en sueco Fredrikshamn), en septiembre de ese año, Suecia cedió formalmente toda Finlandia y las islas Åland a Rusia, al tiempo que las tierras de Carelia, cedidas a Rusia anteriormente, en 1809 fueron devueltas a Finlandia.
Desde 1809 hasta 1863, Finlandia fue dirigida por un gobernador general ruso con un llamado Senado que se estableció en Helsinki, la nueva capital, y actuó como una cámara legislativa. A pesar del poder despótico que ejercían algunos gobernadores generales, la combinación de una paz prolongada y unas condiciones económicas favorables generó un aumento del progreso material y cultural del país durante las décadas centrales del siglo XIX. Después de 1820 tuvo lugar un levantamiento nacionalista entre la población, que se manifestó principalmente en un renacimiento de la lengua finlandesa. En 1863 se reunió un Lantdag (o Parlamento), que no lo hacía desde 1809, y en el mismo año la lengua finesa alcanzó idéntica categoría o reconocimiento que la lengua sueca.
Hacia finales de siglo se produjo un cambio en la política rusa tendente a frenar el creciente nacionalismo, tanto en el interior como en el exterior del país. En 1894, como parte de un intento deliberado de rusificación, se introdujo la lengua rusa en algunos asuntos estatales. Cinco años después, el poder legislativo descansaba en manos rusas y, durante los años siguientes, los ciudadanos finlandeses perdieron muchos de sus derechos constitucionales. La Guerra Ruso-japonesa de 1904-1905 frenó un poco el proceso de rusificación. La debilidad rusa, unida a una huelga nacional en Finlandia, permitió en 1906 completar la reforma del Parlamento. Se creó la Eduskunta, o Parlamento unicameral, y se estableció el derecho a voto para los hombres y mujeres mayores de 25 años; ello hizo de Finlandia el sistema parlamentario más moderno de Europa. A pesar de esto, otra ola de rusificación barrió Finlandia en 1908 y dio como resultado la Ley de los Derechos Igualitarios de 1912, que otorgaba a los rusos los mismos derechos en Finlandia que los que tenía la población finesa.
Finlandia no se vio envuelta directamente en la I Guerra Mundial (1914-1918), aunque las tropas rusas estuvieron guarnecidas en el país. Durante la Revolución Rusa de 1917, un Parlamento finlandés recién elegido aprovechó la situación y el 15 de noviembre asumió todos los poderes que antiguamente poseía el zar-gran duque. Tres semanas después, el 6 de diciembre, los finlandeses votaron a favor de una república independiente. El naciente Estado soviético no pudo evitar la independencia, pero no reconocieron la soberanía finlandesa.
La nueva república tuvo que encarar muchos problemas como el hambre, el desempleo y una economía estancada. Además, la población estaba dividida claramente entre el socialismo bolchevique y el gobierno conservador, y se crearon en el país dos ejércitos, la Guardia Roja y la Guardia Blanca.
El primer conflicto armado estalló pronto con violencia. El 28 de enero de 1918, la Guardia Roja reaccionó contra el gobierno, con el fin de expulsar a todas las tropas rusas, y tomó Helsinki y un gran número de ciudades industriales al sur de Finlandia. El gobierno huyó a Vaasa, donde el general Carl Gustaf Mannerheim organizó el contraataque. Encabezó la Guardia Blanca, y ayudados por tropas alemanas, tomaron Helsinki; en mayo la revolución ya había sido aplastada y comenzó una ola de juicios y ejecuciones que llevó a la muerte a más de 20.000 antiguos revolucionarios. En total, las luchas entre la Guardia Roja y la Guardia Blanca supusieron un coste de más de 30.000 vidas. En julio de 1919, el Parlamento adoptó una nueva constitución republicana. El liberal Kaarlo J. Stahlberg fue elegido presidente de Finlandia.
Las décadas de 1920 y 1930 se caracterizaron por una sucesión de gobiernos de coalición de partidos de derechas con el Partido Agrario, que representaba los intereses de 90.000 pequeños propietarios independientes que surgieron a raíz de la reforma agraria de 1922, que dividió las grandes propiedades. A lo largo de todo el periodo de entreguerras, Finlandia permaneció siendo un país principalmente agrario al igual que sus vecinos nórdicos. En 1918, el 70% de la población del país trabajaba en la agricultura y en la silvicultura; en 1940 todavía lo hacía el 60%. El Partido Comunista fue declarado ilegal, pero el Partido Socialdemócrata Finlandés, que participó en la guerra de independencia, hizo algunos progresos. En 1932 se firmó un tratado de no agresión con la Unión Soviética, y después de 1935 la política exterior finlandesa se orientó hacia los países escandinavos.
Al estallar la II Guerra Mundial en 1939, Finlandia se declaró neutral. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ansiosa por asegurarse las posiciones cercanas a Leningrado, pidió que Finlandia cediera cierto territorio a cambio de zonas de la Carelia soviética. Cuando los finlandeses se negaron, los ejércitos soviéticos invadieron Finlandia el 30 de noviembre de 1939, comenzando así la guerra de Invierno. Los finlandeses, dirigidos por Carl Mannerheim, contraatacaron y obtuvieron algunas victorias sorprendentes, pero el superior poderío militar soviético obligó a los finlandeses a firmar la paz. Véase Guerra Ruso-finesa.
Cuando los alemanes atacaron la URSS en junio de 1941, los finlandeses proclamaron de nuevo su neutralidad, aunque 75.000 soldados alemanes operaron desde el norte de Finlandia. El uso alemán de los territorios finlandeses dio pie a la URSS para bombardear varias ciudades finlandesas, lo que hizo que Finlandia declarara de nuevo la guerra a la URSS dejando claro que el país no era aliado de los alemanes, sino simplemente un co-beligerante. De cualquier forma, Gran Bretaña declaró la guerra a Finlandia en diciembre de 1941 y los Estados Unidos rompieron sus relaciones con los finlandeses. Después de una larga paralización de la ‘guerra de Continuación’ con la URSS, el mariscal Mannerheim fue nombrado presidente en agosto de 1944, con la misión de asegurar la paz. Se firmó un armisticio el 19 de septiembre de 1944. Finlandia cedió el área de Petsamo en el norte y la península de Porkkala en el golfo de Finlandia a la URSS. Se estableció el valor de las reparaciones de guerra en 300 millones de dólares. De todas formas, el ejército alemán se negó a abandonar el país y, tras una serie de luchas que asolaron grandes áreas del norte de Finlandia, lograron su expulsión.
El tratado de paz final con la URSS fue firmado en 1947. Se pagaron completamente las reparaciones de guerra en forma de materias primas y, tres años después, la península de Porkkala fue devuelta a Finlandia. Las nuevas relaciones con la URSS impusieron la legalización del Partido Comunista y la firma del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua (en 1948; anulado en enero de 1992).
La orientación de la política exterior finlandesa hasta el final de la hegemonía soviética en Europa del Este a principios de la década de 1990, se centró en la estricta neutralidad internacional y en relaciones amistosas con la URSS, lo que no supuso ninguna reducción de la condición de neutralidad de Finlandia. Esta política, también denominada Línea Paasikivi-Kekkonen, fue llamada así en honor a su iniciador, el presidente Juho K. Paasikivi, y por su sucesor Urho K. Kekkonen.
Quizá más que ninguna otra persona, Kekkonen dejó su impronta en la política de posguerra. Como primer ministro desde 1950 hasta 1956 (con dos breves intervalos) y presidente desde 1956 hasta 1981, suavizó la enemistad soviética con Finlandia y demostró una gran sensibilidad hacia los deseos soviéticos de que los finlandeses no se comprometieran en actividades contrarias a los intereses de la URSS. Estas relaciones fueron etiquetadas de finlandización por los observadores occidentales durante la Guerra fría. Esta postura de Finlandia no significa que fuera sirviente de la URSS, sino que por el contrario, el país mantuvo firmemente su orientación hacia Occidente y Escandinavia. Tras la disolución de la URSS, Finlandia comenzó a reestructurar la orientación de su economía y desarrolló relaciones con la Unión Europea y con las antiguas repúblicas soviéticas.
Ningún partido político finlandés obtuvo mayoría absoluta y tuvieron que gobernar en coalición. Esto contribuyó en gran medida a la fuerte inestabilidad gubernamental del país, con una media de un gobierno al año desde 1917. La mayoría de los gobiernos de posguerra fueron encabezados por dirigentes socialdemócratas y centristas. Los intentos de la URSS de influir en el proceso electoral tuvieron efectos negativos, como en 1979, cuando los conservadores ganaron a costa del Partido Comunista que le quitó votos a los socialdemócratas. En enero de 1982, el socialdemócrata Mauno Koivisto fue elegido sucesor de Kekkonen. Los socialdemócratas ganaron las elecciones parlamentarias de 1983, pero los resultados de las elecciones de marzo de 1987 les obligaron a crear una coalición gubernamental con los partidos conservadores. Fue la primera vez en veinte años, que los conservadores accedían al poder y Harry Holkeri fue el primer conservador que llegó a ser primer ministro desde 1946. El presidente Koivisto ganó fácilmente las elecciones presidenciales de febrero de 1988 para un segundo periodo de seis años.
Durante la década de 1980, el producto interior bruto experimentó un crecimiento del 4% anual, uno de los mayores de Europa occidental. A principios de la década de 1990 el crecimiento económico frenó bruscamente su ascenso, debido en parte a un desgaste serio de su comercio tras la crisis surgida por la desaparición de la antigua Unión Soviética y por la fuerte deuda exterior que suponía más del 22% del producto interior bruto. La coalición gubernamental perdió las elecciones de marzo de 1991, cuando el Partido de Centro abandonó la coalición con los socialdemócratas. Estos últimos decidieron pasarse a la oposición y el Partido de Centro, dirigido por Esko Aho, formó un gobierno de coalición con el Partido Liberal sueco, el Partido Conservador y la Unión Cristiana y comenzó a desarrollar un programa de austeridad, incluyendo recortes en las ayudas sociales, altos impuestos y restricciones de gasto para reducir así la deuda estatal. La austeridad salarial, combinada con la devaluación de la moneda para mejorar la competitividad en las exportaciones, sirvieron para que Finlandia recuperara las exportaciones perdidas por la caída de la Unión Soviética. Sin embargo, el mayor problema del programa del gobierno fue el empleo; hacia 1993 Finlandia tenía una de las mayores tasas de desempleo de Europa occidental. El descontento popular ante esta situación y los recortes en las ayudas sociales llevaron a la elección como presidente, en febrero de 1994, del candidato socialdemócrata Martti Ahtisaari. En marzo de 1992, Finlandia pidió oficialmente su ingreso en la Comunidad Europea (denominada hoy Unión Europea), que fue aprobado por el Parlamento Europeo en mayo de 1994. En octubre de ese mismo año, los finlandeses ratificaron en un referéndum, con el 57% de los votos a favor y el 43% en contra, su ingreso en la Unión Europea, que se hizo efectiva en 1995. En abril de 1995, Paavo Lipponen sustituyó a Esko Aho como jefe de gobierno. En marzo de 1999 se celebraron elecciones legislativas en las que los votantes castigaron al partido de Lipponen, que perdió 11 de sus 62 escaños. No obstante, la amplia coalición de gobierno (denominada Arco Iris), encabezada por los socialdemócratas e integrada por la Alianza Conservadora, la Alianza de Izquierda y el Partido del Pueblo Sueco, pudo renovar su mandato.
El 16 de enero de 2000 tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales: la candidata del Partido Socialdemócrata y ministra de Asuntos Exteriores, Tarja Halonen, logró el 40% de los votos, en tanto que Esko Aho, del Partido del Centro, logró el 34,4%. Halonen venció el 6 de febrero en la segunda vuelta, con el 51,6% de los votos emitidos, y Aho obtuvo el 48,4%. Halonen se convirtió así en la primera mujer que accedía a la presidencia de la República.
En los comicios legislativos que tuvieron lugar el 16 de marzo de 2003 la formación más votada fue el Partido del Centro; al mes siguiente, su líder, Anneli Jäätteenmäki, fue elegida primera ministra por la Eduskunta. En el nuevo gobierno estaban presentes el Partido de Centro (que disponía de 55 escaños en la cámara), el Partido Socialdemócrata (53) y el Partido del Pueblo Sueco (8). Sin embargo, Jäätteenmäki dimitió en junio, al saberse cómo había recibido durante la campaña electoral información secreta filtrada relativa a la política del gobierno en la crisis de Irak (sus críticas a la actuación de Lipponen en este conflicto resultaron, según los analistas, decisivas para su victoria en las urnas). En el transcurso de ese mismo mes, Matti Vanhanen, vicepresidente del Partido de Centro y ministro de Defensa en el efímero gabinete saliente, fue investido primer ministro por el Parlamento.
El 15 de enero de 2006, se desarrollaron comicios presidenciales. Las candidaturas más votadas fueron las de Halonen y Sauli Niinistö (de Coalición Nacional). Ambos se enfrentaron en una segunda vuelta el día 29 de ese mismo mes, resultando vencedora Halonen, quien certificó así su reelección para un nuevo mandato.
Las elecciones legislativas del 18 de marzo de 2007 mostraron el desgaste de los dos principales partidos de la coalición gubernamental. Si bien el Partido del Centro fue el más votado, logró 51 escaños, cuatro menos que en 2003 y solo uno más que la conservadora Coalición Nacional, que superó al Partido Socialdemócrata (cuyos 45 diputados representaban una pérdida de ocho respecto a la legislatura expirada). Por detrás quedaron la Alianza de Izquierda (17), la Liga Verde (15), los cristianodemócratas (7) y el Partido del Pueblo Sueco (9). Al mes siguiente, se formó un gobierno de coalición de centro derecha, en el que Matti Vanhanen siguió siendo primer ministro, integrado por miembros del Partido del Centro, la Coalición Nacional, la Liga Verde y el Partido del Pueblo Sueco.