Marruecos (nombre oficial, Al-Mamlakah al-Maghribiya, Reino de Marruecos), monarquía del norte de África, situada en la región del Magreb, limita al norte con el mar Mediterráneo, al este y sureste con Argelia, al sur con el Sahara Occidental y al oeste con el océano Atlántico. La frontera suroriental, en el Sahara, no está definida con precisión. En la costa septentrional, España posee las ciudades de Ceuta y Melilla, así como otros pequeños enclaves, como la isla de Alborán, las islas Chafarinas y los peñones de Alhucemas y Vélez de Gomera. Desde 1912 hasta 1956 Marruecos estuvo dividido en dos protectorados, el francés y el español. El país tiene una superficie de 453.730 km². Desde 1979, Marruecos también ocupó el Sahara Occidental (antiguo Sahara Español).
Marruecos tiene las llanuras más extensas y las montañas más altas de África del Norte. El país tiene cuatro regiones fisiográficas: una zona de tierras altas, denominada Rif, paralela a la costa mediterránea; la cordillera del Atlas, que atraviesa el país de suroeste a noreste entre el océano Atlántico y el Rif, del que la separa la depresión de Taza; una extensa región llana costera que se extiende a lo largo del océano Atlántico, enmarcada por el arco que forman el Rif y la cordillera del Atlas, y las llanuras y valles del sur de la cordillera del Atlas, que se unen al Sahara a lo largo del límite sureste del país. La mayoría de los marroquíes habitan en la llanura costera. La montaña más alta es Jebel Toubkal (4.165 m), en la cordillera del Gran Atlas. El Rif alcanza elevaciones de 2.450 m. Marruecos tiene muchos ríos que, aunque no son importantes para la navegación, se utilizan para regadíos y para generar energía eléctrica; los principales son el Muluya, que vierte sus aguas al mar Mediterráneo, y el Sebu, que fluye hacia el océano Atlántico.
A lo largo de la costa mediterránea, Marruecos goza de un clima subtropical, suavizado por las influencias oceánicas que proporcionan a las ciudades costeras temperaturas moderadas; en Essaouira (Mogador), por ejemplo, la temperatura alcanza un promedio en enero de 16,4 ºC y de 22,5 ºC en agosto. Hacia el interior, los inviernos son más fríos y los veranos más calurosos; así, en Fez el promedio es de 10 ºC en enero y de 26,9 ºC en agosto. En las zonas elevadas no son raras las temperaturas inferiores a -17,8 ºC y la nieve cubre los picos de las montañas durante la mayor parte del año. Las precipitaciones en forma de lluvia se producen principalmente durante los meses de invierno, siendo abundantes en el noroeste y ligeras en el este y sur. La precipitación anual es de 860 mm en Tánger, de 430 mm en Casablanca, de 280 mm en Essaouira y de 130 mm en el Sahara.
En las regiones montañosas de Marruecos encontramos grandes áreas forestales, que forman bosques de alcornoques, encinas, enebros, cedros, abetos y pinos. Excepto en las áreas cultivadas, el monte bajo de matorral y las praderas cubren normalmente las llanuras; en la llanura de Sous, cerca de la frontera meridional, hay un gran bosque de argan, un tipo de árbol espinoso que se encuentra principalmente en Marruecos.
La fauna de Marruecos está representada por una mezcla de especies europeas y africanas; entre las primeras abundan los zorros, los conejos, las nutrias y las ardillas, y entre los tipos africanos predominantes son comunes la gacela, el jabalí, la pantera, el macaco y la víbora cornuda.
Los bereberes constituyen la población originaria de Marruecos y aproximadamente tres cuartos de los actuales marroquíes son de descendencia bereber. Los árabes, que integran el grupo más numeroso de las grandes ciudades, conforman el segundo gran grupo étnico. Un considerable número de matrimonios mixtos entre árabes, bereberes y un número reducido de negros africanos ha acabado con las diferencias entre los grupos étnicos. Marruecos tiene unos 100.000 habitantes europeos, la mayoría franceses. Los aproximadamente 12.000 judíos provienen de familias que han habitado el área desde siglos, un número importante procedente de la península Ibérica, de donde fueron expulsados en 1492. La población urbana es el 59% de la población.
Las lenguas bereberes, que una vez fueron dominantes en Marruecos, han disminuido su importancia y a principios de la década de 1990 sólo el 25% de la población utilizaba el bereber como idioma principal, aunque la mayoría de esas personas también hablan árabe, el idioma oficial del país, que es la lengua principal de casi el 75% de la población. Numerosos marroquíes hablan también francés y español, este último especialmente en las provincias más septentrionales.
El islam es la religión oficial de Marruecos. Casi toda la población es suní. El monarca es la máxima autoridad musulmana en el país. Alrededor del 1% de la población es cristiana y menos del 0,1% es judía.
Marruecos es un país fundamentalmente agrícola, aunque no más del 21% de la tierra está cultivada. En 2006 el producto interior bruto se estimó en 65.401 millones de dólares, lo que suponían 2.144,60 dólares per cápita. Los presupuestos estimados para 2006 establecen ingresos de aproximadamente 16.445 millones de dólares y gastos de 16.918 millones de dólares.
La unidad monetaria de Marruecos es el dirham marroquí dividida en 100 francos (8,80 dirhams equivalían a 1 dólar estadounidense en 2006). El organismo emisor es el Banco al-Maghrib (1959).
La población autóctona bereber y los sucesivos pueblos que invadieron el país han forjado la historia de la región que comprende Marruecos en la actualidad.
Los primeros colonizadores conocidos en tiempos históricos fueron los fenicios que establecieron puertos comerciales en la costa mediterránea de esta región. Los cartagineses tomaron el control de estas colonias y las ampliaron. La conquista de Cartago por los romanos, en el siglo II a.C., permitió a éstos dominar la costa mediterránea de África. Aproximadamente en el 42 d.C., la parte septentrional del actual Marruecos se incorporó al Imperio romano como la provincia Mauritania Tingitana. Durante las invasiones germánicas que ocasionaron el declive del Imperio romano, los vándalos ocuparon la provincia romana en el 429. El general bizantino Belisario derrotó a los vándalos en el año 533 y el Imperio bizantino pasó a dominar gran parte del país.
La dominación bizantina finalizó con la invasión de Marruecos por los árabes en el año 682, en el proceso de expansión del islam, siendo bien recibidos por la población; cristianos y paganos aceptaron pronto la religión de los conquistadores. Los árabes utilizaron ejércitos de bereberes para conquistar la península Ibérica.
Los primeros gobernantes del conjunto de Marruecos fueron los sucesivos integrantes de la dinastía Idrisí, que se mantuvieron en el poder desde el año 789 hasta el 974. Les sucedieron otras dinastías árabes y bereberes. Entre las más notables destacan la dinastía de los almorávides, desde 1062 hasta 1147, y la de los almohades, desde 1147 hasta 1258. Bajo el dominio de esta última, Marruecos se convirtió en el centro de un imperio que comprendía los actuales países de Argelia, Túnez y Libia y grandes áreas de la península Ibérica.
El Imperio almohade empezó a desintegrarse después de la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212, en la que la coalición de reinos cristianos de la península Ibérica derrotó a los musulmanes; a mediados de siglo decayó completamente su poder. A esto le siguió un periodo caracterizado por el desorden y una guerra civil casi permanente entre árabes y bereberes. Dirigentes de varias dinastías reinaron breve e ineficazmente sobre las diversas partes del país. En 1415 Portugal tomó el puerto de Ceuta, iniciando un periodo de extensión gradual del poder español y portugués sobre la región mediterránea de Marruecos.
El país experimentó un resurgimiento bajo el gobierno de los saadíes, que fundaron la primera dinastía sarifiana (1554-1660). Los marroquíes ocasionaron una severa derrota a los portugueses en 1578 y a finales del siglo XVII recuperaron el control de muchas de sus ciudades costeras; el reinado de Ahmed I al-Mansur (1579-1603) se considera la edad de oro de Marruecos. El país se benefició en gran medida de la llegada de casi un millón de moriscos expulsados de España. El territorio marroquí permaneció unido y prosperó facilitando el desarrollo del arte y la arquitectura nacionales.
A los sadíes les sucedió la segunda dinastía sarifiana, que gobernó desde 1660. Esta dinastía alcanzó su máximo esplendor con el reinado de Mulay Ismail (que gobernó desde 1672 hasta 1727). Al reinado de éste le siguió un largo periodo de desorden, interrumpido por breves intervalos de paz y prosperidad.
En el siglo XVIII y principios del XIX, los piratas de Marruecos y de otros estados de la costa del norte de África (llamados berberiscos) se dedicaron a atacar a los barcos que navegaban por el mar Mediterráneo. Debido a los estragos que provocaban y a que Marruecos compartía con España el control del estrecho de Gibraltar, la diplomacia de las potencias marítimas europeas, particularmente España, Gran Bretaña y Francia, tuvo en cuenta, cada vez con mayor atención, a este país. España invadió Marruecos entre 1859 y 1860 y tomó Tetuán.
En abril de 1904, a cambio de que Francia permitiera a los británicos operar libremente en Egipto, Gran Bretaña reconoció a Marruecos como esfera de influencia francesa; ese mismo año, Francia y España dividieron Marruecos en áreas de influencia; España recibió la parte más pequeña. El Imperio Alemán pronto discutió esos acuerdos, y en enero de 1906 las principales potencias celebraron una conferencia en Algeciras (España) para pactar un acuerdo. El resultado fue el Acta de Algeciras que garantizaba los derechos económicos de cualquier Estado sobre Marruecos, que nominalmente mantenía su independencia aunque se reconocía la presencia de España y Francia; unos meses después Fez era ocupada por tropas francesas, mientras que en 1909 España expandía sus posesiones en el norte.
En julio de 1911, los alemanes enviaron un cañonero al puerto marroquí de la ciudad de Agadir, en una maniobra para alentar la resistencia de los nativos contra la dominación francesa. Este incidente provocó la movilización francesa y llevó a Europa al borde de la guerra, pero en posteriores negociaciones Alemania reconoció el protectorado francés sobre Marruecos a cambio de que Francia cediera territorios en otras zonas de África.
En marzo de 1912, por la Convención de Fez el sultán reconoció el protectorado francés y Francia obtuvo una gran parte de territorio marroquí revisando el convenio de 1904 con España, que a su vez obtuvo Ifni, Tarfaya y el Rif, iniciando así el protectorado español en la zona.
El establecimiento de ambos protectorados no resultó fácil, en especial para los españoles. Abd-el-Krim, un cadí (juez) de Melilla, unió las cabilas del Rif y organizó una revuelta contra el gobierno español en 1920. En 1921 derrotó a los españoles en Annual y en 1924 amenazaba incluso Melilla. Entonces se volvió hacia el sur, lo que provocó la alianza de Francia y España (1925). En el norte, en septiembre de 1925 se produjo el desembarco de tropas españolas en la bahía de Alhucemas, al mando del general José Sanjurjo, que iniciaron la reconquista de los territorios que formaban parte del protectorado, mientras, por el sur, más de 200.000 soldados franceses, bajo la dirección del mariscal Henri Philippe Pétain, participaron en una campaña que finalizó triunfalmente en 1926. Sin embargo, hasta finales de 1934, el país no fue pacificado por completo.
Después de que Alemania venciera a los franceses en 1940 durante la II Guerra Mundial, el gobierno colaboracionista de Vichy permitió a los alemanes utilizar el protectorado marroquí; eso hizo que en noviembre de 1942, el ejército estadounidense desembarcara y ocupara el protectorado francés de Marruecos. Durante el resto de la II Guerra Mundial, el país fue una importante base de abastecimiento para los aliados. En 1943, los dirigentes de gobierno de los países aliados celebraron una reunión en Casablanca.
En 1944, los nacionalistas marroquíes crearon el Partido del Istiqlal, que pronto ganó el apoyo del sultán Muhammad V y de la mayoría de la población, aunque no de las tribus bereberes. Los franceses rechazaron la petición del sultán del autogobierno en 1950. El sultán fue depuesto en agosto de 1953, pero en octubre de 1955 le fue permitido regresar al trono.
Los franceses reconocieron la independencia de Marruecos en marzo de 1956. En abril los españoles reconocieron el principio de independencia del Marruecos español y la unidad del sultanato, aunque mantuvieron ciertas ciudades y territorios; Tánger (que había obtenido un estatuto internacional en 1912) fue incorporada a Marruecos en octubre de 1956 mientras que España devolvió el Sahara septentrional en 1958 e Ifni en enero de 1969.
El sultán Muhammad V asumió el título de rey en agosto de 1957. Tras su muerte en 1961, el trono pasó a su hijo Hasan II, quien hizo efectivo un estatuto real, por el que se establecía una monarquía constitucional, con la aprobación de una Constitución en el referéndum de diciembre de 1962. Las primeras elecciones generales nacionales se celebraron en 1963 con el triunfo del Istiqlal. A pesar de esto, en junio de 1965, el rey suspendió temporalmente el Parlamento y asumió plenos poderes ejecutivos y legislativos, actuando como primer ministro durante dos años. Hasan II prestó un gran apoyo a la causa árabe en la guerra de los Seis Días en 1967 y con posterioridad hizo intentos para asegurar la unidad árabe. No obstante, los extremistas le consideraron demasiado moderado y sufrió dos atentados contra su vida en 1971 y en 1972.
Durante los años 1974 y 1975, Marruecos ejerció mayor presión sobre España para que le cediera el Sahara Español, y el propio monarca promovió en octubre de ese último año la denominada Marcha Verde. Por los Acuerdos de Madrid (noviembre de 1975) los españoles se retiraron del territorio al año siguiente y cedieron los dos tercios septentrionales de la colonia a Marruecos, mientras que Mauritania recibió el tercio meridional. Esta ocupación del territorio, rico en fosfatos, fue disputada por el Frente Polisario, un movimiento nacionalista saharaui que pretendía el establecimiento de un Estado independiente en el Sahara Occidental. En 1979, Mauritania cedió el territorio que ocupó en 1975 a Marruecos. Afrontando la oposición internacional, el rey Hasan II envió tropas adicionales y recursos materiales para intentar proteger las minas de fosfatos y las principales ciudades del hostigamiento del Frente Polisario.
En 1984 Marruecos abandonó la Organización para la Unidad Africana (OUA) en protesta contra el ingreso en la misma de la delegación saharaui. Los intentos de Naciones Unidas por mediar en la disputa se mantuvieron a lo largo de las décadas de 1980 y 1990; en 1988 un plan de paz fracasó por el desacuerdo en los términos en que se debería celebrar un referéndum sobre el futuro del Sahara Occidental. Marruecos envió tropas en 1990 para proteger a Arabia Saudí de la concentración de tropas iraquíes en Kuwait, pero las tropas de Marruecos no intervinieron de forma directa en la guerra del Golfo Pérsico. Los distritos electorales del Sahara Occidental fueron incluidos en las elecciones locales de 1992, tras las que el rey Hasan II promulgó una nueva Constitución, aprobada por abrumadora mayoría en septiembre; la coalición de los partidos de centro derecha obtuvo la mayor parte de los votos en las elecciones legislativas de 1993. Ninguna de las formaciones del espectro político marroquí demostró ser capaz de formar gobierno y en noviembre de 1993 el rey Hasan II nombró un gabinete de tecnócratas e independientes. El monarca sustituyó este gabinete con otro elegido parcialmente en febrero de 1995, en el que formaban parte algunos representantes de los partidos mayoritarios derechistas.
En septiembre de 1997, representantes de Marruecos y el Frente Polisario, con la mediación del diplomático estadounidense James Addison Baker, acordaron celebrar un referéndum para dirimir el futuro de la antigua provincia española. Esta consulta, sin embargo ha sido pospuesta en numerosas ocasiones debido a la falta de entendimiento respecto a cuál debe ser el número de votantes y la procedencia de los mismos.
En los meses de noviembre y diciembre se celebraron elecciones para cubrir los escaños de las nuevas cámaras legislativas establecidas por la Constitución de 1997. Las elecciones fueron contempladas como una auténtica prueba para valorar si la democratización del país era real. Se presentaron Wifak, Kutla, Reagrupación Nacional de Independientes (desgajada de Wifak) y el islamista Reforma y Renovación. Si bien en las elecciones de noviembre para la cámara alta ganó la coalición opositora de izquierdas, en los comicios al Senado, celebrados al mes siguiente, triunfó por mayoría aplastante el bloque de centro y el de derecha.
El proceso de reforma continuó: en febrero de 1998 un socialista, Abd al-Rahman Yussufi, fue elegido primer ministro, y en el mes de octubre el rey Hasan II ordenó la liberación de una parte significativa de los presos políticos que aún quedaban en las cárceles del reino, a la vez que era aceptada, por parte del Estado, la responsabilidad directa en la muerte, a consecuencia de los malos tratos y de la tortura, de los desaparecidos, cuyo número ascendía a más de un centenar. Quedaron, sin embargo, fuera de estas medidas, no sólo el dirigente islamista Abdesslam Yassin y el opositor exiliado Abraham Serfaty, al que se le prohibió el regreso, sino también los casos ocurridos en el territorio del Sahara Occidental o relacionados con este conflicto.
Hasan II falleció el 23 de julio de 1999 y ese mismo día fue sucedido en el trono por su hijo, Sidi Muhammad, quien pasó a reinar con el nombre regio de Muhammad VI. El nuevo monarca abogó de inmediato por continuar con el proceso de transición política iniciado por su padre y defendió, asimismo, la necesidad de una auténtica separación de poderes, con la consiguiente limitación de las atribuciones del rey. En septiembre de ese año autorizó el regreso al país de Serfaty. La apertura política dio nuevos pasos adelante el 9 de noviembre siguiente, fecha en la que Muhammad VI destituyó a Driss Basri (quien había sido durante veinte años el más fiel colaborador de su padre y ocupaba el cargo de ministro del Interior), y en agosto de 2002, cuando el soberano convocó para el siguiente mes de septiembre las que serían primeras elecciones legislativas de su reinado. En julio de este último año, la crisis de Perejil (islote llamado Leïla por los marroquíes) supuso el colofón al progresivo deterioro que las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos sufrían desde meses anteriores.
En los antedichos comicios generales, desarrollados el 27 de septiembre de 2002, las formaciones políticas más votadas fueron las dos principales del bloque gubernamental: la Unión Socialista de Fuerzas Populares, el partido del primer ministro, Yussufi, que logró 50 escaños en la Cámara de Representantes; y el nacionalista Istiqlal, que consiguió 48. Los hechos más significativos de esta cita con las urnas fueron la escasa participación ciudadana (51,6%) y el ascenso del Partido de la Justicia y del Desarrollo, grupo islamista moderado que, con 42 diputados, se convirtió en la tercera fuerza parlamentaria del país. Otros muchos partidos alcanzaron representación, entre ellos la Reagrupación Nacional de Independientes (41) y el Movimiento Popular (27). Pocos días después de conocerse estos resultados, Muhammad VI nombró primer ministro al independiente Driss Jettu, hasta entonces ministro del Interior. El avance islamista volvió a mostrarse en las elecciones municipales de septiembre de 2003, en las que el Partido de la Justicia y del Desarrollo obtuvo de nuevo notables resultados. Durante el mes siguiente, el Rey anunció una profunda reforma legal que supondría la equiparación de los derechos de hombres y mujeres, medida que solicitaban los sectores liberales de la sociedad marroquí y a la que se oponían los más conservadores. En noviembre, Muhammad VI también comunicó la creación de dos nuevas instituciones, la Dirección de Migración y de Vigilancia de Fronteras y el Observatorio de Migración, cuya función sería luchar contra las redes que promovían la emigración ilegal desde Marruecos.
El 7 de septiembre de 2007, se desarrollaron las segundas elecciones legislativas del reinado de Muhammad VI. El Partido de la Justicia y del Desarrollo recabó el 10,9% de los votos y obtuvo 46 escaños, en tanto que Istiqlal recibió menos sufragios (10,7%) pero logró más diputados (52). Durante ese mismo mes, el Rey designó primer ministro a Abbas el Fassi, de Istiqlal, por su condición de líder de la formación con mayor representación parlamentaria.