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miércoles, 4 de agosto de 2010

Burundi

Burundi (nombre oficial en francés, République du Burundi; en kirundi, Republika y’u Burundi, República de Burundi), república situada al este de África, limita al norte con Ruanda, al este y sur con Tanzania y al oeste con el lago Tanganica y la República Democrática del Congo. Con una superficie de 27.834 km², es uno de los países más pequeños del continente africano.

Burundi es en su mayor parte una meseta ondulada, con una altitud media de 1.520 m. Su altura disminuye gradualmente hacia el este y sureste. La estrecha franja al oeste del país, que bordea el río Rusizi y el lago Tanganica, se extiende por la depresión del Gran Rift Valley. Los principales ríos son el Rusizi, el Malagarasi y el Ruvuvu.

El clima es tropical, moderado por la altitud en la mayor parte de los lugares. La temperatura media anual es de 21,1 °C en la meseta y de 24,4 °C en el Gran Rift Valley. La estación seca se prolonga desde mayo hasta agosto cuando el país está sujeto a sequías.

La vegetación de sabana, formada de pasto entremezclado con árboles aislados, predomina en la mayoría del país. Los eucaliptos, acacias y palmeras de aceite son los árboles más frecuentes. La fauna es variada; son habituales el elefante, el hipopótamo, el cocodrilo, el jabalí, el leopardo, el antílope y el lémur volador, así como la gallina de guinea, la perdiz, el pato, el ánsar, la codorniz y la agachadiza común.
Burundi es el segundo país de África con mayor densidad de población, con un promedio de 339 hab/km² (2008). También se encuentra entre los países más pobres del mundo, con un producto interior bruto (PIB) per cápita de 110,50 dólares (2006).
Aproximadamente el 90% (2005) de la población activa de Burundi trabaja en el sector agrícola, y la pobre gestión del suelo ha afectado al medio ambiente del país. El sobrepastoreo y la expansión de la agricultura en tierras marginales ha acelerado la erosión del suelo. La mayor parte de los una vez vastos bosques del país fueron eliminados para tierra de pastoreo y de cultivo.
La extrema pobreza de la población de Burundi se ha visto complicada por la violencia entre los grupos étnicos hutu y tutsi durante la década de 1990. Este enfrentamiento tuvo como resultado 150.000 muertos y 700.000 personas desplazadas de sus hogares. La pobreza de Burundi y los enfrentamientos civiles han limitado la capacidad del Gobierno para gestionar el medio ambiente y los recursos naturales.
Las minas antipersonas enterradas en Burundi durante el conflicto civil plantean una amenaza vigente para las poblaciones humana y animal. La ayuda internacional y los programas de desarrollo en el país se han visto entorpecidos por el peligro de estas minas.
Diversas colonizaciones humanas están invadiendo los hábitats de la fauna salvaje de Burundi, que incluye a elefantes, leopardos, hipopótamos, cocodrilos, jabalíes, antílopes y lémures voladores. Entre las especies animales que habitan en Burundi, 28 están en peligro de extinción. Cerca del 5,6% (2007) de la superficie total del país está oficialmente protegido.
Burundi ha ratificado acuerdos internacionales orientados a la protección de especies en peligro de extinción. El país también ha firmado tratados sobre limitación de pruebas nucleares, armas químicas y biológicas y el transporte de residuos peligrosos.
La ciudad más importante del país es Bujumbura, la capital, con una población de 378.000 habitantes (2003). La ciudad de Gitega, con una población de 101.827 habitantes en 1990, es la antigua residencia real.

La agricultura de subsistencia es el medio principal de vida en Burundi. Los cultivos alimenticios principales son tapioca, batatas, plátanos, judías (frijoles o chaucha), guisantes (chícharos o arvejas) y sorgo de grano. El cultivo comercial más importante es el café de variedad arábiga. El algodón y el té, este último en proceso de expansión, se cultivan también para la exportación. En 2006 la producción ganadera ascendía a 395.741 cabezas de ganado vacuno, 242.933 ovejas y 750.000 cabras. La importancia social y cultural está vinculada a la posesión de grandes rebaños de ganado. Sin embargo, están económicamente infrautilizados y la sobreexplotación agrícola ha contribuido a incrementar la erosión del suelo.

La minería se basa en la explotación de pequeñas cantidades de oro, bastnaesita y casiterita (un mineral de estaño). Reservas importantes de uranio, níquel y turba están sin explotar. La manufactura en Burundi está muy limitada al procesado de productos agrícolas. Otras manufacturas son los tejidos, el cemento y los insecticidas.

La unidad monetaria es el franco de Burundi (1.028,40 francos equivalen a 1 dólar; 2006). El café supone alrededor del 75% del valor de las exportaciones. Algodón, pieles y té son las otras exportaciones destacadas. Se importan tejidos, vehículos a motor, harina y derivados del petróleo, principalmente desde Europa occidental. En 2002 las exportaciones anuales eran de 26,5 millones de dólares mientras que las importaciones alcanzaban los 129 millones de dólares.
La Constitución de 1981 estableció Burundi como una república con un presidente electo que también presidía el único partido político legal de la nación, la Unidad para el Progreso Nacional (UPRONA). Tras el golpe de 1987, la Asamblea Nacional fue disuelta y la Constitución derogada, de modo que el Comité Militar para la Salvación Nacional, compuesto por 31 miembros, asumió la autoridad ejecutiva y legislativa. Una nueva Constitución adoptada en marzo de 1992 introdujo un sistema multipartidista, con un presidente elegido por sufragio universal directo durante un periodo de cinco años. Un referéndum popular dio su aprobación a un nuevo texto constitucional en febrero de 2005.
Una reorganización del gobierno local en 1982 dividió Burundi en 15 provincias, cada una subdividida en distritos municipales y municipios.
Los twa fueron, probablemente, los habitantes originales de Burundi; estaban allí cuando los hutu llegaron a comienzos del siglo XIV, imponiendo su lengua y costumbres. El desarrollo de un reino organizado comenzó en el siglo XV, cuando los tutsi, procedentes del este, se establecieron como señores feudales sobre los hutu, al igual que hicieron en la vecina Ruanda. Burundi tenía un sistema de castas y estuvo gobernado por un monarca, el mwami; sin embargo, las estructuras políticas y sociales no eran tan rígidas como en Ruanda. El poder del mwami no era absoluto y varios clanes reales, conocidos como ganwa, a menudo rivalizaban por el trono. A diferencia de Ruanda, los matrimonios entre los hutu y los tutsi eran normales en Burundi, donde los hutu también disfrutaban de una mayor independencia económica.
Burundi (entonces llamada Urundi) fue ocupado por Alemania en la década de 1880 y posteriormente fue incorporado, junto con Ruanda, dentro del África Oriental Alemana. Concluida la I Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones dio a Bélgica un mandato sobre el área que llegó a conocerse como el Territorio de Ruanda-Urundi. Después de la II Guerra Mundial, pasó a ser un territorio encomendado a las Naciones Unidas, todavía administrado por Bélgica.

Burundi se convirtió en una monarquía constitucional independiente el 1 de julio de 1962 y fue admitida en las Naciones Unidas en septiembre de ese año. La rivalidad política entre los hutu y los tutsi, sin embargo, amenazaba la estabilidad del país. La estructura de poder estaba todavía en manos tutsi, aunque, después de las elecciones de 1965, los hutu obtuvieron una mayoría en la cámara legislativa. Al acusar al mwami Mwambutsa IV de intrigar para consolidar su posición, un grupo de policía hutu intentó un golpe de Estado en octubre de 1965. La policía leal dirigida por el capitán Miguel Micombero detuvo a los rebeldes, pero el mwami huyó del país. En julio de 1966 fue destronado por su hijo, mwami Ntare V. Cuatro meses después Micombero dirigió un golpe triunfante, declaró a Burundi una república, se nombró presidente y estableció un Comité Revolucionario Nacional para ayudar a establecer su régimen y desarrollar la economía. En abril de 1972 un levantamiento hutu condujo a masacres generalizadas, en las cuales Ntare, que estaba bajo arresto domiciliario, fue asesinado. El levantamiento fue sofocado, pero el malestar continuó; miles de refugiados hutu encontraron refugio en países cercanos.
El presidente Micombero fue derrocado tras un golpe incruento en noviembre de 1976. Posteriormente un Consejo Revolucionario Supremo nombró a Jean Baptiste Bagaza presidente, pero la paz entre el gobierno tutsi y la mayoría hutu era precaria. Una nueva constitución en 1981 confirmó a Burundi como un régimen de partido único. Reelegido sin oposición en 1984, Bagaza fue derribado por un golpe militar en septiembre de 1987. El mayor Pierre Buyoya se convirtió en presidente, gobernando como jefe del Comité Militar de Salvación Nacional. El resurgir de la violencia étnica en agosto de 1988 produjo al menos 5.000 muertos. Una nueva constitución dispuso un sistema multipartidista ratificado por referéndum popular en marzo de 1992. En junio de 1993 el país celebró sus primeras elecciones presidenciales democráticas desde la independencia. Melchior Ndadaye, un diputado de la etnia hutu y miembro del Frente Democrático de Burundi, ganó las elecciones con el 60% de los votos, pero fue asesinado en un intento de golpe de Estado sin que pasara un mes desde las elecciones. La muerte de Ndadaye provocó una ola de violencia étnica que produjo la huida de miles de refugiados hacia la vecina Ruanda. Cyprien Ntaryamira, que sustituyó a Ndadaye, intentó restaurar el orden al detener a las fuerzas de seguridad, dominadas por los tutsi, implicadas en la ola de violencia. Ntaryamira fue asesinado en un posible accidente aéreo el 6 de abril de 1994, junto con Juvenal Habyarimana, presidente de Ruanda. El puesto de presidente de Burundi fue ocupado por Silvestre Ntibantunganya, antiguo presidente de la Asamblea Nacional, entre los temores a la reanudación del enfrentamiento interétnico. Mientras tanto, el país intentó hacer frente al flujo de refugiados procedentes de Ruanda, inmersa en una atroz guerra civil desde la muerte de Habyarimana. A lo largo de 1995 tuvieron lugar numerosos disturbios en el país, que se intensificaron a partir del mes de octubre por las acciones guerrilleras que culminaron en una verdadera ofensiva militar en marzo de 1996, causando un gran número de víctimas y un éxodo de la población. Ante el temor de que el conflicto burundés se extendiera a otros países vecinos, la Organización para las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para la Unidad Africana (OUA) decidieron tomar cartas en el asunto.
En julio de 1996, tras protagonizar otro golpe de Estado, Buyoya accedió de nuevo al poder y suspendió las garantías constitucionales, arguyendo que esta medida tenía un carácter extraordinario y que estaba destinada a posibilitar la supervivencia del país. En septiembre de ese mismo año, el arzobispo católico Joachim Ruhuna, de etnia tutsi, fue asesinado por rebeldes hutus. Ante el clima de protesta generado por este hecho, Buyoya permitió la actividad parlamentaria y de ciertos partidos políticos. En 1998, Buyoya y la Asamblea Nacional acordaron una Constitución transitoria, en virtud de la cual aquél fue investido presidente de forma oficial. Una nueva Constitución, igualmente provisional, fue aprobada en octubre de 2001. De acuerdo con ella se estableció un gobierno de transición para los siguientes tres años, en el que hutus y tutsis compartirían el poder: Buyoya permanecería como presidente, con un vicepresidente hutu, durante los primeros 18 meses y, transcurridos éstos, cedería la presidencia a un hutu para el siguiente año y medio. De forma similar se promovería el equilibrio de ambas etnias en el poder legislativo y en el Ejército. En este nuevo marco, el ejecutivo de Buyoya y el principal grupo rebelde hutu firmaron en diciembre de 2002 un acuerdo de alto el fuego en Arusha (Tanzania). El 30 de abril de 2003, en virtud del compromiso adquirido año y medio antes, Buyoya cedió la presidencia al hasta entonces vicepresidente, el hutu Domitien Ndayizeye.
En febrero de 2005, se celebró un referéndum en el que los ciudadanos se pronunciaron sobre el texto de una nueva Constitución que otorgaría a los tutsis el 40% de los escaños en el legislativo; el ‘sí’ fue respaldado por el 90% de los votantes. El 4 de julio de ese mismo año, bajo supervisión de la ONU, se desarrollaron elecciones legislativas, las primeras tras once años de guerra civil. La victoria fue para la alianza Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia, que recabó el 58% de los votos y obtuvo 59 de los 100 escaños en juego. Las siguientes formaciones más respaldadas en las urnas fueron el Frente para la Democracia en Burundi, de Ndayizeye, que consiguió 24 diputados; y Unidad para el Progreso Nacional, que alcanzó 10. Al mes siguiente, el hutu Pierre Nkurunziza, miembro de la coalición triunfante, se convirtió en presidente del país.