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lunes, 2 de agosto de 2010

Argelia

Argelia (república) (nombre oficial, al-Jumhuriya al-Jaza’iriya ad-Dimuqratiya ash-Sha’biya o République Algérienne Démocratique et Populaire, República Democrática y Popular de Argelia), república localizada en el norte de África, limita al norte con el mar Mediterráneo, al este con Túnez y Libia, al sur con Níger, Malí y Mauritania, y al oeste con Marruecos. Su superficie es de 2.381.741 kilómetros cuadrados.

Argelia posee cuatro regiones físicas principales, que cruzan de este a oeste el país en franjas paralelas. En el norte, a lo largo de la costa mediterránea y prolongándose hacia el interior entre 80 y 190 km, se ubica el Atlas Telliano. La región se compone de una llanura costera estrecha y discontinua que llega hasta el área montañosa del Atlas Telliano, en la cordillera del Atlas. Los numerosos valles de esta región contienen la mayor parte del terreno cultivable de Argelia. El río principal, el Chelif (725 km), nace en el Atlas Telliano y desemboca en el mar Mediterráneo; ningún curso de agua se encuentra al sur del Tell. La siguiente región, situada al sur y suroeste, es la de las altiplanicies, una región de tierras altas y llanas. Aquí varias cuencas recogen el agua durante los periodos lluviosos, formando lagos grandes y poco profundos; cuando se secan pasan a ser llanuras saladas, denominadas chotts o shotts. Al sur están las montañas y macizos del Atlas sahariano. La cuarta región, que comprende más del 90% de la superficie total del país, es la gran extensión del desierto del Sahara argelino. La mayor parte del terreno está cubierto por grava, aunque el Gran Erg oriental y el Gran Erg occidental constituyen vastas regiones de dunas de arena. Al sur, sobrepasado el desierto, están las montañas Ahaggar, que culminan en el monte Tahat (3.003 m), la cima más alta.

La región del Tell, en el norte, tiene un clima típicamente mediterráneo, con veranos cálidos y secos e inviernos templados y lluviosos. Esta es el área más húmeda, con una precipitación anual que oscila entre los 400 y los 1.000 mm. Las temperaturas medias de verano e invierno son de 25 °C y 11,1 °C respectivamente. Durante el verano un viento excesivamente caluroso y seco, el siroco (conocido localmente como el chehili), sopla hacia el norte desde el Sahara. Hacia el sur el clima es progresivamente más seco. La precipitación anual en las altiplanicies y el Atlas del Sahara oscila entre los 200 y los 400 mm. La región del desierto experimenta temperaturas diarias extremas, vientos y gran aridez; la precipitación anual es inferior a 130 mm en todas partes.
Las regiones septentrionales de Argelia han sufrido durante siglos la deforestación y el sobrepastoreo. Restos de bosques existen en pocas áreas, como las cumbres del Tell y del Atlas sahariano y sólo cubren el 1% del territorio. Los árboles más destacados son el pino, el cedro del Atlas y varios tipos de robles, incluido el alcornoque. Las pendientes más bajas están descubiertas o cubiertas con vegetación de matorral de enebro y otros arbustos. La inmensa mayoría de las altiplanicies son estériles, aunque cuentan con zonas de vegetación esteparia que albergan espartales y monte bajo. La vegetación del Sahara se halla muy dispersa y está compuesta por hierbas resistentes a la sequía, acacias y arboledas de azufaifo (jujuba).
La relativamente escasa vegetación del país sólo puede soportar una limitada población de fauna salvaje. En la mayoría de las regiones se encuentran especies carroñeras, como chacales, hienas y buitres. También hay antílopes, liebres, gacelas y reptiles.
Argelia tiene una población, según estimaciones oficiales para 2008, de 33.739.635 habitantes. La densidad de población es de 14 hab/km². Aproximadamente la mitad de la población se concentra en la región costera del Tell.

Argel es la capital del país, así como su principal puerto y ciudad (población, según el censo de 2003, 3.059.643 habitantes). Otras ciudades importantes son Orán (655.852 habitantes), centro comercial, y Constantina (462.187 habitantes), centro ganadero enclavado en una región productora de trigo.

Aunque la agricultura da empleo al 21% de la población activa, sólo supone un 8,5% del producto interior bruto. La productividad es baja y hay que importar un gran número de productos alimenticios. Los principales cultivos, según producción anual estimada para 2006 en toneladas, son: cereales (4,02 millones), principalmente trigo (2,69 millones), patatas o papas (2.180.961), oleaginosas (396.882) y frutas (2,59 millones), entre éstas destacan las uvas, las naranjas y los dátiles. En cuanto al ganado, el número de ovejas en 2006 era de 19,6 millones; había también 3,75 millones de cabras, 1,61 millones de vacas y 286.670 camellos.
Los bosques, con espeso sotobosque, cubren el 1% de la superficie del terreno. En la década de 1970 se emprendieron proyectos importantes de reforestación. La madera talada es usada principalmente para calefacción y para cubrir necesidades industriales. La corteza se usa para curtido de pieles, y el corcho para fines comerciales. El carbón vegetal también se usa como combustible.
La pesca es un sector importante; en 2005 las capturas totales ascendían a 126.628 toneladas. La mayor parte de las capturas corresponden a sardinas, boquerones, espadín, atún y mariscos.
Los principales productos minerales son crudo de petróleo y gas natural del Sahara. En 2004 se extrajeron 588 millones de barriles de crudo; la producción de gas natural totalizó 82.401 millones de metros cúbicos.
Otros importantes productos minerales son hierro y piritas, carbón, cinc, plomo, mercurio y cobre. Se cree que existen más de 500 millones de toneladas de fosfatos en las regiones montañosas del monte Onk, en el norte. Prácticamente toda la minería y la actividad industrial está controlada por el Estado. La mayor parte de la industria está localizada en torno a las ciudades de Argel y Orán. Destacan la elaboración de alfombras y tejidos, productos químicos, refinados de petróleo, plásticos, materiales de construcción, aceite de oliva, vino y labores de tabaco. Entre las industrias en proceso de expansión se encuentran aquellas que producen hierro y acero, papel y artículos eléctricos.
El sueño de Justiniano tuvo escasa duración. En el siglo VII los árabes invadieron el norte de África, trayendo una nueva religión, el islam. Los habitantes de lo que hoy día es Argelia, no obstante, presentaron resistencia, dirigidos por una mujer, Kahina, la suma sacerdotisa de una tribu supuestamente convertida al judaísmo, pero con el tiempo tuvieron que someterse al islam y a la autoridad árabe; Argelia se convirtió en una provincia del califato Omeya. Los árabes, sin embargo, permanecieron en gran parte como una clase dominante urbana.

Un conflicto interno sobre la sucesión al trono califal permitió a los bereberes formar su propio gobierno islámico en el siglo VIII. Muchos de ellos se unieron a una rama de los chiitas del islam y fundaron varios reinos tribales. Uno de los más destacados fue el de los rustamidas, localizado en Tahert, en el centro de Argelia. Tahert prosperó durante los siglos VIII y IX. Entre los siglos XI y XIII dos dinastías bereberes sucesivas, los almorávides y los almohades, sometieron el norte de África y el sur de la península Ibérica a una autoridad central única. Tremecén (actual Tlemcen o Tilimsen), la capital de los almohades, se convirtió en una ciudad de hermosas mezquitas y escuelas de enseñanza islámica, así como en un centro artesano de renombre. Los puertos de Argelia como Bejaia, Annaba y la cada vez mayor ciudad de Argel llevaron a cabo un activo comercio con las ciudades europeas suministrando los famosos caballos de Berbería, cera, cuero de calidad y tejidos para los mercados europeos.
Tras el derrumbamiento de los almohades en 1269 se puso de relieve una ardiente competencia comercial entre los puertos del Mediterráneo, tanto cristianos como musulmanes. Para ganar ventaja, los gobiernos de las ciudades empezaron a contratar corsarios piratas dedicados a asaltar barcos mercantes para pedir el rescate de personas y mercancías. Argel se convirtió en el primer centro de actividades de piratería.

En el siglo XVI los españoles ocuparon varios puertos del norte de África. Argel fue bloqueada y forzada a pagar tributo. Otros puertos fueron capturados por completo. Los musulmanes, desesperados, pidieron ayuda al sultán otomano, por entonces el califa de todo el mundo islámico. Dos hermanos piratas, los Barbarroja, persuadieron al Imperio otomano para que los enviara con una flota a África del Norte. Expulsaron a los españoles de la mayor parte de sus nuevas posesiones y, en 1518, el más joven de los Barbarroja, Jayr ad-Din, fue nombrado beylerbey, el representante del sultán en Argelia. En 1575 fue hecho prisionero por piratas berberiscos Miguel de Cervantes, que cumplió cautiverio en Argel durante 5 años hasta su rescate por padres trinitarios.
A causa de la distancia con respecto a la capital turca, situada en Constantinopla (actual Estambul), Argel se gobernó como provincia autónoma. En el exterior, la efectividad de su flota de piratas berberiscos hizo de Argel una potencia; los piratas argelinos dominaron el Mediterráneo. Los estados europeos pagaban tributo regularmente para asegurar la protección de sus barcos. Los rescates de prisioneros suponían grandes ingresos para la provincia. La seguridad interna se mantuvo gracias a las guarniciones de jenízaros otomanos.

A finales del siglo XVIII la mejora en la potencia de fuego y en la construcción de barcos capacitaron a los europeos para desafiar la dominación berberisca. Para entonces, los días de los otomanos en Argel estaban contados. Los acuerdos internacionales para proscribir la piratería hicieron posible una acción conjunta contra la capital corsaria. En 1815 los Estados Unidos enviaron un escuadrón naval contra Argel. Al año siguiente, una flota anglo-holandesa destruyó sus defensas y en 1830 la ciudad fue capturada por el Ejército francés.
Francia se anexionó Argelia en 1834, situación que provocó una violenta resistencia entre las tribus bereberes, acostumbradas al débil control turco. Su cabecilla, Abd al-Qadir, que afirmaba ser descendiente de Mahoma, usó tácticas de ataque y retirada que fueron muy efectivas; no fue sometido completamente hasta 1847 y aún en la actualidad es venerado como héroe por los nacionalistas argelinos.
Con Abd al-Qadir apartado, Francia empezó a colonizar Argelia y los colonos europeos llegaron en masa. Para fomentar este proceso, los franceses confiscaron o adquirieron terrenos de los propietarios musulmanes a precios bajos. Argelia se convirtió en un departamento de ultramar de Francia, controlado totalmente por la minoría europea, los colons (colonos), que pasaron a constituir una elite privilegiada. Con la ayuda de grandes entradas de capital, desarrollaron una economía moderna, con industrias, bancos, escuelas, tiendas y servicios similares a los existentes en su país. La agricultura argelina se adaptó a la economía francesa; grandes fincas produjeron vinos y cítricos para exportar a Francia, tal como África del Norte había servido antes a Roma. Algunos europeos hicieron grandes fortunas, pero la mayoría eran pequeños granjeros, comerciantes, mercaderes y empleados de fábricas. Todos, sin embargo, compartieron su creencia apasionada en la Algérie française, la Argelia francesa.

La población musulmana, aunque se beneficiaba de los servicios sociales y del desarrollo económico, permanecía en desventaja aun siendo mayoritaria, estando sujeta a numerosas restricciones. Según las leyes francesas, no podían celebrar actos públicos, llevar armas de fuego o dejar sus hogares o pueblos sin permiso. Legalmente, eran súbditos franceses, pero para convertirse en ciudadanos franceses, con plenos derechos, tenían que renunciar a sus creencias. Pocos lo hicieron.
La población musulmana creció rápidamente; hacia 1930 alcanzaba los 5 millones. Una pequeña minoría, educada en escuelas francesas, adoptó la cultura francesa, aunque no fue aceptada del todo por los colons. De este grupo surgió el impulso inicial del nacionalismo argelino.
El nacionalismo argelino se desarrolló después de la I Guerra Mundial entre los grupos musulmanes que, en un principio, sólo aspiraban a la equiparación con los europeos. Farhat Abbas y Ahmed Messali Hadj, este último comunista, estuvieron entre los más destacados líderes argelinos en las décadas de 1920 y 1930. En 1936, el gobierno francés concibió un plan que contemplaba similar trato para los musulmanes veteranos de la Gran Guerra y los militares franceses, pero fue desbaratado por los diputados colons en la Asamblea Nacional francesa. Frustrado por la resistencia obstinada de estos últimos a la reforma, Abbas aunó fuerzas con Messali durante la II Guerra Mundial para organizar un partido de militancia antifrancesa, los Amigos del Manifiesto y la Libertad. Después de la guerra, por el Estatuto Orgánico de Argelia (1947), se constituyó la primera Asamblea parlamentaria de Argelia, con un número equivalente de delegados europeos y musulmanes, lo que no resultó satisfactorio ni para los nativos ni para los colons, demostrándose ineficaz desde su inicio. Los nacionalistas más militantes estaban entonces a favor de la lucha armada. A principios de la década de 1950, muchos se escondieron o se exiliaron.
En marzo de 1954 Ahmed Ben Bella, un antiguo sargento del Ejército francés, se unió a otros ocho argelinos exiliados en Egipto para formar un comité revolucionario que más tarde pasó a ser conocido como el Frente de Liberación Nacional (FLN). Unos pocos meses después, el 1 de noviembre, el FLN lanzó su ofensiva para lograr la independencia de Argelia mediante ataques coordinados a los edificios públicos, militares, puestos de policía e instalaciones de comunicaciones.
Un continuo aumento en la acción de la guerrilla durante los siguientes dos años forzó a los franceses a solicitar refuerzos; en total, 400.000 efectivos de tropas francesas fueron apostados en Argelia. La estrategia del FLN combinó las tácticas guerrilleras de Abd al-Qadir con un deliberado uso del terrorismo. De hecho, las tácticas de la guerrilla paralizaron a las fuerzas francesas más dotadas, mientras los atentados indiscriminados y los secuestros de europeos y musulmanes que no apoyaban activamente al FLN crearon un clima de miedo por todo el país, lo que provocó el surgimiento del contraterrorismo, ya que los colons y las unidades del Ejército francés atacaban los pueblos musulmanes y asesinaban brutalmente a la población civil.
En 1956 la guerra se extendió a las ciudades. En Argel, incluso los cafés, escuelas y tiendas se convirtieron en objetivos, ya que los nacionalistas buscaban debilitar la moral de los colons y atraer la atención internacional a su causa. El levantamiento de Argel fue implacablemente sofocado. Además, los franceses ganaron gradualmente ventaja al usar nuevas tácticas. Se impusieron castigos colectivos a pueblos enteros sospechosos de ayudar a las guerrillas. Otros grupos fueron deportados a campos de refugiados. Las vallas electrificadas a lo largo de las fronteras tunecina y marroquí separaron al grueso principal del FLN de las unidades diseminadas por el interior de Argelia.
A pesar de su superioridad militar, los franceses fueron incapaces de encontrar una solución política que resultara satisfactoria tanto para los colons como para el FLN. Las críticas internacionales contra Francia se incrementaron y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se preocuparon debido al compromiso de las fuerzas francesas en una guerra impopular.
En mayo de 1958, los colons y oficiales del Ejército francés se unieron en Argel para derrocar al gobierno francés, si bien actuaron de modo titubeante. Un Comité de Seguridad Pública demandó la vuelta del general Charles de Gaulle, el jefe de la Francia Libre durante la II Guerra Mundial y el único que podía calmar la guerra y preservar la Argelia francesa. De Gaulle, sin embargo, fue realista. Una vez en el poder, reconoció que la guerra era difícil de ganar. En 1959 anunció su intención de permitir a los argelinos elegir entre la independencia o la asociación continuada con Francia.
El plan no gustó nada a los colons. Agraviados, efectuaron una revuelta sin éxito contra De Gaulle a comienzos de 1960, y en 1961 un grupo de generales intentó derrocarlo. En ambas ocasiones, sin embargo, la mayor parte del Ejército permaneció leal al gobierno. Asociado con el complot de los generales estuvo un grupo de militares y extremistas colons, conocidos como la Organisation Armée Secrète (OAS), que al mismo tiempo llevó a cabo una brutal campaña de contraterrorismo contra el FLN y las autoridades francesas.
En marzo de 1962 se aceptó finalmente un alto el fuego entre el gobierno y los representantes del FLN, en los denominados acuerdos de Evian. En el referéndum largamente esperado, celebrado el mes de julio, Argelia votó mayoritariamente por la independencia. Los colons iniciaron una evacuación masiva; antes de que acabara el año, la mayoría había abandonado el país. Algunos de ellos, ayudados por el gobierno francés, se instalaron en el noreste argentino, aunque finalmente optaron por desistir en su deseo por permanecer en el país.
Los acuerdos de Evian estipularon la independencia inmediata para Argelia, incluyendo la ayuda especial de Francia para facilitar la recuperación del país tras ocho años de guerra. Los franceses lograron mantener su presencia en el Sahara argelino, gracias a los considerables avances realizados por sus técnicos para la explotación de los depósitos de petróleo y gas. Por su parte, el FLN garantizó la protección y plenos derechos civiles para el resto de la población europea, que después de un periodo de tres años elegirían entre la ciudadanía argelina o francesa.
Los costes materiales y humanos de la guerra fueron cuantiosos. Las víctimas francesas se elevaron a 100.000 y las argelinas a más de 1 millón, mientras que 1,8 millones se habían convertido en refugiados. Alrededor de 150.000 musulmanes favorables al mantenimiento de la vinculación con Francia fueron represaliados por el FLN después del alto el fuego.
La salida de los europeos privó a Argelia de casi toda su mano de obra especializada. Para empeorar las cosas, las rivalidades entre facciones dentro del FLN, mantenidas en un segundo plano durante la guerra, se hicieron más evidentes. En un encuentro en Trípoli, Libia, los líderes del FLN aprobaron una carta que declaraba a Argelia un país de régimen socialista, con el Frente como la única organización política legal. La autoridad máxima sería ejercida por el comité central del FLN, en tanto que la economía estaría controlada por el Estado, pasando las antiguas tierras propiedad de los colons a ser gestionadas por comités de trabajadores.
En poco más se pusieron de acuerdo los líderes y pronto estalló una guerra abierta entre las distintas facciones. El coronel Huari Bumedián, jefe del Estado Mayor del Ejército de Liberación Nacional, dio su apoyo a Ahmed Ben Bella, quien en septiembre de 1962 fue elegido primer presidente de la Argelia independiente.
Ben Bella fue presidente durante tres años y dirigió el comienzo de los trabajos para volver a poner al país en funcionamiento. La primera Constitución, aprobada en 1963, estableció una forma presidencialista de gobierno. El único obstáculo a los poderes del presidente venía dado por el voto de censura de los dos tercios de la Asamblea Nacional. Con tal autoridad sin prácticamente restricciones, Ben Bella, convertido en máximo mandatario, y gracias a su prestigio personal, pasó a estar cada vez más preocupado por el liderazgo de las naciones del Tercer Mundo, al mismo tiempo que se convertía en un gobernante cada vez más autocrático. A mediados de 1965 Bumedián, entonces ministro de Defensa, creyó que Ben Bella había ido demasiado lejos; le arrestó en un golpe de Estado sin derramamiento de sangre y asumió el poder supremo.
Bajo Bumedián Argelia empezó a capitalizar sus vastos recursos. El Ejército, más que el FLN, llegó a convertirse en una fuerza dominante en la vida política, económica y social del país. Bumedián formó un Consejo de la Revolución, integrado por 26 miembros, que pasó a ser la autoridad suprema; sus miembros eran comandantes del Ejército y compañeros de la época de la guerra de liberación. Se prohibieron las facciones en el partido único, así como el gobierno personal —aunque Bumedián asumió los cargos más importantes del Estado: presidente, primer ministro y ministro de Defensa—, y se mantuvo el principio de liderazgo colegiado.
Además del rápido desarrollo económico, Bumedián introdujo en el país un sistema político viable a corto plazo, con una estabilidad política incontestada. La Constitución de 1976 definía a Argelia como Estado socialista bajo el liderazgo del FLN, a la vez que Bumedián pasaba a ser presidente legalmente. Cuando murió, en 1978, el coronel Chadli Benyedid fue elegido para sucederle. Benyedid continuó la política de su antecesor pero relajó algunos de los controles estrictos de Bumedián; en 1980 puso en libertad y perdonó al anterior presidente Ben Bella. Benyedid fue reelegido en 1984, sin apenas oposición.
En 1988, estalló una crisis económica que no hizo sino evidenciar la fractura social y política que se había ido abriendo en el país a lo largo de últimos años. Debido a las huelgas y a los numerosos enfrentamientos entre los manifestantes, en su mayoría jóvenes, y las fuerzas de seguridad, Benyedid optó por iniciar una tímida reforma política con el fin de asegurar el monopolio del FLN en la vida política del país. Reelegido en diciembre de ese año para un tercer periodo de cinco años, se aseguró la aprobación de una nueva Constitución en febrero de 1989, que se ratificó por referéndum, y mediante la que se permitió el libre acceso de otros grupos a la escena política.
En las elecciones departamentales y municipales de 1990, los integristas del Frente Islámico de Salvación derrotaron al FLN por un amplio margen. En enero de 1992, después de haberse celebrado la primera vuelta de las elecciones legislativas, en las que el FIS había quedado en primera posición, y ante el temor de que los fundamentalistas islámicos se hicieran con el control de la Asamblea, un grupo de militares y funcionarios civiles forzaron a Benyedid a dimitir. Anularon la segunda vuelta, declararon el estado de emergencia, disolvieron el Parlamento y establecieron un denominado Comité Superior de Estado con Mohammed Budiaf como presidente. Esto precipitó el inicio de un conflicto violento entre el gobierno y las fuerzas de seguridad, por un lado, y los extremistas islámicos, por otro.
Los islamistas pasaron entonces a crear un brazo armado (el Ejército Islámico de Salvación, del que poco después surgiría una escisión mucho más violenta y siniestra, el Grupo Islámico Armado) que inició su campaña de atentados contra soldados, oficiales, policías y sus familias, así como contra extranjeros, intelectuales y profesores, destacadas mujeres ‘no islámicas’ y cualquiera que fuera sospechoso de tendencias prooccidentales o progubernamentales. El gobierno respondió con detenciones (y ejecuciones sumarias) de cualquiera que fuera sospechoso de estar implicado con los islamistas.
Cuando Budiaf fue asesinado en junio de 1992, Alí Kafí fue nombrado para sustituirlo en la jefatura del Estado. Se estableció entonces una presidencia colectiva formada por cinco miembros, conocida como el Consejo Supremo, con Kafí a su frente. En marzo de 1993 Argelia suspendió sus lazos diplomáticos con Irán y Sudán, a los que acusó de apoyar la violencia integrista. En enero de 1994, el Consejo Supremo nombró al ministro de Defensa, Liamín Zerual, presidente de Argelia durante un periodo interino de tres años, que se esperaba condujera a nuevas elecciones multipartidistas, momento en el que sería sustituido.
Antiguo diplomático y soldado de carrera que luchó por la independencia de Argelia desde Francia, Zerual dio un amplio margen para negociar con el Frente Islámico de Salvación y otros grupos islamistas. La violencia continuó durante 1994, y en octubre Zerual admitió que había fracasado en su intento por comenzar un diálogo constructivo con los militantes del FIS. La propuesta de paz (conocida como Plataforma de San Egidio, por ser en esta comunidad católica próxima a Roma donde se firmó) diseñada en enero de 1995 por varios grupos de oposición al régimen, incluido el FIS, fue rechazada por el gobierno. En noviembre de ese mismo año se celebraron elecciones presidenciales que dieron la victoria a Zerual, quien llevó a cabo tímidos cambios constitucionales que no dejaron satisfecha a gran parte de la población argelina.
Ejército y grupos armados integristas, como el Grupo Islámico Armado, el más radical de todos ellos, continuaron entregados a una sangrienta guerra que ha causado ya la muerte a unas 100.000 personas. La violencia fue especialmente cruenta desde los primeros meses de 1997, coincidiendo con el mes del Ramadán.
Las elecciones legislativas, celebradas el 5 de junio de ese año con el fin de configurar la nueva asamblea integrada por 380 escaños, fueron ganadas por la Agrupación Nacional Democrática (RND), grupo creado en torno al presidente Zerual, que contó con el respaldo de varios grupos de ideología diversa. La oposición que participó en los comicios (Frente de Liberación Nacional, Frente de Fuerzas Socialistas, Movimiento de la Sociedad por la Paz, Partido de los Trabajadores) denunció numerosas irregularidades, en tanto que el Frente Islámico de Salvación y el Movimiento por la Democracia en Argelia los boicotearon.
La proliferación de matanzas de civiles, atribuidas a los islamistas, durante el verano de 1997 provocó la publicación, por vez primera, de un llamamiento del FIS en el que se instaba a luchar contra el terrorismo, aunque de modo ambiguo. Por su parte, el EIS, brazo armado del FIS, emitió un comunicado en el que declaraba un alto el fuego incondicional a partir del 1 de octubre. Ese mismo mes se inició la campaña de las elecciones municipales y departamentales, salpicada de nuevas matanzas.
Con estos comicios, el régimen argelino pretendía cerrar el proceso de constitución de un nuevo sistema institucional puesto en marcha por Zerual tras su confirmación en el cargo dos años antes. De este modo, la reforma constitucional votada en referéndum en noviembre de 1996 y las legislativas de junio de 1997 quedaban completadas con la elección de cargos municipales y departamentales, que serían los encargados de designar a los dos tercios de los miembros del Consejo Nacional (cámara alta), en tanto que el tercio restante sería nombrado directamente por el presidente.
Pese a ello, la abstención fue la nota dominante en los comicios, ganados por los partidos gubernamentales y cuyos resultados no fueron reconocidos por la oposición, que decidió boicotear la constitución de las asambleas locales y departamentales. En el mes de diciembre de 1997 y enero de 1998, coincidiendo de nuevo con el Ramadán, se produjeron nuevas matanzas.
Las matanzas se sucedieron a lo largo de 1998 y, en menor medida, en 1999, año en que se celebraron elecciones presidenciales después de que el presidente Zerual hubiera anunciado su retirada de la jefatura del Estado en septiembre de 1998.
Los comicios, que tuvieron lugar el 15 de abril, se caracterizaron por la prohibición expresa de que se presentaran candidatos bajo las siglas del FIS y por la retirada, en la última semana de la campaña, de los candidatos de la oposición, por lo que Abdelaziz Buteflika, el candidato oficialista, venció al ser el único contendiente en liza. La oposición denunció lo que consideró un fraude electoral masivo y la elección de un presidente controlado por los militares. Por ello, rechazó los resultados y negó toda legitimidad al nuevo jefe del Estado, que tomó posesión del cargo el 26 de ese mismo mes.
El programa de reconciliación nacional promovido por Buteflika se plasmó en julio de 1999 con el indulto otorgado a miles de islamistas y con la aprobación parlamentaria de la Ley de Concordia Civil, un mes después de que el Ejército Islámico de Salvación (EIS), brazo armado del FIS, anunciara el cese definitivo de sus acciones. El 16 de septiembre de ese año, un referéndum, en el que participó el 85% de la población, dio la victoria al proyecto pacificador de Buteflika al aprobar dicha ley el 98,63% de los votantes.
En agosto de 2000 dimitió el primer ministro, Ahmed Benbitour, como consecuencia de las diferencias surgidas en cuestiones políticas y económicas con Buteflika. Éste designó jefe de gobierno a Alí Benflis, quien durante el mes siguiente también accedió al cargo de secretario general del FLN. En el transcurso del siguiente año estalló una grave rebelión en la Kabilia, ante la cual el gobierno anunció una reforma constitucional que reconocía al bereber como “lengua nacional”. Esta medida no satisfizo a los líderes de la revuelta, y la tensión se hizo de nuevo latente durante las elecciones legislativas del 30 de mayo de 2002. En estos comicios, que fueron boicoteados en dicha región, el FLN consiguió 199 escaños y, por tanto, la mayoría absoluta.
El 5 de mayo de 2003, Buteflika destituyó a Benflis y designó primer ministro a Ahmed Uyahia, líder del partido Reagrupamiento Nacional Democrático. Esta situación se produjo tras agudizarse los desacuerdos entre el jefe de gobierno y el presidente en torno a cuestiones económicas (Benflis se mostró reticente al programa de privatizaciones pretendido desde la presidencia) y a la cuestión de la Kabilia (en la que Benflis manifestó una clara postura tendente al diálogo con los bereberes). El día 21 de ese mismo mes, un fuerte terremoto causó millares de muertos y heridos en Argel y otras ciudades próximas (muy especialmente, Boumerdas). Este hecho tuvo también consecuencias políticas, ya que en las poblaciones afectadas se produjeron numerosas protestas contra Buteflika, a cuyo nuevo ejecutivo se acusaba de no haber reaccionado con presteza en la disposición de ayuda urgente para los damnificados.
En octubre de 2003, el FLN, que gozaba de mayoría en la Asamblea Popular Nacional, retiró a sus ministros del gobierno tras una larga disputa con el presidente. El FLN acusaba a Buteflika de intentar apartar a su líder, Benflis, de las elecciones presidenciales que habrían de celebrarse en abril de 2004. En febrero de este último año, Buteflika anunció que aspiraría a la reelección. Mientras tanto, los principales dirigentes de la minoría bereber declararon su propósito de boicotear los comicios. Finalmente, Buteflika recibió el 85% de los votos (Benflis, el 6%), garantizándose un nuevo mandato. Afrontó el mismo con la idea de reafirmar definitivamente la pacificación del país, soterrando todo vestigio de la violencia que se había adueñado del Estado desde los inicios de la anterior década. Para ello, promovió la denominada Carta para la Paz y la Reconciliación Nacional, que amnistiaría a islamistas radicales que no hubieran perpetrado crímenes de especial gravedad, eximiría de responsabilidades a miembros de las fuerzas de seguridad vinculados a la represión, e indemnizaría a las familias de las víctimas de esta última. Sometida a un referéndum popular el 29 de septiembre de 2005, dicha Carta recibió la aprobación de algo más del 97% de los votantes.
En mayo de 2006, tras dimitir Uyahia, Buteflika nombró primer ministro a Abdelaziz Beljadem, del FLN.