República Dominicana (nombre oficial, República Dominicana), república de las Antillas Mayores que ocupa la parte oriental de la isla La Española, limita al norte con el océano Atlántico, al este con la isla de Puerto Rico —de la que está separada por el canal de la Mona—, al sur con el mar Caribe y al oeste con Haití. La frontera con Haití presenta una longitud de 315 km. El país, que abarca las dos terceras partes de la isla La Española, tiene una superficie de 48.400 km². Las islas Beata y Saona pertenecen también a la República Dominicana. Santo Domingo es su capital y la ciudad más grande.
El territorio sobre el que se asienta la República Dominicana es fértil, húmedo y montañoso. Cerca del 80% del país está cubierto por grandes cadenas montañosas, las cordilleras Central, Oriental y Septentrional, que se extienden en dirección noroeste-sureste. El pico Duarte (3.098 m), la montaña más elevada del país, se encuentra en la cordillera Central. Entre esta cadena montañosa y la cordillera Septentrional se ubica el valle de El Cibao, una de las regiones más fértiles y con mayor humedad del país. La llanura costera del sureste es también una zona muy fértil, mientras que los extremos suroeste y noroeste son secos y desérticos. Entre las numerosas corrientes fluviales de la República Dominicana destacan los ríos Yaque del Norte y Yuna en el norte, y los ríos Yaque del Sur y Ozama en el sur.
La principal área lacustre es el lago salado Enriquillo, con 256 km2 de extensión, situado al suroeste. La línea de costa de la República Dominicana es irregular debido a la presencia de numerosas bahías que forman puertos naturales, entre las que destacan la bahía de Neiba y la bahía de Ocoa en la costa caribeña, y la bahía de Samaná en la costa atlántica.
La República Dominicana tiene un clima tropical, de calor húmedo, aunque moderado por la altitud y los vientos alisios del noreste, que soplan durante todo el año. En las tierras bajas se registran temperaturas superiores a los 23,3 ºC a lo largo de todo el año; durante los meses de verano, las temperaturas oscilan entre los 26,7 y los 32 ºC. Las tierras elevadas son considerablemente más frías. Las precipitaciones anuales tienen un promedio cercano a los 1.525 mm, pero las áreas montañosas del noroeste son notablemente más húmedas, con un índice pluviométrico de 2.540 mm al año. La estación húmeda va de mayo a diciembre. Ocasionalmente se presentan ciclones tropicales en el Atlántico, entre los meses de agosto y octubre, que suelen producir enormes daños.
La vegetación de la República Dominicana, al igual que en las otras islas de las Antillas, es extremadamente variada y exuberante. En las montañas hay zonas forestales de pinos y árboles de hoja caduca, además de variedades de bosque tropical, como caoba, guayacán (véase Palosanto), madero de Indias, roble, copey, ceiba, cedro y nogal, entre otras. En el sur predominan las zonas de esteros, pantanos y mangles. Entre las especies de plantas y frutales, son comunes el framboyán, árbol del pan, cacao, ñame, plátano, piña, mango, higo y uva.
Entre los animales autóctonos, destacan el cocodrilo americano (véase Aligátor), una de las 104 especies en extinción, la iguana rinoceronte y el agutí. Las aves más frecuentes son: garza real, cotorra, potú común, flautero, zumbador, lechuza, flamenco y alcatraz.
La República Dominicana cuenta con numerosos parques y reservas naturales: Parque nacional del Este, Isla Cabritos, Jaragua, Los Haitises y Monte Cristi.
República Dominicana cuenta con una población (2008) de 9.507.133 habitantes, lo que supone una densidad demográfica de 197 habitantes por kilómetro cuadrado.
El español es la lengua oficial del país. Un 95% de la población profesa la religión católica. Existe una pequeña comunidad de protestantes y otra de judíos, y cerca del 1% practica otras religiones.
La economía de la República Dominicana se basa principalmente en el turismo y las zonas francas portuarias, en las que se instalan las empresas comerciales internacionales más conocidas. El turismo generó unos ingresos de 333 millones de dólares. También son importantes la agricultura, que ocupa a un 16% de la población activa del país, y la minería. En 2006 el producto interior bruto (PIB) era de 31.846 millones de dólares, lo que suponía una renta per cápita de 3.312,20 dólares (según cálculos del Banco Mundial).
La unidad monetaria de la República Dominicana es el peso dominicano de 100 centavos (33 pesos equivalían a 1 dólar estadounidense en 2006). La República cuenta con varios bancos comerciales; uno de ellos, el Banco de Reservas, está controlado por el gobierno. El Banco Central de la República Dominicana es el único banco emisor de moneda.
La República Dominicana se gobierna bajo la Constitución promulgada en 1966, que la define como Estado libre e independiente y su gobierno, civil, republicano, democrático y representativo.
Los habitantes aborígenes de La Española fueron los taínos, pertenecientes al grupo lingüístico arawak, que se dedicaban principalmente a la agricultura y pesca, a tallar la madera, trabajar la cerámica y los metales nobles, como el oro. Cultivaban algodón, que lo utilizaban principalmente para tejer hamacas. En 1492, Cristóbal Colón descubrió la isla y la bautizó con el nombre de La Española.
Cuatro años después, en 1496, Bartolomé Colón fundó la ciudad de Santo Domingo en la margen oriental del río Ozama; sin embargo, en 1502 un huracán la destruyó, por lo que el recién nombrado gobernador de la isla, Nicolás de Ovando, ordenó su refundación en la margen occidental. Al poco tiempo comenzó la extinción de los indígenas como resultado de la explotación y el trabajo excesivo que realizaban en las minas y las plantaciones, a través del sistema de la encomienda, y de la incidencia de nuevas enfermedades procedentes de Europa. De forma progresiva, los indígenas fueron sustituidos por esclavos negros. En 1522 se produjo la primera rebelión de esclavos, que se inició en una hacienda de Diego Colón, hijo del descubridor, que había sido nombrado virrey de las Indias. Diez años después, en 1533, se firmó la paz de Bahoruco, que puso fin a las revueltas del cacique Enriquillo, iniciadas en 1519.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI, la isla fue abandonada por la migración de los españoles hacia otros puntos del continente. En 1697, mediante la Paz de Ryswick, la parte occidental de La Española, que había sido ocupada por aventureros franceses, fue cedida por España de manera formal a Francia, zona que se conoció como Saint Domingue (la actual Haití). El resto de la isla, lo que hoy corresponde a la República Dominicana, se denominó Santo Domingo. En 1777, por el Tratado de Aranjuez, se fijaron los límites de los dominios español y francés.
Los franceses desarrollaron en su territorio una floreciente economía basada en las plantaciones y en un activo comercio, mientras que la zona española, donde se evitaba el comercio y se mostraba poco interés hacia el mismo por parte de las autoridades administrativas, decayó. En 1795 España finalmente entregó la totalidad de La Española a Francia por el Tratado de Basilea.
Durante los años siguientes, Santo Domingo quedó atrapado en las agitaciones sociales procedentes de su vecino Haití, disputado por franceses, españoles y británicos, así como por indígenas y negros. En 1801, Toussaint Louverture, líder independentista haitiano, se hizo con el control de toda la isla, y tres años después los haitianos expulsaron a los franceses y reconocieron la independencia de Haití; la parte española permaneció en poder de las tropas francesas hasta 1809, año en que se restableció la soberanía española gracias al movimiento La Reconquista dirigido por el criollo dominicano Juan Sánchez Ramírez.
A partir de ese momento comenzó el periodo que se conoce como la ‘España boba’, durante el cual la administración española ejerció una terrible tiranía. El descontento de los dominicanos fue aumentando hasta que en 1821, liderados por José Núñez de Cáceres, se levantaron en armas y proclamaron la independencia del Estado libre del Haití español. Al año siguiente, el presidente haitiano Jean Pierre Boyer ocupó militarmente el país y lo anexionó a Haití. Boyer gobernó hasta que fue derrocado por un levantamiento general en 1843 dirigido por el patriota Juan Pablo Duarte, quien fundó la sociedad secreta La Trinitaria, cuyo objetivo era lograr la independencia de la antigua zona española de la isla. Un año más tarde, en 1844, los revolucionarios, guiados por Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, fundaron la República Dominicana, y Duarte, que estaba exiliado, entró triunfante en el país y recibió el título de ‘padre de la patria’.
El primer presidente fue Pedro Santana, quien ejerció como tal entre 1844 y 1861 en lo que se conoce como la Primera República. Sus tres presidencias se caracterizaron por el descontento popular y por frecuentes disputas con Haití a causa de los límites fronterizos. El conflicto interno estaba protagonizado por dos grupos políticos: una facción pretendía restablecer el gobierno español y la otra defendía la anexión a Estados Unidos. En 1861 Santana ofreció el país a la antigua metrópoli y durante los siguientes años se sucedieron las rebeliones. Las consiguientes derrotas militares provocadas por la intervención de Estados Unidos obligaron al gobierno español a retirar sus fuerzas y a anular la anexión. La Segunda República se proclamó en 1865 con el abandono del país por el último soldado español. En 1868 accedió al poder Buenaventura Báez, cabeza del Partido Rojo (conservador), que intentó anexionar el país a Estados Unidos. Once años después, en 1879, el líder del Partido Azul (liberal), Gregorio Luperón, asumió la presidencia.
A finales del siglo XIX la situación económica de la República era muy grave. Debido a su endeudamiento con varios países europeos y a que algunos de ellos habían intentado intervenir militarmente en el país, el gobierno dominicano firmó en 1905 un tratado con Estados Unidos por el que este país estaba dispuesto a controlar los aranceles aduaneros dominicanos, con el pretexto de liquidar las deudas contraídas con la compañía estadounidense Santo Domingo Improvement. Los disturbios internos durante la siguiente década culminaron finalmente con el establecimiento de un gobierno militar por parte de la Marina estadounidense que, bajo la presidencia de Francisco Henríquez Carvajal, ocupó el país el 29 de noviembre de 1916. No obstante, los dominicanos fueron recuperando de manera gradual el control de su país y en marzo de 1924 el general Horacio Vázquez asumió el poder con el beneplácito de Estados Unidos; ese mismo año finalizó la ocupación estadounidense.
El acontecimiento político más sobresaliente del siguiente periodo fue la dictadura establecida por el general Rafael Leónidas Trujillo. Elegido presidente en 1930, Trujillo eliminó mediante el uso de la fuerza a toda la oposición y se hizo con el control absoluto del poder. A pesar de que sólo ocupó la presidencia personalmente la mitad del tiempo (de 1930 a 1938 y nuevamente de 1942 a 1952), durante los siguientes 31 años Trujillo presidió una de las dictaduras más severas del mundo. Basándose en el apoyo de los militares y rodeado de su familia dirigió prácticamente todos los aspectos de la vida nacional; la economía, cada vez más desarrollada y modernizada, funcionaba como una empresa personal del dictador y el proceso político estaba completamente controlado por su Partido Dominicano. Respaldado por Estados Unidos, Trujillo utilizó este apoyo para fortalecer aún más su poder. La inconformidad y las críticas de la población, que aumentaron de manera especial después del final de la II Guerra Mundial (1945), se enfrentaron al terror y a la propaganda controlada por su régimen.
No obstante, durante su gobierno se llevó a cabo un considerable progreso material: se construyeron nuevos hospitales, se estableció un plan de pensiones y se mejoraron las instalaciones sanitarias, los puertos y las carreteras. En 1935 se llegó a un acuerdo con el vecino Haití respecto al problema de los límites fronterizos, pendiente desde 1844. En diciembre de 1941, poco después de que Estados Unidos entrara en la II Guerra Mundial, la República Dominicana también declaró la guerra a Japón, Alemania e Italia. Posteriormente, fue uno de los miembros fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En 1948 el país se convirtió también en miembro fundador de la Organización de Estados Americanos (OEA), que en los años siguientes condenó frecuentemente al régimen de Trujillo, tanto por su intervención en los asuntos internos de países vecinos como por las evidentes violaciones de los derechos humanos. Las críticas de la OEA culminaron en 1960 con una resolución que hacía un llamamiento a la ruptura de relaciones diplomáticas con la República Dominicana; Estados Unidos lo hizo casi de inmediato. Estas presiones externas se unieron a la creciente oposición interna al régimen. La era de Trujillo terminó en mayo de 1961 con el asesinato del dictador.
Después del asesinato del dictador, la agitación se volcó en contra del control político que aún permanecía en manos de los familiares de Trujillo. Un gran número de exiliados comenzaron a regresar al país y se restablecieron los partidos políticos. En octubre de 1961 los dos hermanos del dictador, uno de ellos Héctor Bienvenido Trujillo, presidente desde 1952 hasta 1960, abandonaron el país, pero regresaron en noviembre aparentemente con la intención de volver a tomar el poder. El presidente Joaquín Balaguer, quien había asumido la presidencia en 1960, reaccionó ante esta amenaza y asumió el control de las Fuerzas Armadas. Para demostrar su apoyo a Balaguer, Estados Unidos situó barcos de guerra cerca de la costa dominicana. Esta demostración de fuerza indujo rápidamente a todos los miembros de la familia Trujillo a salir del país. No obstante, los grupos democráticos de oposición unieron sus fuerzas en contra de Balaguer. Después de una ola de conflictos y manifestaciones, sus oponentes acordaron un plan por el que Balaguer permanecería en la presidencia hasta que las sanciones impuestas por la OEA fueran retiradas. Este hecho se produjo en enero de 1962 y, poco después, Rafael Bonnelly, contrario a Balaguer, fue nombrado presidente provisional hasta la celebración de nuevas elecciones.
En diciembre de 1962, la República Dominicana realizó sus primeras elecciones libres después de casi cuatro décadas. Juan Bosch, antiguo exiliado, venció por un amplio margen y tomó posesión de su cargo en febrero de 1963. Casi de inmediato comenzó a desarrollarse la oposición a su régimen; Bosch fue criticado por ser demasiado tolerante con los grupos procastristas (véase Fidel Castro) y comunistas, y los sectores económicamente más poderosos se sintieron amenazados por la política económica del nuevo gobierno. En el mes de septiembre, Bosch fue depuesto por un golpe cívico-militar que instaló en el poder una Junta de Gobierno formada por un triunvirato. Para mostrar su desaprobación al golpe, Estados Unidos negó su reconocimiento hasta que el nuevo régimen se comprometiera a celebrar elecciones en 1965.
Durante todo 1964 el descontento en el interior del país se manifestó a través de sabotajes por parte de grupos opositores y de conflictos internos en la Junta. El 24 de abril de 1965 un grupo de militares se rebeló en contra del gobierno con el firme propósito de restablecer a Bosch como presidente. Elementos de las Fuerzas Aéreas y de la Armada se enfrentaron a los rebeldes y Santo Domingo se convirtió en el escenario de una guerra civil. Cuatro días después, un contingente de marines estadounidenses desembarcó en las costas de Santo Domingo para proteger sus intereses tomando posiciones en la llamada zona internacional, área que separaba la zona de la ciudad ocupada por los rebeldes y la zona ocupada por los defensores de la Junta. Desde su exilio en Puerto Rico, Bosch acusó a los derechistas de provocar la intervención estadounidense, y rechazó las acusaciones de Estados Unidos que lo señalaban como el dirigente comunista de los rebeldes. A principios de mayo de 1965, la OEA acordó el alto el fuego y estableció sus propias fuerzas militares para mantener la paz. Las fuerzas de la OEA comenzaron a llegar a mediados de mayo y en junio los marines estadounidenses se retiraron del país, aunque permanecieron 12.500 soldados de otros cuerpos militares estadounidenses.
Durante el verano de 1965 la OEA intentó negociar un acuerdo entre los leales a la Junta y los rebeldes (quienes se llamaban a sí mismos ‘constitucionalistas’ para indicar su deseo de restablecer el gobierno constitucionalmente electo de Bosch). A finales de agosto las dos facciones acordaron establecer un gobierno provisional y pocos días después Héctor García Godoy, anterior secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Bosch, asumió la presidencia. Posteriormente, Bosch, Balaguer y Bonnelly anunciaron sus candidaturas para las elecciones presidenciales programadas para junio de 1966, en las que el conservador Joaquín Balaguer ganó con el 56% de los votos. Bajo su administración, a pesar de no ser completamente democrática, se produjo una relativa estabilidad política en el país. La fuerza mostrada por la economía, con la ayuda de los altos precios del azúcar, la inversión extranjera y el incremento del turismo, permitieron a Balaguer ser nuevamente reelegido en 1970 y en 1974. El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), dirigido por Bosch, boicoteó ambas elecciones, argumentando restricciones en su campaña política.
A mediados de la década de 1970 la caída de los precios del azúcar en el mercado mundial afectó negativamente a la economía dominicana, por lo que el apoyo a Balaguer comenzó a disminuir; en las elecciones de 1978 perdió su cargo, vencido por el candidato del PRD Silvestre Antonio Guzmán Fernández. Después de un frustrado complot por parte de militares derechistas para evitar que asumiera el poder, Guzmán expulsó de las Fuerzas Armadas a muchos seguidores de Balaguer, puso en libertad a 200 presos políticos del régimen y disminuyó la censura en los medios de comunicación. La economía siguió con dificultades a causa de los bajos precios del azúcar; el país tuvo además que soportar en 1979 las secuelas de dos huracanes que dejaron a más de 200.000 personas sin hogar y causaron daños estimados en 1.000 millones de dólares.
Guzmán decidió no participar en las elecciones de 1982; falleció en julio de ese mismo año, en un aparente suicidio, y poco después el senador Salvador Jorge Blanco fue elegido como su sucesor. Para intentar sacar al país de su profunda crisis económica, Jorge Blanco pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional, el cual demandó medidas de austeridad a cambio de un préstamo de tres años. Estas medidas, entre las que estaba el incremento del precio de los alimentos básicos y del petróleo, provocaron en 1984 y 1985 revueltas populares de protesta en todo el país. Balaguer, con 78 años, volvió a la presidencia en 1986. En 1988, se juzgó en ausencia a Jorge Blanco y se le encontró culpable de corrupción durante sus años en la presidencia; sin embargo, a su regreso logró su exculpación. En las elecciones presidenciales de 1990, Balaguer volvió a vencer a Bosch, aunque por muy estrecho margen; fue reelegido en 1994 bajo graves sospechas de fraude.
En las elecciones de junio de 1996, Balaguer favoreció la victoria de Leonel Fernández, candidato del PLD, después de pactar con Juan Bosch para cerrarle el paso al candidato socialista José Francisco Peña. El 16 de agosto de 1996, Leonel Fernández se convirtió en presidente de la República Dominicana.
En las elecciones legislativas y municipales celebradas el 16 de mayo de 1998 el opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fue la fuerza política más votada, en tanto que el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del presidente Leonel Fernández, quedó en segunda posición, seguido del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
La nueva situación creada, con un presidente de la República perteneciente a un partido político y un Parlamento dominado por el principal partido de la oposición, dio lugar a enfrentamientos que, en ocasiones, degeneraron en alborotos callejeros, lo que llevó al gobierno a sacar las tropas a la calle y a declarar el estado de alerta, lo que el PRD calificó de 'golpe institucional'.
Así sucedió en enero de 1999, cuando la pugna por hacerse con el control de la Liga Municipal Dominicana —órgano rector de los ayuntamientos del país, gobernados mayoritariamente desde las elecciones municipales del año anterior por el PRD y por cuyo control se enfrentaban el partido en el gobierno y la oposición— dio lugar a la elección de dos secretarios generales de la institución, uno del PLD y otro del PRD. Pese a que la situación se normalizó pocos días después, esta crisis política puso en evidencia la fragilidad de las instituciones rectoras del país y la dificultad para hallar soluciones de compromiso entre ellas.
El 16 de mayo 2000 tuvieron lugar nuevas elecciones presidenciales, en las que el vencedor fue Hipólito Mejía, del PRD, y en las cuales los otros candidatos más votados resultaron ser Danilo Medina, del PLD; y el ex presidente Joaquín Balaguer, del PRSC. Mejía, aunque tan sólo había obtenido el 49,87% de los votos, fue proclamado vencedor dado que Medina renunció a presentarse a una segunda vuelta después de que Balaguer anunciara su intención de apoyar al candidato del PRD en caso de que aquélla tuviera lugar.
El nuevo presidente manifestó que los principales objetivos de su gestión serían luchar contra la corrupción y mitigar la pobreza. Y es que muchos dominicanos creían no haber sido partícipes de los beneficios derivados del reciente crecimiento económico vivido durante el mandato de Leonel Fernández. La popularidad de Mejía descansaba en su compromiso para hacer frente a los problemas del país en materias tales como enseñanza, sanidad y transporte. Sin embargo, sendas huelgas generales convocadas en noviembre de 2003 y enero de 2004 contra su política económica y social, demostraron el malestar de buena parte de la población, que reclamaba incrementos salariales, una disminución del precio del combustible, y un cambio de sentido en las negociaciones que el ejecutivo mantenía con el Fondo Monetario Internacional.
El 16 de mayo de 2004, se celebraron elecciones presidenciales en el contexto de esa profunda crisis económica y social. Durante el mandato de Mejía, se habían incrementado el desempleo, la inflación, el déficit fiscal y la deuda externa. Esta situación fue determinante para que el presidente saliente fracasara en su intento de reelección (Mejía, nuevamente candidato del PRD, recabó el 33,7% de los votos). La victoria fue para el ex jefe del Estado Leonel Fernández, aspirante por el PLD, el cual recibió el 57,1% de los sufragios y se convirtió en presidente electo, sin necesidad de concurrir a una segunda vuelta. Fernández sucedió a Mejía en la presidencia el 16 de agosto siguiente.