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domingo, 8 de agosto de 2010

Grecia

Grecia (nombre oficial, Hellēnikē Dēmokratía, República Helénica), país situado en el sureste de Europa. Ocupa la parte más meridional de la península de los Balcanes y comprende numerosas islas. Limita, al noroeste, con Albania; al norte, con la Ex-República Yugoslava de Macedonia y con Bulgaria; al noreste, con Turquía; al este, con el mar Egeo; al sur, con el mar Mediterráneo y, al oeste, con el mar Jónico. Su superficie total es de 131.957 km², de los cuales aproximadamente una quinta parte corresponden a las islas de los mares Egeo y Jónico. Atenas (Athenai) es su capital y la mayor ciudad.

La porción continental de Grecia abarca las regiones de Tracia y Macedonia al norte; Epiro (Epeiros), Tesalia y Grecia Central en las zonas centrales y, al sur, el Peloponeso, una península unida al resto del continente por el istmo de Corinto. El canal de Corinto, completado en 1893, atraviesa el istmo homónimo y convierte en una isla artificial al Peloponeso. El resto de Grecia se compone de islas, entre las que se incluyen Eubea (Évvoia), Creta (Kríti), las Espóradas septentrionales, las Cícladas (archipiélago), el Dodecaneso (grupo de islas) y las islas Jónicas, Icaria, Quíos (Chíos o Khíos), Lemnos (Límnos), Lesbos, Samos, Samotracia y Thásos.
Las aguas costeras de Grecia son profundas y se adentran en el interior del continente. Los golfos de Corinto y Salónica, a uno y otro lado del istmo de Corinto, separan el Peloponeso de la Grecia Central y septentrional. El país tiene pocos pero buenos puertos. El golfo de Egina posee los mejores anclajes, en concreto los del magnífico puerto natural de El Pireo, puerto de Atenas. Kérkira o Corfú, una de las islas Jónicas, también cuenta con un puerto excelente.
Grecia tiene fama por su belleza natural. El terreno es montañoso y escarpado, como escribía el geógrafo griego Estrabón: “miles de brazos de mar presionan hacia el interior del país”. En cuanto a sus recursos naturales, es relativamente pobre.
Aunque no cuenta con una gran superficie, Grecia tiene un relieve muy variado. Sus principales regiones geográficas son: los montes centrales; la región húmeda, una región montañosa al oeste; las secas y soleadas llanuras junto con los sistemas montañosos, más bajos, al este de Tesalia, Macedonia y Tracia; Grecia Central, la extensión suroriental del continente donde se gestaron las ciudades-estado de Grecia; la región montañosa del Peloponeso; y las islas, que se encuentran en su mayoría en el Egeo.
La región montañosa central, los montes Pindo, que se extienden de norte a sur, componen una de las partes más accidentadas y de menor densidad de población del país. El Olimpo, la cima más elevada de Grecia (2.917 m), era considerada en la antigüedad hogar de los dioses. Las laderas occidentales, que se extienden a través de Epiro hasta el mar Jónico, son un poco menos escarpadas y más habitables. El extremo suroriental de Grecia Central, conocido como el Ática, se encuentra dividido por relieves montañosos en numerosos valles aislados y llanuras. La parte más famosa de Grecia, la llanura ateniense, está en Ática. La llanura más extensa de la costa oriental, no obstante, es la de Beocia, al norte de Ática. Tesalia, una llanura rodeada de montañas, es una de las regiones más fértiles del país. Las mayores llanuras de Grecia son las de Macedonia. Tracia, al este, tiene un relieve variado compuesto de montes, valles y algunas llanuras costeras. El Peloponeso, también montañoso pero en menor grado que Grecia Central, tiene la forma de una enorme mano, con penínsulas que se extienden como dedos dentro del mar. Dispersos entre los relieves montañosos hay estrechos valles, aislados entre sí, pero que se abren al mar. La sección occidental del Peloponeso es menos montañosa que la sección oriental. Las islas del mar Egeo son por lo general elevadas, escarpadas, rocosas y secas y, en consecuencia, su aportación a la economía del país es limitada. Sí son importantes, en cambio, por su gran belleza e importancia histórica, y además desde el punto de vista militar tienen un gran valor estratégico.
El clima de Grecia es similar al de los otros países mediterráneos. En las tierras bajas, los veranos son secos, calurosos y de cielos despejados, y los inviernos lluviosos. Las zonas de montaña son mucho más frías, con mayores precipitaciones. La nieve y las heladas no son frecuentes en las tierras bajas, pero cubren las montañas en invierno. La precipitación varía mucho de una región a otra. En Tesalia, algunos años caen menos de 38 mm, mientras que en determinadas partes de la costa occidental se reciben cerca de 1.270 mm. La temperatura media anual en Atenas es de unos 17 °C; las temperaturas extremas varían de unas mínimas habituales de -0,6 °C en enero, hasta unas máximas de 37,2 °C en julio.
Grecia está dotada de unos recursos naturales de bajo valor económico. Menos de una tercera parte de la tierra es cultivable; el resto se compone en su mayoría de montañas improductivas. Los bosques, muy abundantes en la antigüedad, han disminuido en gran medida, aunque en la actualidad todavía ocupan un 28,4% de la superficie nacional. La erosión de los suelos ha dificultado los esfuerzos de repoblación forestal.
Carece de hulla y su lignito es de baja calidad, aunque, por otra parte, el país tiene considerables yacimientos petrolíferos y de gas natural. Éstos se hallan localizados bajo el Egeo, cerca de la isla Thásos. Los yacimientos de bauxita y mineral de hierro son ricos en contenido de metal, pero las reservas de otros minerales de importancia comercial tales como el cromo, el níquel, el cobre, el uranio y el manganeso son relativamente pequeñas. Aunque las aguas que rodean el país están habitadas por una gran variedad de especies, sólo unas pocas son abundantes.
Grecia tiene una vegetación muy variada. Desde el nivel del mar hasta una altura de unos 460 m se cultivan naranjas, aceitunas, dátiles, granadas, higos, algodón y tabaco. En el territorio se pueden encontrar bosques caducifolios y perennes, en los que crecen algunas especies como el roble, el pino negro, el avellano, el haya y el zumaque. Son característicos del área los tulipanes, jacintos y el laurel. Los abetos y flores silvestres, como la anémona y el ciclamen, se pueden encontrar por encima de los 1.220 m; musgos y líquenes predominan sobre los 1.525 m de altitud.
Las especies animales más destacadas son el jabalí, el oso pardo, el lince, el chacal, la cabra montés, el ciervo, el zorro, el tejón y la comadreja. Algunas especies de aves son el halcón, el pelícano, la garceta, el faisán, la perdiz, el ruiseñor, la paloma torcaz y la cigüeña.
Grecia tiene una vegetación muy variada. Desde el nivel del mar hasta una altura de unos 460 m se cultivan naranjas, aceitunas, dátiles, granadas, higos, algodón y tabaco. En el territorio se pueden encontrar bosques caducifolios y perennes, en los que crecen algunas especies como el roble, el pino negro, el avellano, el haya y el zumaque. Son característicos del área los tulipanes, jacintos y el laurel. Los abetos y flores silvestres, como la anémona y el ciclamen, se pueden encontrar por encima de los 1.220 m; musgos y líquenes predominan sobre los 1.525 m de altitud.
Las especies animales más destacadas son el jabalí, el oso pardo, el lince, el chacal, la cabra montés, el ciervo, el zorro, el tejón y la comadreja. Algunas especies de aves son el halcón, el pelícano, la garceta, el faisán, la perdiz, el ruiseñor, la paloma torcaz y la cigüeña.
Alrededor de un 97% de la población pertenece a la Iglesia ortodoxa de Grecia. El 3% restante está formado por musulmanes, católicos, protestantes y monofisitas (cristianos armenios).

La gran mayoría de la población habla griego. La lengua vernácula del griego moderno y de la literatura popular es el demotiké, que se diferencia del kazarévusa en que ésta es una variedad más formal del griego moderno o puro griego. El demotiké se convirtió en la lengua oficial de Grecia mediante el acta parlamentaria de 1976. Es la lengua empleada por el gobierno, la prensa y las universidades. Existen grandes diferencias entre la lengua hablada por las clases cultas y la utilizada por la mayoría del pueblo.

La agricultura representa un papel muy importante en la economía de Grecia. Las industrias creadas durante el periodo posterior a la I Guerra Mundial fueron en su mayoría destruidas durante la II Guerra Mundial y la siguiente guerra civil. Desde entonces, el desarrollo del sector manufacturero de la economía se ha visto obstaculizado por la falta de combustibles y las dificultades surgidas con el uso de la energía hidroeléctrica del país. En 1970, no obstante, la contribución de las manufacturas a la producción nacional anual superó por primera vez a la de la agricultura. Dos importantes fuentes de ingreso para Grecia son la construcción naval y el turismo. La extracción de petróleo de los campos del norte del mar Egeo fue una gran ayuda para la economía a principios de la década de 1980. Grecia pasó a ser miembro de la Comunidad Económica Europea (hoy, Unión Europea) en 1981. El presupuesto nacional para 2006 se calculó en 103.487 millones de dólares de ingresos y 93.854 millones de gasto.

Un 12% de la población activa trabaja en la agricultura, que constituye el 3,3% del producto interior bruto (PIB). Pero su productividad es inferior a la que cabría esperar de este sector de la economía. El 29,2% de la superficie nacional está cultivada, pero las explotaciones son pequeñas, debido al minifundio creado (3,4 ha de media) como consecuencia de la subdivisión hereditaria, lo cual dificulta el uso eficaz de equipos mecánicos. Además, el rendimiento es bajo a causa de la sequía y la erosión de los suelos. El tabaco es el cultivo principal y aporta cerca del 3% de los ingresos por exportación. La producción anual de los cultivos más importantes (en toneladas), según datos de 2006, es: tabaco, 125.503; trigo, 1,38 millones; fruta (destacan naranjas y uvas), 3,61 millones; hortalizas, 3,94 millones; maíz, 1,71 millones; oleaginosas, 4,46 millones; patatas (papas), 891.063, y algodón, 400.000. La cabaña ganadera totaliza 8,79 millones de cabezas de ganado ovino, 5,42 millones de caprino, 617.128 cabezas de vacuno, 31,6 millones de aves de corral y 948.715 cerdos.

La unidad monetaria es el euro (el 2 de enero de 2002, un euro se cambió a 0.9038 dólares estadounidenses). Desde el 1 de enero de 1999, el euro se vinculó al valor del dracma griego, con un cambio fijo de 340,75 dracmas por euro. La institución bancaria central y controlada por el Estado es el Banco de Grecia, emisor de la moneda. Los bancos comerciales más importantes son el Banco Nacional de Grecia, con unas 470 sucursales en el país, y el Banco Agrario de Grecia, con 420 filiales. El gobierno ha establecido instituciones financieras especiales para conceder préstamos a los sectores industrial y agrícola.
Desde el neolítico, la península griega está culturalmente ligada a las islas del Egeo y las costas occidentales de Asia Menor. Sus numerosos puertos naturales a lo largo de las costas y la gran cantidad de islas cercanas han contribuido al desarrollo de una civilización marítima homogénea. Pero su homogeneidad cultural no implicaba la política. Los sistemas montañosos y los profundos valles dividieron la península en pequeñas unidades políticas y económicas, ligeramente mayores en extensión que una ciudad y su territorio circundante. Para una información más detallada sobre estas ciudades-estado, véase Atenas; Corinto; Esparta; Tebas.
Los restos arqueológicos indican que algunos primitivos pueblos del Mediterráneo, estrechamente ligados a las culturas del norte de África, habitaron las regiones meridionales del Egeo hasta bien entrado el periodo neolítico, antes del 4000 a.C. Estas pruebas muestran la evolución cultural desde la edad de piedra hasta la edad del bronce, que en Grecia empezó en el 3000 a.C. A principios del III milenio a.C., la denominada civilización del Egeo evolucionó hasta niveles extremadamente altos. La civilización de la edad del bronce en el Egeo se dividía en dos culturas, cada una de ellas con sus propias etapas y subdivisiones cronológicas. Una, la civilización de Creta o minoica, ubicada en el centro de la isla de Creta, a sólo 660 km al noroeste de Egipto y directamente relacionada con las rutas marinas hacia los antiguos países del Oriente Próximo. La otra civilización, la Heládica (micénica, en su periodo más reciente), florecía al mismo tiempo en la porción continental de Grecia, concretamente en el Peloponeso. Sus grandes centros estaban en Micenas, Tirinto (cerca del actual Návplion) y Pilos. La cultura y el comercio cretense dominaron el Mediterráneo hasta después del año 1500 a.C., cuando Micenas tomó el relevo.
A finales del III milenio a.C. comenzaron una serie de invasiones de tribus del norte que hablaban una lengua indoeuropea. Existen pruebas de que estos pueblos del norte vivieron en la cuenca del río Danubio, al sureste de Europa. De los primeros pueblos invasores, los más destacados, los aqueos, se habían visto con toda probabilidad obligados a emigrar presionados a su vez por otros invasores. Los aqueos invadieron el sur de Grecia y se establecieron en el Peloponeso. Según algunos especialistas, un segundo pueblo, los jonios, se asentó principalmente en Ática, la zona central del este de Grecia y en las islas Cícladas, donde asimilaron la cultura de los pueblos heládicos. Los eolios, un tercer pueblo de características poco definidas, se asentaron en principio en Tesalia.
En el último periodo de la edad del bronce en Grecia (1500-1200 a.C.), el continente fue absorbiendo paulatinamente la civilización cretense. Hacia el 1400 a.C., los aqueos conquistaron y controlaron las islas y poco después también dominaron el continente, en especial la región de Micenas. Debido a las exhaustivas investigaciones de sus ruinas, la ciudad da su nombre a los antecesores aqueos, aunque también destacaron en importancia otras ciudades-estado. La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, comenzó alrededor del 1200 a.C. y probablemente fue uno de los conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los siglos XIII y XII a.C. Puede que tuviera relación con la última y más importante invasión del norte, que ocurrió en aquel tiempo e introdujo la edad del hierro en Grecia. Los dorios abandonaron las montañas del Epiro y descendieron al Peloponeso y a Creta, utilizando armas de hierro para conquistar y expulsar a los anteriores habitantes de estas regiones. Los dorios derrocaron a los monarcas aqueos y se asentaron sobre todo en las regiones meridionales y orientales de la península. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas. Muchos aqueos buscaron refugio al norte del Peloponeso, zona que más tarde se llamó Aquea. Otros resistieron duramente a los dorios, y tras ser sometidos, fueron reducidos a servidumbre y denominados ‘ilotas’. Los que lograron huir se refugiaron en el Peloponeso, se reunieron con sus parientes en Ática y en la isla de Eubea, pero después emigraron al igual que los eolios a las costas de Asia Menor. En los siglos posteriores al 1200 a.C. la progresiva colonización de las costas de Asia Menor, primero por los refugiados procedentes de zonas ocupadas por los dorios y más tarde por los mismos dorios, convirtieron la región en parte política y cultural de Grecia. Por cada una de las tres divisiones étnicas griegas se creó una gran confederación. La parte norte de la costa de Asia Menor y la isla de Lesbos formaban la Confederación Eólica. La Confederación Jónica ocupaba el distrito medio, llamado Jonia, y las islas de Quíos y Samos. Al sur de las islas de Rodas y Cos se estableció una Confederación Dórica. Varios siglos después (750-550 a.C.), el rápido aumento de la población, la escasez de alimentos, el florecimiento de la artesanía y el comercio y otros factores conllevaron una nueva oleada colonizadora. Se fundaron colonias en lugares tan lejanos como la costa oriental del mar Negro y Massilia (actual Marsella, Francia), y tuvieron lugar asentamientos en Sicilia y la parte meridional de la península Itálica. Esta última tenía tal densidad de población griega que se la conocía como la Magna Graecia.
Cuando Alejandro murió, los generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio. Los desacuerdos surgidos por esta división provocaron una serie de guerras entre los años 322 a.C. y 275 a.C., muchas de las cuales tuvieron lugar en Grecia. Por ello, una de las características de este periodo que abarca desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de Grecia en provincia romana en el 146 a.C., fue el deterioro como entidades políticas de las ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la independencia política en conjunto.
No obstante, el periodo helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como fuente de cultura y, como resultado de las conquistas de Alejandro, se adoptó su estilo de vida en todo el mundo antiguo.
Durante los sesenta años posteriores al 146 a.C., Roma administró Grecia. En el 88 a.C., cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, empezó su campaña para conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que muchas ciudades griegas apoyaban a un monarca asiático que les había prometido ayudarles a recuperar su independencia. Las legiones romanas, bajo el mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la rebelión saqueando Atenas, en el 86 a.C., y Tebas un año después. Roma castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco intelectual y de la filosofía, pero su comercio prácticamente desapareció. En el 22 a.C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de Macedonia e hizo de la primera la provincia de Aquea.
En 1453, Mehmet II el Conquistador, sultán del Imperio otomano, conquistó Constantinopla y dirigió su atención hacia el Peloponeso y el Ática; en el 1460 ambos territorios habían sido anexionados al Imperio otomano.
Durante los dos siglos posteriores, los turcos expulsaron a venecianos y demás potencias extranjeras de los restantes enclaves que éstos mantenían en la costa de Grecia y sus islas. Este proceso terminó con la incorporación turca de Creta en 1691. Durante un breve periodo (1699-1718), la República de Venecia retomó su control sobre el Peloponeso, pero el resto de Grecia permaneció bajo el dominio otomano hasta el siglo XIX.
El dominio turco llegó a ser corrupto e incluso cruel. Sin embargo, los griegos tenían una posición relativamente privilegiada dentro del Imperio. El patriarca de Constantinopla era la cabeza espiritual de la Iglesia ortodoxa. Muchos fanariotas —llamados así por el nombre del barrio homónimo en Constantinopla— tuvieron puestos de influencia como administradores otomanos y consejeros políticos.
A la guerra de la Independencia le sucedió un periodo de gran inestabilidad civil. El conflicto de facciones seguía existiendo y los griegos, que habían previsto un renacimiento de su país acorde con la antigua Hélade, se opusieron firmemente a la reducción de su territorio. Mientras que las potencias buscaban un rey para Grecia, la administración del país recayó sobre Capo d´ Istria, quien gobernó en régimen dictatorial hasta su asesinato en 1831. Estalló la guerra civil; por fin, y tras constituirse Grecia en reino, Otón de Baviera aceptó en 1832 el trono que le ofrecían las potencias europeas y fue coronado al año siguiente como Otón I de Grecia.
Otón tenía sólo 17 años de edad cuando subió al trono. Los regentes bávaros negaron la Constitución a los griegos, les cargaron de impuestos y trataron de establecer una burocracia centralizada. Aunque fueron cesados en 1835, la situación no mejoró mucho. El resentimiento griego llegó a su cenit con la revolución de 1843, tras la cual el rey se vio obligado a conceder una Constitución. El descontento popular contra Otón aumentó en 1854 cuando el rey, en contra de la voluntad de su pueblo, aprobó la invasión franco-británica de El Pireo como medio para impedir una alianza greco-rusa durante la guerra de Crimea (1853-1856). En 1862 parte del ejército griego se sublevó contra Otón, que en octubre de ese mismo año abdicó. El príncipe Alfredo, segundo hijo de la reina Victoria de Inglaterra, fue elegido rey por plebiscito nacional, pero el gobierno británico rechazó la oferta y designó al príncipe Jorge de Dinamarca, segundo hijo del rey Cristián IX de Dinamarca. Los griegos aceptaron al candidato, y el príncipe fue coronado con el nombre de Jorge I, en 1863. Para demostrar su aprobación, el gobierno británico cedió las islas Jónicas, protectorado británico desde 1815, para poder así reconstituir la monarquía. Al año siguiente se promulgó una nueva Constitución, más democrática, que garantizaba el sufragio universal masculino y una legislatura unicameral.
Durante las últimas décadas del siglo XIX, el mayor objetivo de la política exterior griega era extender el territorio del reino. Tras la derrota sufrida en la Guerra Turco-rusa de 1877-1878, el Congreso de Berlín recomendó a Turquía que reajustara la frontera norte con Grecia. Turquía se negó y Grecia le declaró la guerra en 1878. No obstante, las grandes potencias intervinieron y recomendaron a Turquía que concediera Tesalia y parte del Epiro a Grecia. Turquía se negó. En 1885, Rumelia oriental se rebeló contra el dominio turco y se incorporó a Bulgaria. Grecia tomó definitivamente las armas y exigió a Turquía los territorios reclamados en 1878. Nuevamente las potencias obligaron el desarme de Grecia, esta vez bloqueando sus principales puertos hasta que Grecia se rindió. La anexión de Macedonia y Creta constituía un objetivo prioritario de Grecia. La sociedad militar secreta, la Ethnike Hetairía (Asociación Nacional), se fundó en 1894 para fomentar la insurrección en las provincias turcas. Cuando los cretenses se sublevaron contra sus dirigentes en 1896, Grecia acudió en su ayuda. El gobierno griego se negó a retirarse de Creta, como le habían pedido las potencias. Unos meses después, los miembros de la Ethnike Hetairía atacaron las posiciones turcas en Macedonia, incitando a Turquía a declarar la guerra, conflicto para el que Grecia no estaba preparada. Tras varias semanas de lucha, el ejército griego huyó ante las tropas turcas. Las grandes potencias evitaron el desastre total, y Rusia pidió a los turcos poner fin a la lucha. Grecia tuvo que indemnizar a Turquía con una fuerte cantidad, lo que empeoró aún más su precario estado financiero y su deuda externa la expuso aún más al control de las potencias europeas. En 1898 las potencias obligaron a Turquía a desmantelar su ejército en Creta; el príncipe Jorge (1869-1957), segundo hijo de Jorge I, fue nombrado alto comisionado de Creta bajo la protección de las potencias. Durante los siguientes diez años, Creta sufrió graves conflictos internos, consecuencia directa de la oposición de las potencias a su unión con Grecia. Las desavenencias entre el príncipe Jorge y Eleuterios Venizelos, el líder político defensor de la integración de Creta en Grecia, llevaron al príncipe a abdicar en 1906. Dos años después, la asamblea cretense proclamó la tan deseada unión. Las potencias, a su pesar, retiraron sus fuerzas de la isla y, en 1912, representantes cretenses se sentaban por primera vez en la cámara legislativa griega.

Mientras tanto, la cuestión de Macedonia se había complicado, pues Grecia no era el único país balcánico que ambicionaba esta región. La progresiva desintegración del Imperio otomano estimulaba las corrientes nacionalistas que surgieron en los Balcanes. Durante casi todo el siglo XIX, los incipientes estados balcánicos mantenían relaciones de paz entre sí, basadas en su mutuo antagonismo con Turquía; formaron alianzas y se contempló incluso la posibilidad de crear una confederación de estados balcánicos. No obstante, el reparto de Macedonia provocó grandes desacuerdos. El conflicto entre las distintas ambiciones políticas fue el resultado del énfasis dado a las diferencias religiosas entre musulmanes y cristianos, que provocó las disputas entre algunos pueblos balcánicos. En 1903, estalló una insurrección en Macedonia, cuyo objeto era obtener la unión con Bulgaria. Grecia decidió ayudar a Turquía en secreto y animó a las guerrillas griegas a cruzar la frontera y atacar a los búlgaros y vlachs de Macedonia. Turquía, dispuesta a restaurar el orden y asentar su hegemonía, envió en 1912 tropas para erradicar todos los grupos bélicos. Con esta acción, Grecia, Bulgaria, Serbia y Montenegro olvidaron sus desavenencias y formaron alianzas militares, declarando la guerra a Turquía (véase Guerras Balcánicas). Turquía fue derrotada en la primera Guerra Balcánica (1912-1913); mediante las condiciones del Tratado de Londres cedió sus territorios de Creta y la Europa continental, excepto una pequeña región que comprendía Estambul. La disconformidad sobre el reparto del anterior territorio turco entre los aliados balcánicos condujo a la segunda Guerra Balcánica, en la que Grecia y Serbia lucharon contra Bulgaria. Esta última fue derrotada en un mes. El Tratado de Bucarest de 1913 duplicó la superficie y la población de Grecia, puesto que anexionó Macedonia, que incluía Salónica y Cavalla.

Al principio de la I Guerra Mundial, Grecia se declaró neutral. Pero la neutralidad absoluta era imposible. El rey Constantino I, hijo y sucesor de Jorge I, apoyó a Alemania en 1913. El dirigente de la facción proaliada era el primer ministro Eleuterios Venizelos que, después de la unión de Creta con Grecia, se había convertido en cabeza del Partido Liberal y en una de las figuras políticas más destacadas de Grecia. En 1915, el gobierno de Venizelos quiso ayudar a los aliados en dos ocasiones, pero en ambas el rey se lo impidió. En sucesivos ministerios, Constantino mantuvo relaciones tanto con los aliados como con los Imperios Centrales, evitando un compromiso abierto. En 1916, Venizelos marchó a Salónica, donde estableció un gobierno griego enfrentado a Constantino. Gran Bretaña y Francia reconocieron este gobierno. En 1917, las fuerzas aliadas obligaron al rey a abdicar en favor de su segundo hijo, Alejandro I; Venizelos regresó triunfante y Grecia participó en la guerra en el bando aliado.
Tras la Conferencia de Paz celebrada en París una vez finalizada la guerra, Grecia recibió Tracia occidental de Bulgaria, Tracia oriental de Turquía y la mayoría de las islas del mar Egeo, y reclamó además Esmirna (hoy Izmir). Las tropas griegas llegaron allí en 1919 y sostuvieron violentas luchas con la población y las tropas turcas.
El rey Alejandro I murió en 1920. Su hermano menor, Pablo, renunció al trono y el rey Constantino regresó, reafirmado por un plebiscito, a pesar de la desaprobación de los aliados. Debido a la consiguiente pérdida del apoyo aliado, la expedición a Esmirna en 1922 acabó en una completa derrota. El ejército se sublevó e impuso una dictadura militar bajo el general Nikolaos Plastiras. Constantino fue obligado a abdicar. Le sucedió su hijo mayor, Jorge II, pero el ejército le manejaba a su antojo. En 1923, según los términos del Tratado de Lausana, Esmirna fue devuelta a Turquía y más de un millón de residentes griegos en Asia Menor fueron repatriados, así como también lo fueron los residentes turcos en Grecia.
Los refugiados griegos, fuertemente antimonárquicos, y la poderosa facción militar se sublevaron sin descanso contra el rey, que en 1923 tuvo que abandonar Grecia bajo presión. Después del plebiscito que favorecía la implantación de un régimen republicano, el Parlamento proclamó en 1924 la república en Grecia. Lo que siguió fue un periodo de inestabilidad política. En 1925, el general Theodoros Pángalos tomó el control del gobierno. Un año después, fue elegido presidente y estableció un régimen dictatorial. En agosto de 1926, el golpe de Estado encabezado por el general Georgios Condylis expulsó a Pángalos. En las elecciones que tuvieron lugar unos meses después, la mayoría republicana era tan pequeña que debió formarse una coalición de la que formaba parte incluso el partido popular monárquico. El gobierno de coalición inició la redacción de una Constitución que se terminó en 1927, año en el que se promulgó la Constitución de la república. Pero el gobierno, que sufrió sucesivas crisis, había empezado a perder el control cuando, en 1928, Venizelos regresó al panorama político griego. Una vez nombrado primer ministro por el presidente de la República, el almirante Kunduriotis, Venizelos y su Partido Liberal obtuvieron en las elecciones generales de 1928 una extraordinaria victoria.

Durante los siguientes cuatro años, Venizelos trabajó por la estabilidad de Grecia, tanto interna como externa. En 1928, Grecia firmó un pacto de amistad con Italia y, un año más tarde, otro con Yugoslavia. En 1930 también firmó un tratado con Turquía. Su política interior, sin embargo, no tuvo tanto éxito. Aunque era un acérrimo partidario de la monarquía constitucional, su patriotismo le obligaba a apoyar la república nacional. De este modo, tanto los monárquicos como los republicanos más radicales se sintieron molestos. En 1932, se produjo una grave crisis económica provocada por la caída de la demanda exterior de productos griegos causada a su vez por la depresión mundial de la época. La desesperante situación económica se reflejaba en el desprestigio del gobierno de Venizelos y en su derrota en las elecciones de 1932. Durante los tres años siguientes, la cada vez más poderosa facción monárquica, liderada por Panyiotis Tsaldharis, y los venizelistas lucharon por obtener el control del gobierno. Una gran parte del ejército, fuertemente republicana, se rebeló en 1935 contra la corriente monárquica. Condylis, líder de la facción militar rival, sofocó la rebelión. Los dirigentes militares monárquicos forzaron la dimisión del primer ministro Tsaldharis, quien, a pesar de ser monárquico, había prometido defender la república. Condylis asumió por segunda vez poderes dictatoriales e influyó sobre el Parlamento para que votara por la restauración de la monarquía. El plebiscito, redactado y dirigido por el gobierno de Condylis, sostuvo el voto. La Constitución republicana de 1927 quedó de lado y se declaró a la fuerza la versión revisada de la Constitución monárquica de 1911. Jorge II regresó al trono a finales de 1935. El panorama político se volvió más complicado con las muertes de Condylis, Venizelos y Tsaldharis en los seis meses posteriores y el creciente malestar social y la aparición del movimiento comunista de los trabajadores. En 1936, el general Ioánnis Metaxás, cabeza del Partido de la Libertad de Opinión, que contaba con el apoyo del ejército, se hizo mediante un golpe de Estado en agosto de ese año con el control de la situación, y se convirtió en dictador, proclamando la ley marcial. La dictadura de Metaxás impuso una rígida censura de prensa, abolió los partidos políticos y los sindicatos y no aceptó ningún tipo de oposición.
Debido a la amenaza que suponía la ocupación italiana de Albania, Francia y Gran Bretaña garantizaron la seguridad de Grecia ante otra posible agresión por parte de Italia. A pesar de todo, las tropas italianas procedentes de Albania atacaron Grecia en octubre de 1940. No obstante, el ejército griego actuó con éxito. En diciembre ya habían expulsado del país a los invasores y habían tomado posesión de una parte de Albania. Pero los italianos fueron sustituidos por tropas alemanas, que vencieron a la resistencia griega en abril de 1941. Grecia se vio obligada a firmar el armisticio el 23 de abril, y cuatro días después los alemanes ocuparon Atenas. El gobierno griego se derrumbaba; Metaxás había muerto en enero, su sucesor se había suicidado tras la ocupación alemana. Se estableció un gobierno nacionalsocialista en Atenas. El rey Jorge huyó a Creta y, tras la ocupación alemana de la isla, estableció un gobierno en el exilio, primero en El Cairo y después en Londres.
La ocupación perjudicó mucho a Grecia. A finales de 1943, sufría el hambre y una grave inflación. Muchos grupos de la resistencia organizaban la lucha de guerrillas por todo el país. El más numeroso de ellos, de ideología izquierdista y que contaba con el apoyo de un 60-90% de la población, era el EAM (Ethnikon Apeleftherotikon Metopon, Frente Nacional de Liberación), una combinación de organizaciones políticas y sindicales. El EAM tenía ejército propio, el ELAS (Ethnikos Laikos Apeleftherotikos Stratos, Ejército Nacional Popular de Liberación). Menos eficiente era el EDES (Ethnikos Demokratikos Ellenikos Syndesmos, Ejército Nacional Democrático Griego), una organización de resistencia con un programa político más conservador. A finales de 1943, tras la invasión aliada de Italia y la perspectiva de la liberación de Grecia, el EAM y el EDES empezaron a luchar entre sí por el futuro control del país. Los británicos apoyaron en un principio al EAM, pero luego, temerosos de la implantación de un régimen comunista, decidieron apoyar firmemente al EDES. La disputa disminuyó en parte cuando en mayo de 1944 se acordó un gobierno de coalición.
En octubre de 1944, el ejército alemán se retiró de Grecia y el 18 de ese mes entró en Atenas el nuevo gobierno. Georgios Papandreu, primer ministro, pidió al ELAS que abandonara las armas y se reintegrara a la vida social, pero éste se negó. Las tensiones aumentaron y los británicos reforzaron sus propias tropas en Atenas.
En diciembre estalló la guerra entre el gobierno y el ELAS. En una manifestación de este grupo, la policía ateniense abrió fuego contra los manifestantes. El ELAS controló toda Grecia excepto un sector alrededor de Atenas ocupado por fuerzas británicas. Éstas ayudaron al ejército gubernamental, que logró una superioridad militar y, en diciembre de 1944, el arzobispo Damaskinos fue investido regente de Grecia, pendiente de plebiscito para determinar el futuro de la monarquía.
En febrero de 1945, el ELAS accedió finalmente a una tregua. A cambio de la disolución de su ejército, se le prometió libertad para realizar actividades políticas y se garantizó un ejército griego apolítico. En octubre de 1945, Grecia se convirtió en miembro de las Naciones Unidas.
Después de la guerra, las primeras elecciones generales tuvieron lugar en marzo de 1946. El resultado fue la victoria para los monárquicos populares, en una reñida competición con el EAM, que declaró que el proceso electoral había sido irregular. El plebiscito del 1 de septiembre de 1946, devolvió al rey Jorge II al trono. Meses después, Jorge II murió y le sucedió su hermano, Pablo I.
El creciente poder de las fuerzas comunistas en el norte de Grecia era un tema preocupante para el gobierno griego, que aseguraba que las guerrillas recibían ayuda de tres países incluidos en la esfera de influencia soviética: Albania, Bulgaria y Yugoslavia. La disputa entre estos tres países y Grecia se agravó con las respectivas reivindicaciones del territorio que se extendía a lo largo de su frontera común. Por los términos de los tratados redactados en la Conferencia de Paz de París de 1946, Grecia recibió de Italia las islas del Dodecaneso e indemnizaciones por valor de 45 millones de dólares de Bulgaria.
En febrero de 1947, Gran Bretaña, incapaz de seguir ayudando a Grecia debido a sus dificultades económicas, pidió a Estados Unidos que asumiera responsabilidades con el régimen griego que atravesaba momentos tan difíciles. El presidente estadounidense Harry S. Truman inició una política de ayuda, denominada ‘Doctrina Truman’, por la que se enviaron suministros militares y consejeros para apoyar a las fuerzas del gobierno y abastecer a la población civil. A pesar de la dura ofensiva gubernamental durante la primavera y el verano de 1948, los rebeldes consiguieron mantener sus principales bases, en concreto las de las regiones montañosas a lo largo de la frontera. El gobierno tomó algunos de los más importantes bastiones defensivos de los rebeldes en el verano de 1949; el 16 de octubre, el líder rebelde declaró que las operaciones contra el gobierno habían sido suspendidas.
La recuperación de la economía griega progresó a un ritmo constante después de la guerra civil. A finales de la década de 1950, la tasa de producción industrial era casi un 90% superior a la de 1939. En 1951, la OTAN aprobó el ingreso en su seno de Grecia y Turquía.
La inestabilidad del gobierno, consecuencia de los múltiples partidos políticos existentes, dominó el panorama político interior hasta finales de 1952. En las elecciones celebradas ese año, el partido Unión Helénica, grupo de ideología conservadora dirigido por el mariscal de campo Alexandros Papagos, obtuvo la mayoría parlamentaria (239 de 300 escaños). El 19 de noviembre, el nuevo gabinete y su primer ministro, Alexandros Papagos, tomaban posesión de sus cargos. Papagos murió en octubre de 1955 y fue relevado por Konstandínos Karamanlís. El 4 de enero de 1956, Karamanlís anunció la formación de un partido de nueva derecha, la Unión Nacional Radical (ERE), que sustituía al partido Unión Helénica, disuelto tras la muerte de Papagos. En las elecciones parlamentarias de febrero, la Unión Nacional Radical obtuvo 165 de los 300 escaños, aunque la Unión Democrática, coalición de los partidos de la oposición, consiguió la mayoría de los votos.
Durante la década de 1950, Grecia respaldó cada vez más el movimiento enosis (unión con Grecia) en la isla de Chipre, dominio británico desde 1878. La petición hecha por el gobierno de Papagos para la convocatoria de un plebiscito sobre la cuestión de la unificación fue rechazada por Gran Bretaña, por lo que Turquía insistió en que si los británicos se retiraban de Chipre, la isla pasaría a soberanía turca. No obstante, en 1955, Grecia, Gran Bretaña y Turquía iniciaron las conversaciones sobre el asunto de Chipre. En 1959, los tres gobiernos alcanzaban finalmente un acuerdo por el que Chipre pudo el 16 de agosto de 1960 proclamar su independencia.
A finales de 1961, se fundó la Unión de Centro, una nueva formación política creada a partir de la coalición de partidos de centro, bajo la dirección de Georgios Papandreu. Cuando Karamanlís obtuvo la mayoría legislativa en las elecciones generales del 29 de octubre, el nuevo partido se negó a reconocer al gobierno electo, alegando que se había ejercido coacción sobre los votantes. La oposición continuó hasta que, a mediados de abril de 1962, los partidarios de la Unión de Centro se enfrentaron a la policía griega durante una concentración. Karamanlís advirtió que si se reproducían nuevos intentos de suscitar desorden, éstos serían reprimidos. Un año después, la reina Federica y su hija la princesa Irene, durante su visita a Londres, fueron acosadas por los manifestantes que pedían la liberación de los presos comunistas y antimonárquicos encarcelados en Grecia durante la guerra civil. Para evitar que el incidente se repitiera, el primer ministro Karamanlís se opuso a la visita en verano de la familia real a Londres. Al ser ignorado, dimitió. Se celebraron nuevas elecciones el 3 de noviembre y la Unión de Centro obtuvo un estrecho margen que convertía a Georgios Papandreu en primer ministro. Éste rechazó el apoyo del partido comunista para gobernar y dimitió un mes más tarde; se convocaron nuevas elecciones en febrero de 1964 que esta vez otorgaron a la Unión de Centro una mayoría suficiente para gobernar en solitario, por lo que de nuevo Papandreu se convirtió en primer ministro.

Tras la muerte de Pablo I el 6 de marzo de 1964, su hijo subió al trono como Constantino II. En 1965, el nuevo monarca se vio envuelto en una gran crisis política. Papandreu soportaba una campaña de la derecha, que acusaba al gobierno de adoptar posturas débiles respecto de las actividades de los grupos procomunistas en Grecia y a la repatriación de los nacionales griegos de Rusia y sus satélites durante la guerra civil. Además, los periódicos de ideología derechista revelaron la existencia de un grupo armado llamado Aspida (escudo) compuesto por oficiales de tendencia presuntamente revolucionaria. El gobierno anunció que eliminaría del ejército toda influencia política y envió un decreto a Constantino capacitando al primer ministro para hacerse cargo del ministerio de Defensa. El rey, temiendo que un cambio en el ejército le privara del apoyo de los oficiales superiores, se negó a firmar el decreto. El 15 de julio de 1965, Papandreu amenazó con dimitir. Incluso antes de que éste lo hiciera, el rey nombró un nuevo ministro que no obtuvo el respaldo parlamentario. Otros intentos de formar gobierno fracasaron y finalmente, el 25 de septiembre, el viceprimer ministro Stefanos Stefanopoulos obtuvo la aprobación del Parlamento. Después de permanecer en el cargo menos de un año, Stefanopoulos perdió el apoyo de la Unión Nacional Radical y el 21 de diciembre de 1966 dimitió. Fue sustituido por Joannis Paraskevopoulos. Mientras, 28 oficiales del ejército acusados de ser miembros del Aspida y de preparar una conspiración para tomar el poder fueron juzgados. Andreas Papandreu, hijo del anterior presidente, también estaba implicado, pero, gracias a su inmunidad parlamentaria, no pudo ser juzgado. Después del juicio de los oficiales del ejército, de los cuales 15 fueron condenados a prisión, la Unión de Centro, en un intento por proteger a Andreas Papandreu, introdujo una ley por la que se extendía la inmunidad desde la disolución del Parlamento hasta la convocatoria de nuevas elecciones. La Unión Nacional Radical se opuso a la ley, y como resultado de la disputa, retiró su apoyo al gobierno. El 3 de abril de 1967, Paraskevopoulos fue sustituido como primer ministro por Panaiotis Kanellopoulos, líder de la Unión Radical. Kanellopoulos, enfrentado a la inestabilidad interna, disolvió el Parlamento el 14 de abril y convocó nuevas elecciones en mayo.
El 21 de abril, un grupo de oficiales del ejército se hizo con el poder. Miles de personas, especialmente comunistas, fueron arrestadas. Konstandinos Kolias, fiscal jefe del Tribunal Supremo, fue nombrado primer ministro. La junta militar promulgó una serie de decretos por los que se dejaban sin efecto las libertades civiles y se imponía la censura de prensa, se suspendían los partidos políticos y se ilegalizaban un gran número de organizaciones. Tras un intento fallido en diciembre de expulsar a la junta, el rey Constantino se exilió a Italia. Entonces, la junta creó un nuevo gabinete encabezado por el coronel Georgios Papadopoulos. El general Georgios Zoitakis fue nombrado virrey y regente. El 15 de marzo de 1968, Papadopoulos presentó el borrador de una nueva Constitución, más tarde revisada y ratificada por referéndum.
A partir de entonces, el denominado ‘régimen de los coroneles’ continuó en una línea de autoritarismo, arrestando a cientos de oponentes. Tras investigar las denuncias sobre la utilización de métodos de torturas con los prisioneros políticos, la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa resolvió que ésa era una ‘práctica ordinaria’ del gobierno. Grecia abandonó el Consejo antes de que se produjera su expulsión del mismo. Sin embargo, el gobierno logró en 1970 entablar relaciones más estrechas con los países comunistas, incluida la República Popular China.
A principios de la década de 1970, el gobierno restauró algunos de los derechos civiles que la junta había suspendido al tomar el poder. El 1 de junio de 1973, abolió la monarquía, proclamó la república y designó a Papadopoulos presidente de la misma hasta 1981. Después de su investidura en agosto, éste otorgó una extensa amnistía para los delitos políticos y prometió la celebración de elecciones en 1974. Un gabinete civil tomó posesión en octubre.
Las revueltas estudiantiles del otoño de 1973 contra el gobierno llevaron al gobierno a decretar de nuevo la ley marcial. El 25 de noviembre, los militares derrocaron a Papadopoulos, que no había conseguido mantener el orden, y nombraron al general Phaedon Ghizikis presidente. El golpe que expulsó al arzobispo Makarios de la presidencia de Chipre, y la consiguiente invasión turca de la isla, llevaron a la junta a retirarse en julio de 1974. Ghizikis rescató a Karamanlís de su exilio para formar el que sería primer gobierno civil desde 1967. Tras las elecciones de noviembre, Karamanlís, al frente del partido Nueva Democracia, formó un nuevo gobierno; Ghizikis dimitió en diciembre. El referéndum para restaurar la monarquía resultó negativo y en junio de 1975 se aprobaba una nueva Constitución republicana.
En noviembre de 1977, el gobierno convocó elecciones generales para decidir la futura entrada de Grecia en la Comunidad Económica Europea y la tensa relación con Turquía sobre Chipre y los derechos del petróleo. Ganó el partido Nueva Democracia, aunque sólo obtuvo una pequeña mayoría en el Parlamento. El Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), dirigido por Andreas Papandreu, fue la segunda fuerza parlamentaria.
Tras la crisis de Chipre en 1974, Grecia retiró sus tropas de la OTAN. Por otra parte, se renegociaron en 1975 y 1976 las condiciones para la presencia continuada de las bases militares estadounidenses en Grecia y, en 1980, el país volvió a ingresar en la OTAN.
Los principales problemas a los que se enfrentaba el gobierno en la década de 1980, seguían siendo la inflación y la disputa con Turquía, pero una pronta solución de ambas parecía poco probable. Karamanlís abandonó su cargo en mayo de 1980 cuando fue elegido presidente. Fue sucedido por el ministro de Asuntos Exteriores, Georgios Rallis, también de la Nueva Democracia, quien, en enero de 1981, presidió la entrada de Grecia en la Comunidad Económica Europea (hoy, Unión Europea). En las elecciones parlamentarias del octubre siguiente, el PASOK obtuvo una victoria decisiva y Papandreu se convirtió en el primer jefe de un gabinete socialista del país. En marzo de 1985, Khristos Sartzetakis, juez del Tribunal Supremo que tenía el respaldo del PASOK, fue elegido para suceder a Karamanlís como presidente de la República.
Papandreu perdió la mayoría parlamentaria en las elecciones de junio de 1989. Tzannis Tzannetakis, de la Nueva Democracia, se convirtió en primer ministro en coalición con los comunistas. Después de un periodo de transición, las elecciones de abril de 1990 dieron como resultado una mayoría conservadora, en la que el líder de la Nueva Democracia presidía el gobierno. En octubre de 1993, Papandreu regresó al poder al ganar el PASOK 170 de los 300 escaños en las elecciones parlamentarias. Las elecciones presidenciales indirectas tuvieron lugar en marzo de 1995. Kostis Stefanopoulos, el candidato apoyado por el PASOK, fue elegido nuevo presidente de Grecia para reemplazar a Karamanlís, que había servido dos mandatos en el cargo. Por otro lado, en enero de 1996, Costas Simitis sucedió a Andreas Papandreu como jefe de Gobierno.
Tras la división de Yugoslavia en 1991, la república yugoslava de Macedonia, en la frontera norte de Grecia, declaró su independencia y obtuvo el reconocimiento de las Naciones Unidas bajo el nombre de Ex-República Yugoslava de Macedonia. Estos cambios provocaron un enfrentamiento directo con Grecia, cuyo gobierno se oponía al nombre y símbolos del nuevo estado, sosteniendo que eran propios del histórico reino de Macedonia. La administración macedónica alegó que el nuevo país era un Estado Moderno en el que la mayoría de los habitantes eslavos se consideraban macedonios y que no albergaba pretensiones sobre la región griega del norte de Macedonia. La disputa terminó con el bloqueo económico de la Ex-República Yugoslava de Macedonia por parte de Grecia a principios de 1994. Esto contribuyó a la desestabilización de la frágil república, mientras que la mediación internacional no consiguió resolver la disputa. Gracias a la mediación internacional, los ministros de Asuntos Exteriores de Grecia y la Ex-República Yugoslava de Macedonia firmaron un acuerdo provisional sobre relaciones mutuas, en el que se reconocían las fronteras existentes y se establecían vínculos diplomáticos. Grecia levantó el embargo impuesto, y la Ex-República Yugoslava de Macedonia eliminó de su bandera el escudo adoptado tras la independencia, el Sol de Vergina, y que los griegos consideraban patrimonio suyo. Las negociaciones continuaron con el fin de determinar el nombre oficial de la antigua república yugoslava.
Grecia también se involucró en las disputas con Albania tras la caída del régimen comunista en ese país. El conflicto reavivó la cuestión de la minoría griega existente en Albania. Mientras que Atenas proclamaba que esta población estaba sujeta a persecuciones, el gobierno albanés aseguró que los círculos nacionalistas de Grecia estaban provocando la crisis y buscaban anexionar las regiones del sur de Albania, conocidas en Grecia como Epiro Norte. En ese ambiente de tensión, las tropas griegas abrieron fuego contra refugiados albaneses, miles de trabajadores ilegales albaneses fueron expulsados de Grecia y cinco líderes de minorías griegas en Albania, acusados de espionaje y tráfico de armas, fueron encarcelados. En marzo de 1995 la policía griega arrestó a miembros de un grupo terrorista de ideología ultraderechista, el Frente de Liberación de Epiro Norte, cuyos miembros reivindicaron el asesinato de varios soldados albaneses. Estos arrestos fueron vistos como un intento por reducir la tensión con Albania.
Durante el conflicto bélico que se desencadenó a raíz de la crisis de Kosovo, las autoridades griegas mantuvieron una actitud equidistante: en tanto que miembro de la OTAN, el gobierno colaboró con los países de la Alianza en su estrategia contra el régimen de Slobodan Milosevic; pero en tanto que nación vecina de Serbia, con la que de manera tradicional ha mantenido fuertes vínculos (ambos países tienen poblaciones mayoritariamente cristianas ortodoxas), intentó alcanzar una solución negociada que garantizara la coexistencia pacífica en la región.
Stefanopoulos fue reelegido mayoritariamente presidente de la República por los miembros del Parlamento, el 8 de febrero de 2000. Un mes más tarde, el PASOK, con el 43,7% de los votos emitidos, obtuvo una victoria mínima que, no obstante, dado el sistema electoral griego, le permitió alcanzar la mayoría absoluta y a Costas Simitis mantenerse al frente del gobierno. Por su parte, la conservadora Nueva Democracia logró el 42,7% de los sufragios.
La hegemonía socialista vio su fin tras los comicios del 7 de marzo de 2004. En ellos, el PASOK, ahora liderado por el ministro de Asuntos Exteriores, Yorgos Papandreu (hijo de Andreas Papandreu), fue derrotado por Nueva Democracia, cuyo candidato, Costas Karamanlís, sucedió a Simitis en la jefatura del gobierno tres días después. En febrero de 2005, el Parlamento eligió presidente del país a Karolos Papoulias, el cual tomó posesión del cargo, sustituyendo a Kostis Stefanopoulos, el 12 de marzo. El 19 de abril de ese mismo año, la cámara aprobó por mayoría absoluta el texto de la Constitución europea, emanada el año anterior, y se convirtió en uno de los primeros países que ratificaba la llamada a ser Carta Magna de la Unión Europea.
La sociedad griega vivió trágicos momentos en el verano de 2007. Como consecuencia de los millares de incendios forestales declarados entre junio y agosto en diversas zonas (especialmente damnificada resultó la península del Peloponeso), el país padeció una situación catástrófica que, amén de las más de 600.000 hectáreas de terreno calcinadas, tuvo un elevado coste humano (más de 60 víctimas mortales a finales de agosto y gran número de personas que perdieron sus hogares). Estos acontecimientos generaron aceradas críticas al ejecutivo de Karamanlís, acusado de ineficacia en la gestión de la crisis. Pese al desgaste sufrido por el gobierno como consecuencia de estos hechos, en las elecciones legislativas del 16 de septiembre de ese año, la victoria fue para Nueva Democracia, que obtuvo 152 escaños (por 102 del PASOK), lo que permitió a Karamanlís conformar un nuevo gabinete.