Siria (nombre oficial, Al-Jumhuriya al-‘Arabiya as-Suriya, República Árabe Siria), república del suroeste de Asia, limita al norte con Turquía, al este con Irak, al sur con Jordania e Israel, y al oeste con Líbano y el mar Mediterráneo. Tiene una superficie de 185.180 km². La capital y mayor ciudad es Damasco.
Siria tiene una distancia máxima de este a oeste de 830 km y de 740 km de norte a sur. A lo largo de la costa mediterránea (193 km), se extiende una estrecha llanura que penetra 32 km hacia el interior. Paralela a esta llanura se encuentra el Yebal an-Nusayriyah, una estrecha cordillera de montañas y colinas, al sur de la cual y a lo largo de la frontera con el Líbano, están las montañas del Antilíbano, donde se localiza el monte Hermón (2.814 m), el punto más alto del país. La cordillera del Antilíbano va disminuyendo al internarse en la región ondulada de los Altos del Golán (invadidos por Israel en 1967 durante el transcurso de la Guerra de los Seis Días) en la zona suroccidental de Siria. La mayor parte del resto del país la ocupa una meseta que está dividida en el noreste por el valle del río Éufrates (conocido en Siria como al-Furat). La superficie de la meseta situada al norte del Éufrates conforma la llanura de al-Jazirah y la meseta semicircular del sureste es el desierto Sirio.
El Éufrates, el río más largo de Siria, fluye diagonalmente atravesando el país desde Turquía en el norte hasta Irak en el este. El segundo río más largo, el Orontes, nace en la parte libanesa de las montañas del Antilíbano y se dirige hacia el sur a través del oeste de Siria hasta alcanzar Turquía.
Al oeste del Yebal an-Nusayriyah, Siria tiene un clima mediterráneo, caracterizado por veranos cálidos e inviernos templados y húmedos. La precipitación anual oscila de 500 a 1000 mm en la costa, de 250 a 500 mm entre Alepo y Damasco, y de 127 a menos de 25 mm en el desierto del sureste. La temperatura media en invierno es de 4 °C y en verano de 30 °C. Las variaciones regionales de temperatura son mínimas; en Alepo, en el noroeste, la temperatura de agosto es de unos 30 ºC y en enero de 4,4 ºC de promedio. En Tadmor (la antigua Palmira), en la región central al borde del desierto sirio, las temperaturas alcanzan unos promedios de 30,8 ºC en agosto y alrededor de 6,4 ºC en enero.
Siria tiene comparativamente pocas zonas de vegetación natural. En conjunto, las zonas no cultivables son demasiado secas para mantener vida vegetal y prácticamente todas las zonas cultivables han sido despojadas de la cubierta natural. Sin embargo, a lo largo de la costa se pueden encontrar algunos carrizos, flores silvestres, árboles y arbustos, como el espino y el tamarisco. En las montañas del Antilíbano hay bosques de pino de Alepo, roble sirio y valón.
Entre los mamíferos se encuentran antílope, ciervo, gato montés, puercoespín, ardilla y liebre. Las aves más destacadas son flamenco, pelícano, avutarda, avestruz, águila y halcón. En el desierto se pueden encontrar lagartos y camaleones.
Siria está poblada principalmente por árabes que constituyen aproximadamente el 90% de la población. Los grupos minoritarios mayores son los kurdos —la mayoría pastores concentrados a lo largo de la frontera turca— y los armenios, que habitan principalmente en las grandes ciudades. El desierto Sirio es el sector del país más dispersamente poblado. El área con mayor densidad de población del país es el sector occidental.
La inmensa mayoría de la población siria practica la rama suní del islam. Otros grupos musulmanes son los alauitas, los ismailíes y los chiitas; en cuanto a los no musulmanes, la mayoría son cristianos, principalmente griegos y armenios ortodoxos. Entre las minorías religiosas se encuentran los drusos, que siguen una religión afín al islam, y una comunidad de no más de 4.000 judíos.
Siria es un país principalmente agrícola y la mayoría de la población activa trabaja en campos de cultivo o se dedica al pastoreo de supervivencia. El país tiene 6 millones de ha de superficie cultivada, lo que supone un 31,2% del área total, y alrededor de 8,3 millones de ha de praderas que sirven para pastos. La mayoría de los terrenos cultivados son irrigables, pero grandes áreas no se explotan debido a la carencia de agua. El regadío es necesario incluso en muchas regiones que reciben importantes cantidades anuales de precipitaciones, ya que la mayor parte de las lluvias se producen en invierno y no durante la estación de crecimiento de los cultivos. La mayoría de los terrenos cultivados están sobreexplotados, debido al uso insuficiente de fertilizantes y al fracaso de la rotación de cultivos; un gran proyecto de regadío en el valle del río Éufrates pretende poner en cultivo otras 640.000 ha. El presupuesto nacional anual para 1999 establecía unos 17.470 millones de dólares de ingresos y un desembolso de 17.470 millones de dólares. El país depende en gran medida de la ayuda de los principales Estados árabes productores de petróleo.
La unidad monetaria oficial es la libra siria, dividida en 100 piastras (11,20 libras equivalían a 1 dólar estadounidense en 2006). Antiguamente, las compañías extranjeras controlaban la banca siria; después de conseguir la independencia en 1946, los bancos de propiedad estatal comenzaron a controlar las operaciones financieras nacionales. Hasta 1956 el mayor banco comercial de Siria de propiedad francesa, el Banco de Siria y del Líbano se encargaba de la emisión de la moneda. En ese año, el gobierno sirio estableció un nuevo banco de propiedad estatal, el Banco Central de Siria, y le asignó entre otras funciones la de emitir la moneda del país.
La Constitución interina promulgada en 1964 (suspendida en 1966) declaraba a Siria como una república socialista democrática. En 1971 el presidente del Estado, el general Hafiz al-Assad, decretó una Constitución provisional. En 1973 se aprobó por referéndum una Constitución permanente que instituía la Asamblea del Pueblo como cuerpo legislativo nacional.
Se cree que alrededor del 1810 a.C. el rey Samsi-Adat I (que reinó desde 1813 hasta 1780 a.C. aproximadamente) de Asiria estableció su capital, Shubat Enlil, en lo que hoy es Tell Leilan, en el extremo noreste de Siria. Hammurabi de Babilonia conquistó posteriormente el reino y más tarde Egipto compartió con Babilonia su influencia en la región. Los egipcios y los hititas conquistaron sucesivamente partes de Siria y en el siglo VIII a.C. lo hicieron los asirios. En el siglo VI a.C. la región pasó primero a los caldeos y después a los persas (538 a.C.). Alejandro III el Magno convirtió Siria en parte de su Imperio entre el 333 y el 332 a.C. y a finales del siglo IV a.C. pasó a manos de Seleuco I Nicátor, uno de los generales de Alejandro, que estableció la capital en Antioquía. Durante el siglo III a.C. los Tolomeos de Egipto y los Seléucidas se enfrentaron por la posesión de la Siria meridional y Palestina; ambas regiones así como la mayor parte de Asia occidental pasaron a los Seléucidas, cuyo dominio se conoció como el reino de Siria. En el 64 a.C. Siria se convirtió en una provincia romana tras su conquista por Pompeyo Magno. Gozó de una gran prosperidad sólo perturbada por los ataques de los partos (57-41 a.C.) y de los reyes Sasánidas de Persia (257-267 d.C.).
Después de la división del Imperio romano (395 d.C.) —el Imperio de Occidente con su capital en Roma y el Imperio de Oriente (o Imperio bizantino) con capital en Constantinopla— Siria permaneció siendo una provincia bizantina durante 240 años. Fue conquistada por los árabes en el 636 convirtiéndose en uno de los centros islámicos más destacados; en el 661 Damasco pasó a ser la sede del poder de los califas omeyas y se transformó en una de las ciudades más importantes y espléndidas del mundo musulmán. Posteriormente los califas Abasíes trasladaron su residencia a Bagdad, la actual capital de Irak, provocando la progresiva decadencia de Siria.
En 1099 los cruzados incorporaron parte de la región al reino latino de Jerusalén y parte al principado de Antioquía. En una campaña posterior (1174-1187), Saladino, sultán de Egipto, conquistó Siria y acabó con la presencia cristiana en Jerusalén. La gran cantidad de guerras centradas en Siria durante la época de las Cruzadas empobrecieron la tierra y diezmaron su población; la invasión de los mongoles, cuyas primeras tentativas tuvieron lugar en 1260, se completó en 1401 con la destrucción de Damasco, y supuso su ruina definitiva.
Los turcos otomanos incorporaron la región a su Imperio en 1516 y permaneció bajo su poder durante los cuatro siglos siguientes. La importancia del territorio, atravesado por rutas comerciales terrestres hacia Oriente, se vio muy reducida con la apertura del canal de Suez en 1869.
Durante los primeros años del siglo XX tuvieron lugar importantes movimientos nacionalistas árabes en muchas zonas del Imperio otomano. Cuando estalló la I Guerra Mundial (1914-1918) y Turquía tomó partido del lado de las potencias centrales, los aliados (con el fin de conseguir apoyo contra Turquía) ofrecieron a los árabes la esperanza de la independencia tras la guerra. En enero de 1916, según los términos de la correspondencia entre el gobierno británico y Husein ibn Alí, gran jerife (perteneciente a la familia de Mahoma) de La Meca, este último prometió la participación árabe en la guerra del lado de los aliados a cambio de la garantía británica de la independencia de todos los territorios árabes al sur de una línea que correspondería de forma aproximada a lo que en la actualidad son las fronteras septentrionales de Siria e Irak. A pesar del acuerdo, en mayo del mismo año Gran Bretaña y Francia llegaron a un pacto secreto (conocido como acuerdo Sykes-Picot) por el que se acordaba crear áreas de influencia británica y francesa en la mayoría de los territorios árabes bajo dominio turco. La superficie actual de Siria y Líbano correspondieron a Francia, y la de Israel y Jordania a Gran Bretaña.
Los árabes, aliados a los británicos y a los franceses, lucharon contra los turcos durante el resto de la guerra y participaron en la toma de Damasco en 1918 y el emir Faisal se proclamó rey; sin embargo, en 1919, las fuerzas británicas se retiraron del área asignada a Francia y dejaron el control a las tropas francesas. Al año siguiente la Sociedad de Naciones garantizó un mandato sobre estos territorios a Francia, que consideraba que Siria y Líbano conseguirían la independencia en un espacio de tiempo razonablemente corto.
El sentimiento anti turco en Siria se convirtió pronto en un sentimiento anti francés y en un nacionalismo más determinado. Los franceses sofocaron una rebelión armada en 1920 y un segundo levantamiento más organizado entre 1925 y 1927. En 1938, poco después de que se alcanzara un acuerdo que daba a Siria una independencia sustancial, el gobierno francés se negó a ratificar el tratado, por considerar la zona de especial importancia estratégica. Al año siguiente Francia cedió a Turquía el anterior distrito administrativo turco o sanjacado (sanjak) de Alexandretta (Iskenderun), en el que se encuentra la antigua capital siria de Antioquía.
Estos sucesos aumentaron la hostilidad siria hacia Francia. No obstante, muchas de las figuras políticas destacadas de Siria declararon su lealtad a Francia y a los aliados cuando estalló la II Guerra Mundial en 1939. Después de la rendición de Francia a Alemania en 1940, Siria pasó a manos del régimen de Vichy. Las fuerzas británicas y las de la Francia Libre invadieron y ocuparon Siria en 1941. Ese mismo año el gobierno de la Francia Libre reconoció formalmente la independencia de Siria, pero mantuvo la ocupación del país. Las elecciones celebradas en 1943 permitieron la formación de un gobierno presidido por el nacionalista Shukri al-Kuwatli, uno de los dirigentes del levantamiento de 1925-1927 contra los franceses. Al finalizar la II Guerra Mundial en 1945, Francia siguió intentando mantener su influencia sobre Siria. Los levantamientos en demanda de independencia sólo se sofocaron tras la intervención militar británica a favor de los franceses y la retirada de todas las tropas y del personal administrativo francés; en 1946, las unidades británicas abandonaron Siria. El país fue miembro fundacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El periodo de posguerra estuvo marcado por una seria inestabilidad política. En 1944 se inició el movimiento de la 'Gran Siria' para fundar un estado árabe que englobaría Líbano, Siria y las actuales Jordania e Israel. Sin embargo, muchos sirios se oponían, temerosos de que Siria quedara absorbida en un gran estado árabe donde perdiera su identidad nacional. No obstante, el movimiento impulsó la adhesión siria a la Liga Árabe, que se formó en un principio para prevenir la creación de un Estado judío en Palestina. Siria participó en la guerra de 1948 que enfrentó a las fuerzas árabes y al recién creado Estado de Israel; la guerra concluyó con un armisticio en julio de ese mismo año. El 30 de marzo de 1949 una junta militar dirigida por el general Husni al-Zaim, miembro de la minoría kurda, se hizo con el poder. Otra junta militar derrocó en agosto al nuevo régimen, que era esencialmente una dictadura y muy impopular, y Zaim fue ejecutado. En noviembre se celebraron elecciones generales para formar una Asamblea Constituyente, pero un tercer golpe de Estado, encabezado por el coronel Adib al-Sisakli, antiguo jefe de policía y destacado dirigente de la seguridad nacional, tuvo lugar en diciembre. La Asamblea Constituyente promulgó una nueva Constitución en septiembre de 1950 y, asumiendo la responsabilidad como Cámara de Diputados, eligió al jefe del gobierno provisional Hasim al-Atasi, un respetable político de edad, para la presidencia del país.
Las fuerzas fronterizas de Siria e Israel chocaron en numerosas ocasiones en la primavera de 1951. Las hostilidades, provocadas por la oposición siria a un proyecto de regadío israelí en la zona desmilitarizada entre los dos países, cesaron el 15 de mayo después de la mediación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Las sucesivas crisis gubernamentales durante 1951 culminaron el 29 de noviembre en otro golpe de Estado ideado por Sisakli. El presidente Atasi dimitió poco después y Sisakli y sus partidarios formaron gobierno. Se promulgó una nueva Constitución en 1953, fueron reprimidas severamente las libertades civiles y Sisakli gobernó el país como dictador hasta marzo de 1954, cuando fue destituido por otro grupo militar que restituyó a Atasi como presidente, reorganizó la Cámara de Diputados de 1949 y restauró la Constitución de 1950.
Después de 1954, Siria desarrolló una política anti occidental y cercana a las tesis soviéticas. El gobierno protestó enérgicamente en 1955 contra la creación del Pacto de Bagdad, una alianza defensiva formada ese año por Turquía, Irak, Irán, Pakistán y Gran Bretaña.
En julio de 1956, la Cámara de Diputados siria aprobó el establecimiento de un comité para negociar los términos de una posible federación con Egipto. Los ataques a Egipto en octubre y noviembre de 1956 de Israel, Gran Bretaña y Francia (durante la crisis del canal de Suez) sirvieron para intensificar el crecimiento del resentimiento sirio hacia Occidente.
Siria denunció la denominada Doctrina Eisenhower, promulgada en enero de 1957 para combatir la presencia comunista en Oriente Próximo. En septiembre, Siria acusó a Turquía de concentrar tropas en la frontera común que serviría de apoyo a un hipotético ataque de Estados Unidos a Siria. La URSS apoyó la acusación siria y el asunto se llevó ante la Asamblea General de la ONU en octubre. La reclamación siria se retiró con el consentimiento de los interesados antes de que la ONU llevara a cabo ninguna acción. A lo largo de 1957 Siria aceptó un incremento de ayuda militar y económica por parte de la URSS que en octubre se amplió a un periodo de 12 años, con el fin de realizar varios proyectos a gran escala que permitieran el desarrollo del país.
El 21 de febrero de 1958, un plebiscito celebrado en Siria y Egipto dio la aprobación casi unánime a la federación de los dos países con el nombre de República Árabe Unida (RAU), con el dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser como presidente de la misma. Al mes siguiente, Nasser disolvió todos los partidos políticos sirios (incluso al Partido Comunista) y destituyó a los mandos militares pro soviéticos.
Según un sistema de reforma agraria introducido en septiembre, las tenencias individuales se limitaron a 80 ha de regadío y 300 hectáreas de secano.
El 7 octubre se abolieron los ministerios independientes de Siria y Egipto en favor de los ministerios comunes con sede en El Cairo. La primera distribución de las tierras confiscadas en cumplimiento de la reforma agraria tuvo lugar en Siria el 23 de febrero de 1959; sin embargo, las elecciones para los consejos locales, celebradas el 8 de julio, supusieron un importante contratiempo para los socialistas en Siria lo que obligó a Nasser, el 18 de marzo de 1960, a incorporar a varios sirios en su gobierno con el fin de fortalecer su poder en el país. La Unión Nacional, el único partido legal de la RAU, celebró su primer congreso en El Cairo durante julio. El 16 de agosto de 1961 se dio otro paso hacia la unificación: el establecimiento de un único gabinete para la RAU. Mientras tanto, una política vigorosa de nacionalizaciones, que afectó a las líneas navieras y a los bancos y compañías de seguros, intensificó la oposición conservadora a la unión con Egipto. Varias unidades del Ejército se apoderaron de Damasco el 28 de septiembre y al día siguiente proclamaron el abandono de Siria de la RAU. Nasser decidió no hacer frente al nuevo régimen.
A principios de diciembre de 1961, un referéndum aprobó una Constitución provisional y se instauró un gobierno nacional. Un golpe de Estado incruento derrocó este gobierno el 8 de marzo de 1963 y asumió el control un Consejo Nacional Revolucionario. El general de división Amin el-Hafez, antiguo agregado militar en Argentina, se convirtió en el presidente del Consejo Nacional.
En mayo de 1964 el Consejo Nacional fue sustituido por un Consejo Presidencial formado por tres miembros civiles y dos militares con plenos poderes ejecutivos. Las tensiones en el seno del partido Baaz en el poder, especialmente entre los miembros civiles más antiguos y los oficiales del Ejército más jóvenes y radicales, aumentaron continuamente en 1964 y a lo largo de 1965. En febrero de 1966 los radicales tomaron el poder, arrestaron a varios de los dirigentes del partido Baaz y colocaron al frente del Estado a Nur al-Din al-Atasi, antiguo diputado y primer ministro.
En julio y septiembre de 1966, dos intentos fallidos de derrocar el régimen fueron seguidos por amplias purgas en el Ejército y en el partido. El 4 de noviembre de 1966, Siria y Egipto firmaron un acuerdo militar dirigido contra Israel, consecuencia del incremento de la tensión en la frontera entre Siria e Israel. Durante 1966 y principios de 1967, los ataques de la guerrilla palestina con base en Siria y las represalias israelíes transgredieron repetidamente la frontera; estos incidentes fronterizos fueron un eslabón más de una cadena de sucesos que condujo a la guerra de los Seis Días entre Israel y los Estados árabes en 1967. Durante el conflicto las fuerzas israelíes tomaron las posiciones sirias de los Altos del Golán, avanzaron rápidamente y ocuparon al-Qunaytira, a sólo 65 km de Damasco. El 10 de junio se aceptó la proposición de alto el fuego por parte de las Naciones Unidas y se destacaron varios observadores entre las fuerzas israelíes y las sirias. Gran Bretaña y Estados Unidos apoyaron activamente a Israel y por esta razón Siria rompió las relaciones con ambos países el 6 de junio.
El general Hafiz al-Assad tomó el poder en noviembre de 1970, se convirtió en presidente en marzo de 1971 y formó un nuevo gabinete en diciembre de 1972, en el que dio más de la mitad de los ministerios a los seguidores del partido Baaz y dividió el resto entre los otros partidos.
Durante la guerra del Yom Kipur en octubre de 1973, las tropas sirias atacaron las posiciones israelíes en los Altos del Golán, mientras que Egipto luchaba a lo largo del canal de Suez. Tras las primeras conquistas sirias, Israel expulsó a los sirios de los Altos del Golán y avanzó hasta llegar a 32 km de Damasco. Siria aceptó con retraso el alto el fuego propuesto por la ONU, que los otros beligerantes ya habían aceptado, pero se negó a discutir los intercambios de prisioneros. Después de la mediación del estadounidense Henry Kissinger, secretario de Estado, Siria e Israel firmaron un acuerdo en mayo de 1974; el acuerdo establecía una zona neutral, patrullada por fuerzas de la ONU, y la repatriación de los prisioneros de guerra. En junio Siria y Estados Unidos restablecieron las relaciones diplomáticas, que se habían roto en 1967.
En 1975 debido al evidente acuerdo bilateral entre Egipto e Israel, Siria estableció estrechas relaciones con Jordania. Al año siguiente Siria intervino en la guerra civil del Líbano, donde quedó atrapada en un continuo conflicto. En 1980 Siria firmó un tratado de amistad y cooperación de 20 años con la URSS. Israel anexionó los Altos del Golán en 1981 y las fuerzas sirias e israelíes se enfrentaron al año siguiente cuando Israel invadió el sur del Líbano.
En el interior, los crecientes disturbios civiles sacudieron el régimen de Assad, protagonizados en su mayor parte por un grupo fundamentalista islámico, los Hermanos Musulmanes, que fue acusado de varios atentados. En 1982 las tropas gubernamentales aplastaron una rebelión a gran escala llevada a cabo por el grupo en Hama y sus alrededores, que redujo a ruinas la mayor parte de la ciudad. Gran Bretaña rompió las relaciones diplomáticas con Siria en 1986 y Estados Unidos impuso sanciones al gobierno sirio, a quien acusó de promover el terrorismo internacional. Siria fue uno de los pocos países árabes que apoyaron a Irán en su larga guerra con Irak durante la década de 1980. En febrero de 1987 Siria (que mantenía 25.000 soldados en el Líbano) envió 7.000 hombres al sector musulmán de Beirut en un intento de restaurar el orden entre las facciones opuestas.
Después de que Irak invadiera Kuwait en agosto de 1990, Siria envió tropas a Arabia Saudí y posteriormente se unió a la coalición internacional contra Irak en la guerra del Golfo Pérsico, colaborando con unos 21.000 hombres del Ejército de Tierra. En Líbano, un ataque dirigido por Siria en octubre acabó con la resistencia cristiana en Beirut oriental y reunificó la capital libanesa. Al mes siguiente Assad se reunió con el presidente estadounidense George Bush en Ginebra (Suiza) lo que mejoró las relaciones entre los dos países. En mayo de 1991 Siria y Líbano firmaron un tratado de amistad que establecía la cooperación entre ambos países. En 1994 Siria comenzó las negociaciones con Israel sobre los Altos del Golán; Israel ofreció la devolución del territorio conquistado en la guerra de los Seis Días de 1967, para normalizar las relaciones con Siria.
En octubre de 1998 se produjo una crisis entre Siria y Turquía que amenazó con convertirse en un conflicto abierto. Las tensiones entre ambos países estallaron cuando el presidente turco, Süleymán Demirel, anunció su intención de llevar a término represalias militares contra el Gobierno de Damasco por su continuado apoyo a la guerrilla independentista kurda. No obstante, los problemas entre Siria y Turquía ya habían comenzado en 1995, cuando el Gobierno turco redujo el caudal del río Éufrates y provocó penurias en el suministro de agua en Siria. Damasco acusó a Turquía de utilizar la cuota de agua del río que corresponde a Siria como medio de presión para conseguir objetivos políticos.
Tras arduas negociaciones auspiciadas por los países vecinos (dirigidos por Egipto), Siria y Turquía firmaron el día 22 de ese mes un acuerdo por el que Damasco se comprometía a no dar apoyo a la guerrilla separatista del PKK.
En otro orden de cosas, en febrero de 1999 el presidente sirio, Hafiz al-Assad, fue reelegido en el referéndum celebrado para confirmar su continuidad en el cargo hasta el año 2006. Recibió el apoyo de los siete partidos legalizados que participan en la coalición de gobierno, en tanto que la oposición hizo un llamamiento a no participar. Assad inició de este modo, y pese a su delicado estado de salud, su quinto mandato desde que accediera al poder en 1970 mediante un golpe de Estado contra el anterior presidente, Nur al-Din al-Atasi.
El plebiscito se celebró dos días más tarde de lo previsto, pues fue aplazado al producirse la muerte del rey Husayn I de Jordania. Assad asistió a las exequias del monarca y dio los primeros pasos para reconciliarse con Jordania a través del recién proclamado rey Abdalá II. Siria y Jordania mantenían tensas relaciones desde 1994, fecha de la firma del acuerdo de paz entre el reino hachemí e Israel.
Hafiz al-Assad falleció el 10 de junio de 2000 y, antes de que se hiciera pública su muerte, la Asamblea del Pueblo reformó la Constitución para posibilitar que su segundo hijo, Bachar al-Assad, pudiera sucederle como presidente de la República (la edad mínima para acceder al cargo era de 40 años y él tenía 34). Un día después, el presidente en funciones, Abdel Halim Jadam, firmó un decreto que promocionaba a Bachar a teniente general y le convertía en comandante supremo del Ejército. Asimismo, el Baaz, durante el congreso que celebró entre los días 17 y 20 de ese mismo mes, ratificó a Bachar como secretario general del partido y como candidato para suceder a su padre en la presidencia del Estado. La Asamblea del Pueblo aprobó dicha candidatura y, tras celebrarse el 10 de julio un referéndum popular (en el que el 97,29% de los votos fue favorable), Bachar juró el cargo el 17 de julio. A partir de ese momento, el nuevo presidente subrayó la necesidad de acabar con la corrupción y de iniciar una nueva etapa de modernización, reconciliación nacional y apertura del régimen instaurado por su padre. En este sentido, y antes incluso de que finalizara el año 2000, adoptó numerosas medidas muy significativas, tales como la liberación de numerosos presos políticos, la concesión de indultos a miles de presos comunes, la apertura del sistema bancario al sector privado y la creación de un mercado de valores, y el anuncio de la suspensión del estado de emergencia y la ley marcial, vigentes en Siria desde 1963.
En marzo de 2001, Assad se entrevistó con Yasir Arafat en el transcurso de un encuentro de líderes árabes en Jordania. Era la primera vez que los máximos dirigentes de Siria y la Autoridad Nacional Palestina se reunían desde 1993. En un discurso pronunciado en aquel foro, Assad anunció la reconciliación entre ambos. En mayo de ese mismo año, el papa Juan Pablo II visitó el país, y a continuación lo hizo el líder cubano, Fidel Castro. En junio, 25 años después del comienzo de la Guerra Civil libanesa, las tropas sirias se retiraron de Beirut. En noviembre, tras los ataques terroristas contra Estados Unidos, Assad y el primer ministro británico, Tony Blair, mantuvieron conversaciones relativas a la guerra contra el terrorismo, pero no alcanzaron ningún acuerdo. El estado de las cosas empeoró en mayo de 2002, cuando la administración estadounidense de George W. Bush incluyó a Siria en el que éste había denominado “eje del mal” (países que apoyaban a grupos terroristas o que tenían la capacidad de efectuar ataques con armas de destrucción masiva). Durante la guerra de Irak, iniciada en marzo de 2003, Siria no se sumó a la coalición de fuerzas aliadas lideradas por Estados Unidos y se opuso a la intervención armada. Al mes siguiente, una vez finalizado el conflicto, Estados Unidos señaló a Damasco por haber prestado apoyo al régimen de Saddam Husayn, desarrollar armas químicas, poseer armas de destrucción masiva procedentes de Irak, y respaldar a organizaciones islámicas radicales (como Hezbolá), acusaciones que fueron desmentidas por Assad.
En marzo de 2003 tuvieron lugar las primeras elecciones legislativas que se celebraban durante la presidencia de Bachar al-Assad. En ellas, el gubernamental Frente Nacional Progresista (en el que se encuadraba el Baaz) obtuvo 167 de los 250 escaños de la Asamblea legislativa. En septiembre, Assad aceptó la dimisión de Muhammad Mustafá Mero, primer ministro desde marzo de 2000, y nombró a Muhammad Naji al-Otari para sustituirlo.
Muy presionado por la comunidad internacional, el gobierno de Assad completó, en abril de 2005, la evacuación de las tropas que aún mantenía en territorio de Líbano. Se ponía así fin a casi treinta años de presencia militar siria en este país, en el que recientemente se habían producido numerosas manifestaciones y protestas reclamando esa retirada (asimismo dispuesta por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en su resolución 1.559, de septiembre de 2004), así como el fin de las presuntas injerencias sirias en la vida política libanesa.
En un referéndum celebrado en mayo de 2007, el 97,6% de los votantes manifestó su apoyo a Bachar al-Assad, quien permanecería en la presidencia siria durante los siguientes siete años.