Paises, banderas y mapas

Paises, Capitales y mucho más

martes, 10 de agosto de 2010

Rusia

Rusia (nombre oficial, Rossijskaja Federačija, Federación Rusa), república que se extiende por Europa oriental y el norte de Asia, establecida en diciembre de 1991, en la que se integran 20 repúblicas federadas de base étnica, 10 circunscripciones autónomas (okrugs) de base étnica, 49 regiones administrativas (oblasts), una región autónoma de base étnica, seis territorios administrativos (krajs) y las ciudades de Moscú y San Petersburgo, que poseen rango federal.

La actual Rusia fue en su día la República Socialista Soviética Federada de Rusia (RSSFR), integrada en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En términos de extensión geográfica, se trata del país más grande del mundo, con una superficie de 17.075.200 km², o lo que es lo mismo, más de una novena parte de la superficie del planeta. De norte a sur, abarca más de 4.000 km desde la frontera meridional, a lo largo de la cadena montañosa del Cáucaso, hasta las islas del Ártico, en el mar de Barents. De este a oeste, la distancia máxima es de casi 10.000 km, medidos desde la costa occidental del mar Báltico hasta la isla de Ratmánov (también conocida como Gran Diomedes), en el estrecho de Bering.
Por el norte, Rusia queda completamente rodeada por una serie de brazos del océano Glacial Ártico: los mares de Barents, Kara, Laptev, Siberia Oriental y Chukotka. Al este limita con varios brazos del océano Pacífico: el estrecho de Bering (que separa Rusia de Alaska), el mar de Bering, y por último los mares de Ojotsk y del Japón. Rusia tiene frontera con más países que ningún otro. El extremo suroccidental de Rusia linda con la zona nororiental de Corea del Norte. Al sur, limita con China, Mongolia, Kazajstán, Azerbaiyán, Georgia y el mar Negro; al suroeste, con Ucrania, al oeste con Polonia, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Estonia, el golfo de Finlandia y Finlandia, y al noroeste con Noruega.
Las islas más importantes están localizadas en aguas del Ártico y del Pacífico. En el océano Glacial Ártico se encuentran la Tierra de Francisco José, formada por unas cien islas, y de oeste a este, las dos islas que constituyen el archipiélago de Nueva Zembla, la isla de Vaigach, el grupo de islas que recibe el nombre de Tierra del Norte, las islas de Nueva Siberia y la isla de Wrangel; además existen otras islas mucho más pequeñas. En el océano Pacífico están localizadas las islas Kuriles, que se extienden en forma de arco hacia el suroeste, desde el extremo meridional de la península rusa de Kamchatka hasta Japón y la gran isla de Sajalín, que separa los mares de Ojotsk y del Japón.

Las islas más importantes están localizadas en aguas del Ártico y del Pacífico. En el océano Glacial Ártico se encuentran la Tierra de Francisco José, formada por unas cien islas, y de oeste a este, las dos islas que constituyen el archipiélago de Nueva Zembla, la isla de Vaigach, el grupo de islas que recibe el nombre de Tierra del Norte, las islas de Nueva Siberia y la isla de Wrangel; además existen otras islas mucho más pequeñas. En el océano Pacífico están localizadas las islas Kuriles, que se extienden en forma de arco hacia el suroeste, desde el extremo meridional de la península rusa de Kamchatka hasta Japón y la gran isla de Sajalín, que separa los mares de Ojotsk y del Japón.

La mayor parte de Rusia se extiende al norte del paralelo 50. Los recursos agrícolas están condicionados por el clima y, en menor medida, por los suelos. No obstante, la inmensidad del territorio y sus diferentes formaciones geológicas aportan una fuente de recursos minerales única en el mundo.
Las severas condiciones climáticas de Rusia son claro reflejo de su elevada latitud y de la ausencia de influencias marítimas moderadoras del tiempo. Los inviernos son largos y fríos, y los veranos, cortos y relativamente frescos. Las altas montañas que se localizan a lo largo del límite meridional de Rusia y Asia central no permiten la entrada de las masas de aire procedentes del trópico. Durante la estación invernal, el océano Glacial Ártico está helado hasta la altura de la costa y actúa más como una cubierta continental helada. Dado que el territorio se extiende en el cinturón de vientos del oeste, la influencia cálida del océano Pacífico apenas se deja notar en el interior. Esto ocurre de forma especial durante el invierno, cuando un núcleo de altas presiones localizado en Mongolia se extiende sobre Siberia y Rusia oriental.
La principal influencia marina procede del océano Atlántico, en el oeste, pero antes de que esta corriente llegue a Rusia, ya ha cruzado la totalidad de la parte occidental de Europa, lo cual modifica considerablemente sus efectos moderadores. Penetra en el continente más fácilmente durante el verano, cuando un sistema de bajas presiones está ubicado en el oeste de Europa; en ese momento el aire cálido y húmedo del Atlántico se desplaza hacia el este, hasta Siberia central. Es, pues, la principal masa de aire húmedo que llega a Rusia, y, consecuentemente, la casi totalidad del territorio recibe un buen aporte de precipitaciones estivales, muy beneficiosas para el sector agrícola, ya que, en la mayor parte de las regiones más productivas, el aporte de humedad es bastante escaso. No obstante, la aparición de las lluvias durante el verano no es siempre positiva; a veces, al principio del verano se producen sequías, mientras que, durante el resto de la época estival, se soportan lluvias que arruinan las cosechas, sobre todo en la región más oriental, con la afluencia de aire monzónico procedente del Pacífico. En las regiones septentrionales, especialmente hacia el norte de Moscú, son frecuentes los cielos constantemente cubiertos, particularmente durante el invierno, fenómeno que los rusos han denominado pasmurno, que podría traducirse como ‘tiempo triste y gris’. Como ejemplo de ello, de los treinta y un días del mes de diciembre, Moscú mantiene un promedio de veintitrés días de cielo completamente cubierto.
Las precipitaciones anuales en casi todas las regiones del país son muy escasas. Dado que la mayor parte de las veces el aire es frío, hay pocas posibilidades de que éste pueda llevar agua evaporada. En la llanura europea, el promedio anual de precipitaciones desciende desde algo más de 800 mm en el oeste de Rusia, hasta menos de 400 mm a lo largo de la costa del mar Caspio. En toda Siberia y en la región más oriental, el índice anual de precipitaciones oscila entre los 500 y los 800 mm; en las mayores elevaciones el total anual puede llegar a alcanzar los 1.000 mm o incluso más, mientras que en las cuencas interiores apenas sobrepasa los 300 mm anuales.
El clima de Rusia se caracteriza por sus temperaturas extremas. Las temperaturas más bajas del invierno se dan en Siberia oriental, pero en el oeste, el aire procedente del Atlántico modera en cierta medida estas rigurosas condiciones climáticas. Verjóiansk, en el extremo nororiental de Siberia, es conocida como el “polo frío del mundo”: en enero la temperatura alcanza un promedio de -48,9 ºC, aunque se han obtenido mínimas de -68 °C. A pesar de que las temperaturas absolutas durante el invierno son algo más altas a lo largo de las costas del Ártico y del Pacífico, los vientos son fuertes, y se han llegado a registrar temperaturas con viento helado de -50 ºC, en zonas de la costa ártica. Las mismas condiciones que provocan estas bajas temperaturas en invierno a lo largo del noreste del país —motivadas entre otras razones por la lejanía del mar y por los estrechos valles intramontanos— producen el estancamiento del aire en verano, que se calienta debido a la casi constante presencia de luz solar característica de estas latitudes en verano, característicos de estas elevadas latitudes. Durante el mes de julio, la temperatura media en Verjóiansk es de 15 ºC, aunque se han alcanzado máximas de 35 ºC; la ciudad cuenta con una amplitud térmica absoluta de 103 ºC aproximadamente, el mayor intervalo de temperaturas del mundo.
El territorio ruso abarca distintas zonas climáticas que, por norma general, se extienden a lo largo del país a modo de cinturones en sentido latitudinal. En la costa ártica, prevalece el clima de tundra que se extiende hacia el sur en las regiones más orientales y en las vertientes más altas. Al sur de esta zona, existe un ancho cinturón de clima subártico que avanza hacia el sur, hasta la ciudad de San Petersburgo, y se ensancha en el este de los Urales para envolver casi toda Siberia, incluida la mayor parte de la región llamada Extremo Oriente ruso, que se extiende a lo largo de la costa del Pacífico. Casi toda la Rusia europea está bajo la influencia de un clima continental más moderado; este cinturón es más ancho al oeste y se extiende desde el mar Báltico hasta el mar Negro, donde tiende a estrecharse hacia el este para englobar una limitada banda de las tierras bajas meridionales de Siberia occidental; también se encuentra este tipo de clima en el sector suroriental del Extremo Oriente ruso. Moscú, que está localizada en la zona de clima continental, tiene una temperatura cuyo promedio es en enero de -13 ºC y de 18 ºC en julio. En Vladivostok (en la parte suroriental de Rusia), estas temperaturas son de -14 ºC en el mes de enero y de 19 ºC en julio.
El ancho cinturón de clima seco de estepa caracterizado por sus fríos inviernos se inicia en el mar Negro para luego extenderse hacia el noreste por la llanura al norte del Cáucaso, el valle del Volga, el sur de los Urales y la parte suroccidental de Siberia; continúa después hacia el este, englobando cuencas aisladas en los márgenes de Siberia.
La vegetación y los suelos de Rusia guardan relación con las diferentes zonas climáticas del país. Al norte se extiende la tundra, con musgos, líquenes y abedules enanos, pues los veranos son demasiado fríos para que crezcan los árboles. El permafrost o suelo permanentemente helado, es característico de esta región. Incluso durante el verano la tierra continúa helada, con la sola excepción de una fina capa de suelo, que sustenta las escasas plantas de la zona.
Los bosques cubren el 47% del suelo ruso, la mayor parte pertenecen a la zona asiática. En conjunto, el territorio forestal ruso constituye alrededor de una cuarta parte de los bosques mundiales. Esta zona forestal se divide en el bosque boreal o taiga en las zonas septentrionales y un área mucho más pequeña ocupada por el bosque mixto.
La taiga se localiza al sur de la tundra y ocupa dos quintas partes del norte de la Rusia europea, aunque se extiende hacia Siberia y Rusia oriental; casi toda esta región está también bajo los efectos del permafrost. La zona de la taiga está ocupada mayoritariamente por coníferas, aunque en algunas regiones hay árboles de hoja pequeña como el abedul, el álamo blanco, el álamo temblón y el sauce. En el extremo noroccidental de la zona europea, prevalece la taiga dominada por distintas variedades de pinos, aunque abetos y abedules también se hallan presentes. Hacia el este, en la vertiente occidental de los Urales, aún crecen los pinos, pero los abetos aparecen como la especie dominante, mientras que en otras regiones, el abedul es casi la única especie existente. La taiga de las tierras bajas de Siberia occidental está formada por varias especies de pinos, aunque en las márgenes de los bosques predomina el abedul. Por otro lado, en la mayor parte de las tierras bajas de Siberia central domina el alerce, una conífera de hoja caduca.
En toda la zona de taiga, los árboles son por norma general pequeños y están bastante espaciados. Una considerable porción de suelo está completamente desprovista de árboles, principalmente por el drenaje deficiente de las aguas; en estas regiones la cubierta vegetal está formada por arbustos y hierbas propias de áreas cenagosas. Los suelos de la taiga son ultisoles ácidos y estériles, lixiviados de sus minerales.
El bosque mixto, formado tanto por coníferas como por árboles de hoja caduca ancha, ocupa la parte central de la llanura oriental europea, desde San Petersburgo al norte, hasta la frontera con Ucrania al sur. Este bosque está dominado por coníferas de hoja perenne al norte y por árboles de hoja ancha al sur. Las especies predominantes de hoja ancha son el roble, el haya, el arce y el carpe. En casi toda la región sur de la Rusia oriental, a lo largo del valle medio del río Amur y del valle del río Ussuri, predomina un bosque similar al anterior, con sólo algunas especies distintivas. Los suelos pardos son característicos de estos bosques; al contrario que los suelos de la taiga, éstos no son tan estériles, incluso pueden llegar a ser muy productivos con la utilización de métodos adecuados de cultivo y un abonado intensivo.
Al sur, el bosque mixto se convierte en una franja estrecha de estepa forestal, antes de pasar a la zona de estepa propiamente dicha. Aunque hoy estas estepas forestales están cultivadas, este tipo de bosque cuenta con una vegetación natural de pradera, en la que se encuentran representadas las diferentes especies arbóreas. Con un promedio de unos 150 km de ancho, esta zona se extiende hacia el este a través del valle medio del río Volga y de la parte sur de los montes Urales, hasta las zonas más meridionales de las tierras bajas de Siberia occidental. Este tipo de áreas aisladas aparece también en las cuencas de las montañas de Siberia oriental.
La auténtica estepa es una mezcla de herbazales con árboles poco desarrollados en los valles; constituye la vegetación propia de una región que engloba la mitad occidental de la llanura norcaucásica y una franja que se extiende al este, a través del valle meridional del Volga, sur de los Urales y algunas zonas de Siberia occidental. Al igual que la estepa forestal es una zona cultivable.
Ambas cuentan con suelos fértiles y forman en conjunto la región conocida como el cinturón de suelos negros o chernozioms: son el corazón del sector agrícola de Rusia. La estepa forestal tiene suelos negros, ricos en humus y con un alto contenido en sales minerales, que los hacen aptos para casi todo tipo de cultivos; cuenta además con un mayor aporte de humedad durante la época de crecimiento de los cultivos, y por lo tanto, es la mejor zona agraria de Rusia. Los suelos de la estepa no son tan ricos en humus como los del norte, pero tienen también un alto contenido en sales minerales.
La fauna es abundante y variada en toda Rusia. La vida salvaje de la tundra a lo largo de la costa ártica, de la costa septentrional del Pacífico y de las islas cercanas a la costa, es muy diversa y comprende osos polares, focas, morsas, zorros polares, renos y liebres blancas. La avifauna está formada por la perdiz blanca, el búho blanco, la gaviota y el pájaro bobo. Con la llegada del verano, gansos, cisnes y patos emigran a estas regiones, que en esta época del año están infestadas de mosquitos, jejenes y otros insectos. Los ríos son ricos en peces. La taiga ofrece un importante hábitat al alce, oso pardo, reno, lince, a la marta cibelina y a una gran variedad de aves como el búho y el ruiseñor. En los pantanos habitan la rata almizclera del Canadá y la ardilla; la primera es hoy principal fuente de comercio de pieles furtivas. Los bosques de árboles de hoja ancha dan cobijo a jabalíes, ciervos, lobos, zorros, visones y a una gran variedad de aves, serpientes, lagartos y tortugas. Los bosques de la Rusia oriental son conocidos por la presencia, entre otras especies, de los famosos tigres del Ussuri, además de leopardos, zorros y ciervos. En la estepa habitan roedores como marmotas y hámsters, aunque este tipo de hábitat también alberga cuadrúpedos como el antílope de la estepa; el turón y el zorro tártaro son los animales de rapiña más comunes de la zona. Entre la avifauna se encuentran la grulla, el águila y el cernícalo. La región del Cáucaso tiene una vida salvaje particularmente importante; abunda la cabra montés, la gamuza, el ciervo caucásico, el jabalí, el puerco espín, el leopardo, la hiena, el chacal, la ardilla, el oso y alguna variedad de galliformes, como el gallo lira, el pavo y la perdiz; los reptiles y los anfibios son también numerosos.

Con una población en 2008 de 140.702.090 habitantes, Rusia es (después de China, India, Estados Unidos, Indonesia y Brasil) el sexto país más poblado del mundo. No obstante, tanto en el periodo 1995–2005 como en 2008 el crecimiento de la población fue negativo: -3,4% y -0,47%, respectivamente. En el país coexiste una de las mayores variedades de nacionalidades y grupos étnicos del mundo, muchos de los cuales tienen sus propias áreas administrativas.

En Rusia se hablan más de cien lenguas y algunas repúblicas han declarado sus propias lenguas locales como oficiales. No obstante, la lengua rusa es la que más se habla en el sector de los negocios, la administración y la educación. Los rusos hablan su lengua nativa de modo exclusivo (sólo un 4,1% en 1989 hablaba otras lenguas de la antigua URSS, mientras que la mayoría de los grupos étnicos son bilingües) e incluso millones de ellos han adoptado el ruso como lengua madre. Entre la población bilingüe están los ingushes (o ingushetios), el 80% de los cuales también hablaba el ruso en 1989. El gobierno de la antigua URSS alentó a los grupos étnicos minoritarios a que desarrollaran su propio alfabeto y vocabulario; sin embargo, a través de las políticas educativas, el mismo gobierno aseguró la utilización mayoritaria del ruso.
La práctica de la religión ha estado controlada por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), siendo incluso perseguida durante casi siete décadas; ello ha provocado la aparición de numerosos credos, sectas y confesiones religiosas desde la disolución de la URSS. Los misioneros y otros proselitistas han conseguido la introducción en Rusia de una amplia variedad de credos religiosos y nuevas filosofías de vida. El restablecimiento de la religión como tal ha motivado el resurgimiento de las religiones tradicionales, en particular la de los cristianos ortodoxos junto con otras formas de cristianismo, islamismo, budismo y judaísmo. Los musulmanes y budistas residen en áreas específicas: los primeros se concentran en las repúblicas del norte del Cáucaso y la región del Volga medio, mientras que los budistas se aglutinan en la República de los Calmucos, en la costa noroccidental del mar Caspio. En contraste, los judíos y los cristianos no ortodoxos están dispersados por todo el territorio nacional.
La fe ortodoxa (véase Iglesia ortodoxa) fue adoptada en el siglo X por los eslavos del este gracias a la actividad de misioneros procedentes del vecino Imperio bizantino y es la práctica religiosa mayoritaria del país. Alrededor de 37 millones de personas (esto es, una cuarta parte de la población) profesaban la religión ortodoxa a principios de la década de 1990. Los no creyentes ven con respeto una Iglesia que es símbolo de la herencia y cultura rusas. Los días de fiesta ortodoxos están regulados por el gobierno y los mismos dirigentes políticos participan en las fiestas eclesiásticas. Durante su presidencia, Borís Yeltsin se reunió en repetidas ocasiones con el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Alexei II, cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa, la cual conserva un papel importante en la sociedad postsoviética a pesar de estar dividida: una facción antisemita, de gran repercusión nacional y muy intolerante, está en oposición a todas las otras facciones más tolerantes, orientadas hacia propósitos ecuménicos extensibles a todo el mundo. Los puntos de controversia a los que ha tenido que hacer frente a la Iglesia ortodoxa rusa son la resurrección de la Iglesia uniata de Ucrania, que adopta los mismos ritos ortodoxos pero reconoce la supremacía del Papa de la Iglesia católica, y el establecimiento de iglesias ortodoxas independientes en las antiguas repúblicas soviéticas.
Al igual que en otras antiguas repúblicas soviéticas, la economía se ha visto afectada de forma muy negativa por la disolución de la URSS. El declive económico, que comenzó en los últimos años del periodo soviético, alcanzó el 20% en 1992. En 2006 el producto interior bruto (PIB) fue de 986.940 millones de dólares. La inversión ha disminuido en un tercio desde los últimos años de la década de 1980, y la inflación anual ha llegado a ser del 1.000%. El poder adquisitivo de la moneda rusa, el rublo, ha caído de forma alarmante desde el valor oficial de 0,6 rublos por dólar estadounidense en 1988, a algo más de 1.000 rublos por dólar en 1993. El enorme déficit presupuestario, heredado del periodo soviético, es el equivalente a una quinta parte del producto nacional bruto.
Las causas de esta depresión económica son el hundimiento del modelo comercial tradicional y la demora en la ejecución de las reformas económicas. El comercio entre Rusia, el resto de las antiguas repúblicas soviéticas y los países de Europa del Este ha disminuido de forma considerable desde los últimos años de la década de 1980, en que estos países europeos acabaron con sus respectivos regímenes comunistas y con el sistema comercial bajo el control soviético, a partir de lo cual la producción empezó a estancarse. Además, los acuerdos comerciales entre Rusia y otras repúblicas han generado problemas, en especial sobre el precio de las exportaciones del petróleo ruso. Las reivindicaciones por parte de los diferentes estamentos administrativos de Rusia no han hecho más que añadir confusión a la hora de establecer posibles acuerdos con el gobierno ruso.
Las reformas de mercado, perseguidas con gran vigor por parte del presidente Borís Yeltsin y sus partidarios, comenzaron en 1992, pero se enfrentaron con una resistencia generalizada encabezada por los directivos del sector industrial y de otros más conservadores. A pesar de las protestas de los funcionarios públicos, el Banco Central de Rusia emitió en 1992 ayudas a gran escala para financiar a las empresas en declive, lo cual contribuyó a aumentar la inflación y el déficit presupuestario. A comienzos de 1993, la banca privada se adhirió a las directrices gubernamentales sobre ayudas financieras. La privatización continuó —alrededor de un tercio de todas las empresas municipales y estatales fueron privatizadas a finales de 1993—, pero este proceso dependió en gran medida del apoyo de las administraciones locales; en algunas ciudades, como Nizni Nóvgorod, San Petersburgo o Yaroslavl este proceso se llevó a cabo mucho más rápidamente que en el resto del país. Además, el armazón legal para llevar adelante la privatización estaba incompleto. La propiedad privada, venta y arrendamiento de tierras no se legalizaron hasta octubre de 1993, cuando el presidente Yeltsin emitió un decreto que revocaba una moratoria de diez años, que impedía la reventa de tierras, impuesta por la legislación entonces vigente. Esta acción legal pretendía acelerar la liberalización económica de Rusia, aunque las previsiones del futuro económico inmediato seguían siendo bastante poco prometedoras.
La unidad monetaria básica de Rusia es el rublo, dividido en 100 kópeks. Durante décadas, la antigua URSS impidió la circulación del rublo dentro de los mercados internacionales, por lo que fue necesario asignarle un valor arbitrario y relativo para equipararlo a las monedas extranjeras; así, el cambio oficial era de 0,75 rublos por cada dólar estadounidense en 1991. A finales de este mismo año, el gobierno ruso llevó a cabo unas medidas decisivas en la liberalización del rublo, tras lo cual su valor cayó de forma vertiginosa; en 1992 la equivalencia con respecto al dólar era de 100 rublos y en 1993 bajó a algo más de 1.000 rublos. Todavía hoy continúa siendo la única moneda en muchas de las antiguas repúblicas soviéticas. El gobierno ha puesto en circulación un nuevo rublo, desprovisto de la insignia soviética. En 2006, 27,20 rublos equivalían a 1 dólar estadounidense.
La estructura de la banca en Rusia ha cambiado de forma significativa desde mediados de la década de 1980. En los últimos años de la antigua URSS, las filiales del Gosbank (Banco Federal de la URSS) fueron reconvertidas en bancos comerciales y pasaron a estar bajo el control del nuevo Banco Central de Rusia. Los cinco grandes bancos sectoriales soviéticos (la Caja de Ahorros, el Banco de Comercio Exterior, y los Bancos para el Sector Social, de la Agricultura, Construcción e Industria) se cerraron o fueron también reconvertidos en entidades comerciales; a los bancos sectoriales que no sufrieron cambios no se les asignaron funciones ni clientela concretas, aunque mantenían los antiguos clientes por una simple cuestión de inercia. Son mucho más numerosas las entidades reconvertidas que los bancos comerciales de reciente creación: los activos del mayor de los antiguos bancos sectoriales superan los 110.000 millones de rublos, en contraste con los 1.500 millones de media de los nuevos bancos comerciales. Estos dos tipos de bancos también difieren en sus clientes; las antiguas entidades sectoriales atienden fundamentalmente a las empresas de capital estatal, mientras que los nuevos bancos comerciales se dedican por norma general al sector privado. Solamente operan en el país doce bancos extranjeros. En noviembre de 1993, el gobierno ruso emitió algunas regulaciones por las que se limitaban las actividades de los bancos con capital extranjero.
Dirigido por su presidente, quien se opuso a la reforma radical, el Banco Central de Rusia estuvo involucrado a principios de la década de 1990 en las disputas sobre la reforma económica, sostenidas entre el gobierno y el Soviet Supremo. El banco, inicialmente bajo la autoridad del Soviet Supremo, emitió más créditos de los que permitía el gobierno (un 50% más de lo estipulado en las directrices gubernamentales), lo cual dificultó las reformas económicas por la financiación de empresas deficitarias y la aceleración del proceso inflacionario. Bajo la Constitución de 1993, el Banco Central pasó a ser independiente del gobierno o del control legislativo, aunque su presidente, nombrado por la Duma, se vio obligado a actuar bajo las recomendaciones del presidente del país.
Rusia fue la última de las repúblicas de la antigua URSS en contar con instituciones políticas propias. Los límites de su territorio se fijaron al principio del periodo soviético, pero no contó con las instituciones políticas, administrativas y culturales autónomas que existían en las demás repúblicas. Sólo en los últimos años de supervivencia de la URSS se establecieron algunas instituciones como el Soviet Supremo, el Partido Comunista y el KGB (Komitet Gosudarstvennoy Bezopasnosti, o Comité para la Seguridad del Estado). Aun con estas instituciones ya en pie, el poder real continuaba siendo ejercido por las autoridades centrales del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), hasta la disolución de la URSS. Además, las relaciones de poder entre las instituciones gubernamentales no estuvieron claramente definidas durante el periodo soviético, y tras la independencia, la falta de una autoridad reconocida agravó la lucha por el poder entre los reformistas y los conservadores.
Tras prolongados enfrentamientos, el presidente Borís Yeltsin, apoyado por las fuerzas reformistas del ejecutivo, solicitó la redacción de una nueva Constitución, aprobada en referéndum popular en diciembre de 1993 a pesar de la oposición de grupos conservadores.

El Tribunal Constitucional es el órgano judicial de mayor autoridad; en ocasiones cumple un papel de mediador entre el ejecutivo y el legislativo, aunque ha tomado también decisiones en contra de las posturas del presidente Yeltsin, quien a pesar de las derrotas políticas sufridas durante los primeros dieciocho meses de independencia rusa, consiguió una sonada victoria en el referéndum celebrado el 25 de abril de 1993 que le permitió llevar adelante las reformas económicas. Optimista tras este resultado, Yeltsin decidió celebrar elecciones a mediados de 1993 para formar una asamblea constituyente que sustituyera la Constitución soviética de 1978. Aprobada en diciembre, la Constitución eliminaba la figura del vicepresidente y establecía un cuerpo legislativo bicameral, dando al presidente el poder de disolver la Duma (o cámara baja) en determinadas circunstancias. Con la aprobación de esta nueva Constitución, el primer ministro pasaba a ser segundo en funciones, para asumir las obligaciones de la presidencia en caso de que se produjera la muerte o discapacitación del titular para el ejercicio de su cargo.
Antiguo imperio que se extendía por el este de Europa, Asia septentrional y occidental, hoy Rusia comprende el territorio que hasta 1991 estuvo dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), establecida tras la Revolución Rusa de 1917. El término Rusia es utilizado para definir la Federación Rusa, que es la más grande y de mayor influencia de las quince antiguas repúblicas que constituían la URSS, además de Estado independiente desde el 25 de diciembre de 1991. En su sentido más estricto, el término Rusia ha sido utilizado a lo largo de la historia para referirse al antiguo Imperio Ruso (o incluso de forma más limitada, para aludir a la tierra de los ‘grandes rusos’, principal núcleo étnico de la actual Federación Rusa). —Las referencias que aparezcan en esta sección sobre Rusia antes de 1917 usarán los términos mencionados más arriba, y a partir del 25 de diciembre de 1991 aludirán a Rusia como Estado independiente.
El Imperio Ruso comprendía en 1914 una extensión total de unos 22 millones de km2, o lo que es lo mismo, aproximadamente un sexto de la superficie del planeta, dividida en cuatro regiones: Rusia, que abarcaba la parte más oriental de Europa, además del Gran Ducado de Finlandia y la mayor parte de Polonia, el Cáucaso, Asia septentrional o Siberia, y el Asia central rusa que se dividía a su vez en la región de las estepas al suroeste, y el Turkestán ruso al sureste.
Durante la era precristiana, el vasto territorio que luego pasó a llamarse Rusia estuvo habitado de forma desigual por grupos de tribus nómadas, muchas de las cuales quedaron reflejadas en los escritos griegos y romanos. La gran región del norte, desconocida y repleta de bosques, estuvo poblada por tribus que luego se conocieron con el nombre colectivo de eslavos, ancestros del moderno pueblo de Rusia. Más importante fue la zona sur, donde la región no bien limitada de Escitia estuvo ocupada por una sucesión de pueblos asiáticos entre los que se encontraban por orden cronológico, los cimerios, los escitas y los sármatas. En este tiempo, los comerciantes y colonos griegos establecieron numerosos asentamientos y centros de comercio, en particular a lo largo de la costa norte del mar Negro y en Crimea.
La ciudad de Moscú en el principado de Vladímir ocupaba una posición estratégica en el centro de Rusia y en las principales rutas comerciales del país. En 1263, Alejandro Nevski cedió Moscú a su hijo menor, Daniel, con quien se inicia un linaje de duques moscovitas cuyo poderío derivaba de la cooperación con el kanato. Como favoritos de los mongoles, poco a poco fueron extendiendo sus tierras, anexionando los territorios colindantes. En 1328, el hijo de Daniel, Iván, fue nombrado gran duque de Moscú y pasó a gobernar como Iván I Kalitá. La sede de la Iglesia ortodoxa rusa se trasladó a la capital del Gran Ducado. Una vez que los duques moscovitas contaron con el apoyo de la Iglesia, comenzaron a organizar un nuevo estado ruso, del que serían los gobernadores. Al igual que Iván, los duques moscovitas se proclamaron “príncipes de toda Rusia”.
A mediados del siglo XIV, las disensiones internas debilitaron el poder de la Horda de Oro; considerando esta situación, el gran duque Dmitri Donskói encabezó con éxito la primera revuelta contra el poder de los mongoles. En 1380, su importante victoria en Kukikovo, a orillas del río Don, le otorgó el apellido Donskoy (‘del Don’), marcando el retroceso del poder mongol, mientras que el poder de los moscovitas fue ganando terreno.
La ascensión de Pedro I como zar en 1682 marcó el comienzo de un periodo durante el cual Rusia logró alcanzar un gran poder dentro de Europa.

Atraído por la cultura de Europa occidental, en especial de Prusia, en 1697 dirigió una misión técnica y diplomática que recorrió varios países europeos y que le tuvo ausente de Rusia durante dieciocho meses. Intentó mediante decretos y leyes obligatorias transformar la sociedad tradicional de Moscú en otra de estilo occidental, que permitiera hacer de Rusia un poderoso Estado y aumentar su poder en Europa; reorganizó el Ejército, fortaleció la Armada, reformó el gobierno e impuso normas de comportamiento occidentales a la población rusa; bajo órdenes directas, promovió el desarrollo de la industria y del comercio, así como la formación técnica, la educación y las ciencias. Durante su reinado, Rusia llevó a cabo una serie de adquisiciones territoriales; sus principales campañas militares tuvieron lugar sobre todo en el oeste, y su más destacado enfrentamiento se produjo contra el mayor poder fáctico del Báltico en aquel tiempo, Suecia, en la Gran Guerra del Norte (1700-1721). Para controlar el Báltico era necesario crear una gran armada que permitiera la expansión del comercio exterior ruso, pero las fuerzas militares del zar fueron derrotadas por los suecos en Narva (hoy en Estonia) en 1700. No obstante, los suecos no persiguieron a los rusos, lo cual permitió que Pedro pudiera reorganizar sus fuerzas y atacar las bases suecas en Livonia. En 1703, comenzó la construcción de la nueva capital, San Petersburgo, sobre el territorio ganado a los suecos; el gobierno se trasladó allí desde Moscú en 1714. Pero antes, en 1709, la flota rusa venció a los suecos en Poltava, con lo que Rusia consiguió la supremacía en el Báltico. Según los términos del Tratado de Nystad (30 de agosto de 1721), Rusia adquiría Livonia, Estonia, Ingria, parte de Carelia y numerosas islas del Báltico. Con el dominio de los rusos en el norte de Europa, la concepción bizantina del zar fue reemplazada por la latina que aportaba el título de emperador. En 1721 Pedro fue proclamado “zar de todas las Rusias” dando origen al Imperio Ruso.

El gobierno autoritario de Pedro I estuvo seguido de un periodo de debilidad. Su hijo y heredero Alejo fue condenado por alta traición y murió torturado en prisión en el año 1718. El trono pasó entonces a su segunda esposa, Catalina I. Tras su muerte en 1727, la sucesión en el trono pasó a manos de distintos gobernadores, tras varias conjuras y conspiraciones, a menudo protagonizadas por la guardia de palacio. Pedro II, hijo de Alejo, fue nombrado emperador tras la muerte de Catalina y fue a su vez sucedido en 1730 por Ana Ivánovna, hija de Iván V. Ana, como duquesa de Curlandia, distribuyó los principales cargos entre sus favoritos prusianos y gobernó con despotismo; fue sucedida en el trono por Iván VI, su sobrino nieto de tan sólo ocho semanas de edad. Una conspiración palaciega colocó en el trono a la hija menor de Pedro I, Isabel Petrovna; bajo su gobierno (1741-1762) se produjo una recuperación nacional, y en una guerra contra Suecia (1741-1743), Rusia conseguía parte de Finlandia. Posteriormente se alió con Austria y Francia en la guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Prusia. Su sobrino y sucesor Pedro III, admirador del rey Federico II de Prusia, dio por sellada la paz en el momento de su ascensión al trono en 1762; un año después, Pedro III fue depuesto y asesinado. Su esposa, una princesa alemana, subió al trono vacante con el nombre de Catalina II.

Su labor de gobierno intentó desarrollar la política iniciada por Pedro I el Grande; el éxito de sus medidas permitió la expansión de Rusia. Sus campañas militares tomaron dos direcciones; en primer lugar, dirigió sus ejércitos contra el Imperio otomano con el fin de hacerse con los puertos del mar Negro tan necesarios para el comercio ruso; en la Guerra Turco-rusa de 1768 a 1774, Rusia ocupó la región tártara de Crimea que quedó anexionada al Imperio Ruso en 1783, mientras que en un posterior enfrentamiento (entre 1787 y 1792), conseguía todos los territorios situados al oeste del río Dniéster, entre los que se encontraba el puerto de Ochakov, en el mar Negro. El segundo objetivo de su actividad militar se centró en los territorios occidentales; como resultado de las tres particiones de Polonia (1772, 1793, 1795), Rusia obtuvo 468.000 km2 de tierra y alrededor de seis millones de habitantes. La política interior de Catalina fue fiel reflejo del gobierno de corte occidental de Pedro I. Introdujo la cultura francesa y durante algún tiempo estuvo interesada en las teorías liberales expuestas por algunos escritores franceses como Voltaire. En 1767, emitió una propuesta de reforma administrativa y legal, intentando mejorar las condiciones de vida de los siervos campesinos, pero no se llegaron a poner en práctica por la oposición de la nobleza. El estallido de un levantamiento cosaco y de campesinos dirigido por Yemelyan Ivánovich Pugachov (1773-1775), que fue sofocado tras su ejecución, hizo que Catalina, en respuesta a los hechos, en lugar de suavizar las opresivas leyes sobre servidumbre, las endureciera aún más. Tras el comienzo de la Revolución Francesa de 1789, la emperatriz desechó por completo sus puntos de vista liberales.
Catalina fue sucedida en 1796 por su hijo Pablo I, quien estableció algunas reformas en el trato de los siervos, limitando el trabajo que realizaban para sus señores a sólo tres días a la semana. En asuntos externos, se unió a Austria, Gran Bretaña, Nápoles y el Imperio otomano, en una segunda coalición contra Francia (1799-1802). Fue un gobernante despótico y desequilibrado que murió en su propio palacio después de una conspiración dirigida por la nobleza en 1801.
Su hijo, Alejandro I Pavlovich, fue el favorito de su abuela, la emperatriz Catalina. Imbuido en las políticas liberales del reinado de su abuela y educado por el pensador suizo Frédéric César de la Harpe, Alejandro empezó su reinado garantizando la amnistía a los presos políticos, proyectando una Constitución para el Imperio y rechazando muchas de las medidas restrictivas de su padre. No obstante, su esperanzadora política interior fue pronto abandonada a causa de las guerras en el extranjero. En 1805, Rusia junto a Gran Bretaña, Austria y Suecia crearon la Tercera Coalición contra Napoleón Bonaparte. Después de que los ejércitos franceses ocuparan Prusia tras la batalla de Jena, el 14 de octubre de 1806, y derrotaran a Rusia en Friedland el 14 de junio de 1807, Alejandro dio marcha atrás y buscó la alianza con Francia por el Tratado de Tilsit (1807), por el cual Alejandro colaboró en la formación del bloqueo continental dirigido contra Gran Bretaña; en recompensa obtuvo libertad de acción contra Suecia y Turquía. Tras la Guerra Turco-rusa de 1806 a 1812, Rusia ocupó Besarabia; en su enfrentamiento con Suecia en 1808 y 1809 adquirió las islas Åland y toda Finlandia. En Asia también amplió sus fronteras; después de la anexión de Georgia en 1801, en 1813 ocupó Daguestán y otras áreas. Mientras tanto, las relaciones con Francia se iban deteriorando y en 1812 Napoleón invadió Rusia. Esta campaña fue un completo desastre para el emperador francés; sus tropas entraron en Moscú el 14 de septiembre, pero la ciudad había sido ya incendiada por los propios rusos y los franceses se vieron obligados a replegarse en retirada, la cual se convirtió en una completa derrota por la exposición constante al hambre, al frío y al acoso de las guerrillas, en un país devastado por la política rusa de ‘tierra quemada’. Tras la derrota francesa, Alejandro se convirtió en la figura central de la alianza que acabó con la expulsión de Napoleón. En 1815 en el Congreso de Viena, la mayor parte del ducado de Varsovia pasó a ser propiedad rusa.
Aunque la última década del reinado de Alejandro estuvo marcada por las medidas reaccionarias y represivas, los intercambios intelectuales entre Europa occidental y Rusia favorecieron una mayor liberalización de los puntos de vista políticos entre la intelectualidad rusa, representada por los estudiantes, la clase media alta y la nueva nobleza. La imagen de Rusia como un Estado despótico con una compleja burocracia presente en todos los ámbitos de la vida política y social y llena de corrupción, donde las masas oprimidas tenían poco que decir, permitió la aparición de sociedades políticas secretas, tras lo cual empezó el movimiento revolucionario.
Tras la muerte de Alejandro I en 1825 sin descendencia, el trono pasó a su hermano menor, Nicolás I. Aprovechándose de la relativa confusión generada por el asunto de la regencia, un grupo de jóvenes oficiales organizaron la revuelta decembrista, en un esfuerzo para establecer una monarquía constitucional o incluso una república (véase Decembristas). El emperador pronto sofocó la revuelta, aunque aumentó el descontento cuando se tomaron medidas reaccionarias, como la creación de una policía secreta que obedecería de forma leal al emperador, la censura de todas las publicaciones y la supresión de todo tipo de material en los textos escolares o planes de estudio que fuera considerado potencialmente peligroso. Tras las revoluciones de 1848 que sacudieron a toda Europa, Nicolás comenzó una vigorosa campaña contra las ideas liberales en la educación y en los círculos intelectuales en general; las cátedras de historia y filosofía fueron abolidas por esta misma razón y los grupos de estudiantes se redujeron a 300 por universidad. Fueron igualmente arrestados numerosos escritores, algunos de los cuales, como Fiódor Dostoievski, fueron exiliados y sentenciados a trabajos forzados.
Nicolás I hizo también numerosos esfuerzos por expandir el Imperio. Esta expansión se llevó en tres direcciones: al suroeste, hacia el Mediterráneo, interfiriendo en las provincias balcánicas de Turquía; al sur, hacia el Cáucaso y Asia central, y al este hacia el Pacífico. En 1826 empezó una guerra contra Irán, que terminó dos años después con la adquisición rusa de parte de Armenia, además de la ciudad estratégica de Ereván. Al mismo tiempo, Nicolás I apoyó a los revolucionarios griegos y la flota rusa se unió a los barcos británicos y franceses para derrotar a la flota turca en la batalla de Navarino (1827). En la Guerra Turco-rusa de 1828 y 1829, Turquía resultó vencida; por el Tratado de Adrianópolis (1829) Rusia conseguía la soberanía sobre los pueblos del Cáucaso, controlaba la desembocadura del Danubio, establecía un sistema de vigilancia sobre los nuevos principados de Moldavia y Valaquia, así como la libertad de comercio en el Imperio turco.
En occidente, en 1830 se produjo una revolución en Polonia que demandaba su independencia. Los nacionalistas polacos expulsaron al gobernador ruso y organizaron un gobierno provisional; sin embargo, las tropas rusas sofocaron rápidamente la revuelta y Polonia se convirtió de nuevo en provincia rusa.
El aumento de poder ruso en Oriente Próximo y en los Balcanes fue considerado como una amenaza por parte de las otras potencias europeas, especialmente después de que las tropas rusas ocuparan los Dardanelos, tras el acuerdo de 1833 con Turquía. Gran Bretaña, Francia, Prusia y Austria formaron un bloque para obstaculizar los planes rusos de un eventual dominio del decadente Imperio turco. En 1853, después de que Nicolás I invadiera los principados del Danubio (Moldavia y Valaquia), Turquía declaraba la guerra a Rusia. En la guerra de Crimea (1853-1856), Rusia se enfrentó a una coalición formada por Turquía, Gran Bretaña, Piamonte y Francia, y fue duramente doblegada.
Nicolás I murió en 1855 y su hijo Alejandro II firmó la Paz de París (1856). Rusia fue obligada a abandonar Kars y parte de Besarabia; su posición en el mar Negro quedó neutralizada, y el protectorado ruso sobre los principados del Danubio fue abolido. A pesar de este retroceso en el suroeste, se mantuvo el avance en el Pacífico y en el golfo Pérsico. En 1850 se estableció un asentamiento ruso en el estuario del río Amur y la mitad norte de la isla de Sajalín fue ocupada en 1855. Tres años más tarde, toda la región del Amur y el área meridional (donde se fundó en 1860 la ciudad de Vladivostok) quedaron totalmente anexionadas. En Asia central, el Imperio se había extendido hasta alcanzar prácticamente la frontera con la India británica, con la anexión de Tashkent (1865), Bujara (1866), Samarcanda (1868), Jiva (1873) y Jojand (1876); Merv fue anexionada en 1884, tres años después de la muerte de Alejandro.
En política interior, el reinado de Alejandro fue una era de reformas necesarias tras el fracaso de la guerra de Crimea. En 1861 decretó la emancipación de los siervos, lo que implicó la reforma del gobierno local; así en 1864 fueron introducidos los zemstvos (o asambleas de distritos) para tratar cuestiones locales como la educación, el bienestar público y los servicios de sanidad. El sistema judicial fue revisado y se instituyó un tribunal de justicia para casos de delitos de sangre. No obstante, el emperador se negó a aprobar una Constitución que permitiera la organización de una asamblea representativa. Crecieron los movimientos revolucionarios con objetivos bien definidos, aunque también había grupos de tendencia nihilista que intentaban acabar con la sociedad existente para construir una nueva sobre sus ruinas. El movimiento populista narodniki (patriotas) intentó un levantamiento integrado por campesinos. Estos movimientos revolucionarios también se produjeron en Polonia: en 1863, los polacos se sublevaron por segunda vez. Una vez sofocada la revuelta, Polonia quedó privada de los últimos vestigios de su autonomía y fue puesta bajo el control absoluto de Rusia.
Rusia reanudó su actitud agresiva contra Turquía después de 1871. El destronamiento de Napoleón III (uno de los principales oponentes a la intervención rusa en los Balcanes) permitió a Rusia ampliar allí su esfera de influencia. Cuando Serbia y Montenegro se levantaron contra Turquía en 1876, Rusia intervino en su ayuda; tras la Guerra Turco-rusa de 1877 y 1878, Alejandro II consiguió mayores concesiones de Turquía aunque fueron moderadas por parte de las potencias europeas, temerosas de la dominación rusa de los Dardanelos, en el Congreso de Berlín (1878).
El fracaso en los objetivos bélicos exacerbó el descontento popular. Alejandro II murió asesinado por un revolucionario en un atentado en 1881.

El hijo de Alejandro II, Alejandro III, instituyó una rígida censura y la supervisión policial de las actividades intelectuales; el poder de los zemstvos fue reprimido de forma drástica y se instituyeron programas para rusificar a las numerosas minorías raciales del Imperio. La opresión sobre los judíos fue especialmente dura: se les obligó a vivir en áreas delimitadas donde no estaba permitido el ejercicio de determinadas profesiones (véase Pogromo). Los trabajadores industriales acogieron de buen grado la propaganda revolucionaria y las teorías marxistas encontraron muchos adeptos. Una política de industrialización intensiva, generó un aumento en el número de trabajadores que vivían en las ciudades más industrializadas, como Moscú y San Petersburgo, en pésimas condiciones; el desarrollo de un movimiento revolucionario de carácter subversivo encontró muy pronto un gran número de seguidores.
El comienzo de la I Guerra Mundial en 1914 supuso la interrupción momentánea de las actividades revolucionarias de los radicales. La guerra estalló cuando Rusia rehusó permanecer al margen ante el ultimátum de Austria a Serbia, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo el 28 de junio de 1914. La cuarta Duma celebró entonces una única sesión para obtener el apoyo popular al gobierno.
A finales de 1914 el Ejército ruso había ya sufrido duras derrotas ante los alemanes, especialmente en el este de Prusia. Estas derrotas aumentaron en 1915 y, a excepción de unas pocas victorias, el sentimiento de fracaso aumentó tras los desastres en Crimea y Japón. La falta de suministros y transportes junto con la ineficacia de los mandos militares desalentaron a las tropas; comenzaron a producirse deserciones y la guerra tomó un cariz impopular en toda Rusia, mientras aumentaba la represión y se mantenía la corrupción por parte del gobierno. El zar, dominado por su esposa Alejandra, alemana de nacimiento, perdió la confianza del pueblo y pasó a estar bajo el control de Rasputín, que en aquel entonces dominaba prácticamente las decisiones gubernamentales y de carácter militar. Lo arbitrario y despótico de éstas aumentó la oposición a su gobierno; en diciembre de 1916, un grupo de aristócratas, entre los que se encontraban miembros de la familia real, lo asesinaron. No obstante, la agitación revolucionaria siguió en ascenso y en febrero de 1917 comenzaron los disturbios en Moscú; las tropas, en lugar de cargar contra los revolucionarios, se unieron a ellos. Finalmente el 15 de marzo se produjeron las abdicaciones del zar Nicolás II y de su hijo, dejando la administración en manos de un gobierno provisional organizado por la cuarta Duma. Con ello se daba por finalizado el Imperio Ruso.
Para más información véase Revolución Rusa. Para conocer la historia de Rusia después de la Revolución y antes de su independencia en 1991 véase Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Poco después de la disolución de la URSS en 1991, surgió la lucha por el poder entre las fuerzas conservadoras y reformistas. El presidente Borís Yeltsin, elegido en junio de 1991 por sufragio popular, recibió poderes absolutos otorgados por el Congreso de Diputados, uno de los dos cuerpos legislativos que estableció la Constitución soviética de 1978. Yeltsin utilizó sus poderes para iniciar un programa de nuevas reformas económicas y establecer una serie de nombramientos regionales para someter las asambleas legislativas locales, dominadas por los neocomunistas. Los conservadores dirigidos por el presidente del Soviet Supremo Ruslan Jasbulátov intentaron minar los poderes de Yeltsin tras una campaña de reforma económica radical a principios de 1992. En diciembre del mismo año, en una asamblea del Congreso de Diputados, el primer ministro en funciones Yegor Gaidar (1992), artífice del plan gubernamental de reformas económicas, fue sustituido por Víktor Chernomirdin, antiguo miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y ministro de Industria del Gas, en la antigua URSS. El Congreso de Diputados también rescindió algunos de los poderes otorgados a Yeltsin, entre los que se encontraba el control sobre los administradores locales. En ese mismo mes, el Tribunal Constitucional desautorizó la prohibición del PCUS llevada a efecto por Yeltsin, el cual protestó por la reducción de sus poderes; se alcanzó un acuerdo con el Congreso de Diputados a finales de 1992 para llevar a cabo unas elecciones que permitieran elaborar una nueva constitución. Los conservadores se opusieron a la celebración de unas nuevas elecciones, mientras que el 20 de marzo de 1993 Yeltsin formaba un nuevo gobierno de emergencia. Este anuncio fue desaprobado por el presidente del Tribunal Constitucional Valeri Zorkin, por Jasbulátov y por el vicepresidente Alexandr Rutskói, entre otros. Poco después, ambos bandos modificaron sus posiciones: Yeltsin anuló su gobierno de emergencia y los conservadores permitieron que se celebraran las votaciones el 25 de abril de 1993.
Yeltsin consiguió una abrumadora victoria en las urnas, pero las elecciones no consiguieron resolver el problema de la lucha por el poder. En septiembre de 1993, Yeltsin expulsó a Rutskói de la vicepresidencia por escándalos de corrupción, a pesar de las protestas del Parlamento. En ese mismo mes, el presidente decretó la disolución del Parlamento debido a la resistencia de los diputados conservadores a trabajar en la formación de una Asamblea Constituyente. El Parlamento respondió, denunciando las acciones de Yeltsin por inconstitucionales y declarando presidente a Rutskói. Cerca de cien diputados y otros tantos seguidores armados dirigidos por Jasbulátov y Rutskói ocuparon el edificio del Parlamento, también conocido como Casa Blanca. El estancamiento de las negociaciones entre el gobierno y los rebeldes duró varios días, aunque quedó roto cuando los rebeldes consiguieron asaltar el ayuntamiento de Moscú y el edificio central de la televisión. El gobierno respondió entonces con el bombardeo del edificio del Parlamento, arrestando a sus ocupantes; más de 140 personas murieron en aquella rebelión, dispersada por las fuerzas del orden. El 4 de octubre de 1993, Rutskói y Jasbulátov fueron hechos prisioneros y acusados de haber incitado al desorden público.
No obstante, la victoria de Yeltsin sobre los conservadores duró poco. Las elecciones de diciembre de 1993 permitieron un inesperado éxito de los partidos nacionalistas y comunistas, en especial del Partido Liberal Democrático, encabezado por Vladímir Zhirinovsky. En febrero de 1994, la nueva Duma anuló los cargos que había pendientes sobre Rutskói y Jasbulátov por las acciones de octubre de 1993, además de garantizar la amnistía a los organizadores del golpe de Estado de agosto de 1991, contra el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov. Yeltsin respondió a los objetivos de los ultraconservadores convocando unas nuevas elecciones con el fin de mantener la presidencia al margen de los reaccionarios.
En las elecciones legislativas celebradas en diciembre de 1995 —consideradas un ensayo para las presidenciales de 1996— los comunistas, encabezados por Guennadi Ziugánov, se consolidaron como la primera fuerza de la Duma, lo que significó un nuevo revés para Yeltsin y puso de manifiesto el rechazo popular a su política. Por otro lado, la descomposición de la sociedad rusa ha permitido el aumento de organizaciones mafiosas que tienen una mayor presencia en la economía rusa.
Yeltsin se presentó a las elecciones presidenciales del 16 de junio de 1996, teniendo como principal oponente al candidato comunista Guennadi Ziugánov. Yeltsin resultó elegido, con lo que se convirtió en el primer presidente democrático de Rusia, tras superar en la segunda vuelta a Ziugánov. En enero de 1997, hubo de asistir a la Duma (cámara baja del Parlamento ruso) para evitar su destitución, propuesta por la oposición alegando para ello motivos de salud. Dos meses más tarde, realizó una profunda reorganización del Consejo de Ministros, introduciendo como viceprimeros ministros a Anatoli Chubáis, encargado de impulsar una nueva reforma económica, y a Borís Nemtsov, aunque manteniendo a Chernomirdin como primer ministro.
Entre los principales problemas del país también se cuentan los relacionados con los distintos territorios que constituyen la Federación. Aprovechando los enfrentamientos de distintas tendencias en la autoproclamada república de Chechenia (que permanecía fuera de su control desde 1991), Yeltsin decidió intervenir militarmente en diciembre de 1994, desencadenando una cruenta guerra en la que fue bombardeada la población civil chechena; la resistencia de los rebeldes chechenos puso en evidencia la ineficacia del aparato militar ruso, que no pudo hacerse con el control de las principales ciudades de la república hasta mediados de 1995, ni limitar las actividades de los guerrilleros chechenos que actuaron incluso en territorio ruso. A mediados de 1996, tras el asesinato del antiguo presidente checheno Dzhojar Dudáiev, se iniciaron conversaciones de paz que permitieron aliviar la situación y establecer un alto el fuego. Estas conversaciones concluyeron con la firma de un tratado de paz el 7 de mayo de 1997 por el que se ponía fin al conflicto, a la vez que ambas partes se comprometían a mantener relaciones conforme a las “normas del Derecho internacional”, lo que suponía en la práctica el reconocimiento de Chechenia como nación soberana por parte de Rusia.
En el ámbito internacional, Rusia, pese a su adhesión al proyecto de Asociación por la Paz, había venido rechazando abiertamente en los últimos años la incorporación de sus antiguos aliados de Europa del Este a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), amenazando con incumplir los acuerdos para la reducción de armamento. Tal negativa se argumentaba en el hecho de que una incorporación de esos países suponía una seria amenaza a su seguridad nacional. Sin embargo, en un giro radical tras meses de arduas negociaciones diplomáticas en las que jugó un importante papel el secretario general de la OTAN, el español Javier Solana, el presidente ruso se avino a firmar el 27 de mayo de 1997 un acuerdo que había alcanzado con aquélla el 14 de ese mes por el que ambas partes se comprometían a no interferir en la política defensiva de ningún Estado europeo, lo que en la práctica suponía levantar su veto a la ampliación de la OTAN por Europa Oriental. De forma simultánea, Yeltsin anunciaba el desmantelamiento de los misiles que apuntaban hacia los países de la Alianza Atlántica, lo que, unido a la firma del acuerdo con la OTAN, le valió las críticas de los sectores nacionalistas dentro del país.
Por lo que se refiere a las relaciones con sus vecinos orientales, a comienzos del mes de noviembre tuvo lugar un encuentro en Pekín, de tres día de duración, en el que Rusia y China acordaron el establecimiento de una línea de demarcación fronteriza permanente, en tanto que ese mismo mes se establecía con Japón un principio de acuerdo para poner fin a las disputas territoriales que debía concluir en el año 2000 con la firma de un tratado.
La Duma aprobó el 19 de septiembre la Ley sobre la Libertad de Conciencia y las Asociaciones Religiosas en las que se confiere una situación de privilegio para los grupos ortodoxos, si bien se reconocen ciertos derechos a otras religiones, como el catolicismo, el protestantismo, el budismo, el islam y el judaísmo.
Pese a la relación cordial entre Yeltsin y Chubáis, un escándalo financiero obligó al presidente, ante la presión de la Duma, a destituirle en noviembre de 1997 de sus cargos como primer viceministro y ministro de Hacienda, desde los que había impulsado una ímproba reforma económica; no obstante, Yeltsin optó por mantenerle dentro de su círculo de allegados y asesores.
El primer ministro Víktor Chernomirdin salió directamente fortalecido de la “defenestración” de Chubais al frente de la cartera de Finanzas, al menos de forma temporal: a finales de marzo de 1998, Yeltsin optó por destituirle y nombrar a un nuevo primer ministro, Serguéi Kiriyenko. Tras oponerse en dos ocasiones a ratificar el nombramiento efectuado por el presidente ruso, el 24 de abril la Duma aceptó (para evitar ser disuelta por Yeltsin) a Kiriyenko como primer ministro.
El mandato del nuevo primer ministro fue efímero: la grave crisis financiera y el permanente veto parlamentario provocaron su destitución en el mes de agosto. Pese a que Yeltsin deseaba nombrar de nuevo a Víktor Chernomirdin jefe de gobierno, la oposición de la Duma, controlada por comunistas y nacionalistas hizo que, finalmente, el elegido fuera Yevgueni Primakov, hasta ese momento ministro de Asuntos Exteriores. Presentado el día 10 de septiembre, el Parlamento ruso aprobó el nombramiento un día después.
En los meses siguientes se produjo una recaída en el estado de salud del presidente ruso, que tuvo que delegar parte de sus poderes y atribuciones en el primer ministro. Éste, pese a todo, no logró obtener el respaldo ni de la Duma ni de la ciudadanía, por cuanto careció de una línea de actuación definitiva y estuvo sujeto a los vaivenes y desaires de Yeltsin, que en el mes de mayo del año siguiente consiguió salir airoso del debate sobre su posible destitución puesto en marcha en marzo por la Duma, que lo acusaba de golpista, asesino, genocida y traidor a la patria por lo acontecido en Rusia desde que Yeltsin accediera a los principales órganos de gobierno; en concreto los 'cargos' que pesaban sobre él, en opinión de los parlamentarios de la oposición eran los de disolución de la Unión Soviética, bombardeo del Soviet Supremo, genocidio contra el pueblo ruso, destrucción de las Fuerzas Armadas y guerra de Chechenia.
Entre tanto, la inestabilidad política que vivía Rusia quedó nuevamente puesta de manifiesto ese mismo mes de mayo: el día 12, tan sólo un día antes de vencer a sus adversarios en el Parlamento, Yeltsin destituyó a Primakov y nombró como nuevo primer ministro, el tercero en poco más un año, al general Serguéi Stepashin, titular de Interior y primer viceprimer ministro.
El 9 de agosto de 1999, Yeltsin destituyó a Stepashin y nombró primer ministro al director del Servicio Federal de Seguridad, Vladímir Putin, a quien presentó como su candidato para las presidenciales del año 2000. Dos días más tarde, los rebeldes de la república rusa de Daguestán, que pocos días antes habían iniciado un movimiento secesionista, declararon la creación de un Estado islamista en ese territorio. Putin fue ratificado por la Duma el día 16, y a partir del 6 de septiembre el conflicto daguestano se trasladó a Chechenia, desde donde las autoridades rusas consideraron que se ayudaba a los rebeldes islamistas.
Yeltsin firmó con el presidente chino, Jiang Zemin, el 25 de agosto de 1999 en la ciudad de Bishkek (capital de Kirguizistán), una declaración de confianza respecto de los miles de kilómetros fronterizos entre sus respectivos países. Ambos presidentes ampliaron su estrategia internacional común al rechazar la política exterior de Estados Unidos y la OTAN.
Aunque en las elecciones legislativas, celebradas el 19 de diciembre de ese año, volvió a vencer el Partido Comunista, con un 24,2% de los votos emitidos, el partido de Putin, Unidad, obtuvo el 23,3% y el segundo puesto. Cuando la nueva guerra en Chechenia había llegado semanas antes hasta la capital, Grozni, Yeltsin presentó de forma súbita su dimisión el 31 de diciembre de 1999, por lo que constitucionalmente, Putin, en tanto que primer ministro, se convirtió en presidente interino de la República. En los primeros días de febrero de 2000, el gobierno ruso anunció que había conquistado Grozni, aun cuando los combates continuaron en Chechenia. El 26 de marzo tuvieron lugar las elecciones presidenciales, en las cuales venció Putin, que acaparaba los cargos de primer ministro y de presidente interino de la República, con el 52,64% de los votos, en tanto que el segundo candidato más votado fue el dirigente comunista Ziugánov, que obtuvo el 29,34 por ciento. Sin necesidad de disputarse una segunda vuelta, Putin asumió de inmediato la jefatura del Estado en su calidad de presidente electo.
La credibilidad de Putin sufrió dos serios reveses ante sendos hechos trágicos acaecidos durante los meses de agosto y septiembre de 2000: la explosión y hundimiento del submarino nuclear ruso Kursk (toda cuya tripulación falleció) en el mar de Barents, y el incendio de la torre de televisión (Ostankino) de Moscú. En ambos, la actuación del presidente fue tachada de ineficaz y de constituir un reflejo de la grave situación de Rusia. Por lo que respecta a su política exterior durante ese año, en octubre firmó con el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, una declaración de asociación estratégica entre ambos países; prosiguió el estrechamiento de lazos con Bielorrusia (el 30 de noviembre comunicó, junto con Aleksandr Lukashenko, el proyecto para adoptar una moneda única en ambos países), y reactivó los vínculos comerciales con Cuba (tras entrevistarse en diciembre con Fidel Castro en La Habana).
Iniciada en 1999, la segunda guerra de Chechenia se caracterizó por la sucesión de ofensivas del Ejército ruso y de acciones guerrilleras de los independentistas. Putin intentó vincular el conflicto al terrorismo, y más concretamente al terrorismo internacional desde los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001. También se generó un deterioro de las relaciones con Georgia, ya que Moscú acusó al gobierno de Eduard Shevardnadze de no perseguir a los guerrilleros chechenos que actuaban desde territorio georgiano. Uno de los episodios más trágicos de esta cuestión se inició el 23 de octubre de 2002, cuando un comando terrorista checheno asaltó en Moscú el teatro Dubrovka, tomó como rehenes a aproximadamente 800 personas y amenazó con matarlos si las tropas rusas no abandonaban Chechenia. Al expirar el plazo de tres días fijado por los secuestradores, y ante el peligro de que cumplieran sus amenazas, fuerzas de operaciones especiales iniciaron el asalto del edificio; perdieron la vida todos los terroristas y más de un centenar de rehenes. Pronto, Putin convocó un referéndum sobre el estatus constitucional de Chechenia. Pese a que en dicha consulta, desarrollada en marzo de 2003, los chechenos apoyaron las propuestas de Putin, los observadores se mostraron escépticos respecto a la legitimidad de este referéndum.
En mayo de 2002, Putin y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, firmaron un tratado para reducir durante los siguientes 10 años los arsenales nucleares de ambos países. Poco después, Putin también firmó un acuerdo con la OTAN, por el que se constituyó el denominado Consejo OTAN-Rusia. Sin embargo, el gobierno ruso criticó la acción militar emprendida por Estados Unidos en Irak, en marzo de 2003, contra el régimen de Saddam Husayn (por haber sido afrontada sin la aprobación de la ONU).
En las elecciones legislativas de diciembre de 2003, Rusia Unida, la formación de los seguidores de Putin, obtuvo casi la mitad de los escaños en la Duma. En febrero de 2004, el presidente destituyó al primer ministro, Mijaíl Kasiánov, y el 1 de marzo nombró a Mijaíl Fradkov para sustituirle. El día 14 de este mes, Putin fue reelegido presidente.
En septiembre de 2004, un grupo de terroristas vinculados al independentismo checheno asaltó un colegio en Beslan (Alania) y tomó como rehenes a más de mil personas. La operación de rescate realizada por las fuerzas de seguridad rusas finalizó con un elevado número de muertos y heridos. A continuación de este trágico hecho, Putin hizo pública su intención de luchar contra el terrorismo internacional en cualquier punto, así como de promover una reforma constitucional para conseguir que los gobernadores regionales fueran designados por el presidente. En febrero de 2005, Aslán Masjádov, líder de los separatistas chechenos, hizo un llamamiento para el cese de la violencia, mientras insistía en que nada había tenido que ver en la masacre de Beslan (como se afirmaba desde el Kremlin); al mes siguiente, Masjádov murió durante una operación de fuerzas rusas en la localidad de Tolstói Yurt. Un año después, moriría, en similares circunstancias, el jefe guerrillero checheno Shamil Basáyev (sospechoso de ser el responsable de las acciones del teatro Dubrovka y Beslan, así como del asesinato, en mayo de 2004, del presidente checheno Ajmad Kadírov).
Las prioridades de Fradkov como primer ministro se centraron en mejorar la cooperación entre el ejecutivo federal y los gobiernos regionales. Tras dimitir, en septiembre de 2007, Putin nombró a Víktor Zubkov. En los comicios legislativos celebrados tres meses después, Rusia Unida, el bloque afín al presidente, obtuvo casi el 65% de los votos. Poco después, Putin, quien había ya manifestado su disposición para ejercer el cargo de primer ministro una vez que expirara su mandato presidencial, anunció que su favorito para sucederle en la jefatura del Estado era el primer viceprimer ministro, Dmitri Medvédev. En las elecciones presidenciales del 2 de marzo de 2008, el continuismo pretendido por Putin quedó garantizado gracias a la victoria de su mencionado delfín, el cual, al recabar aproximadamente el 70% de los sufragios, se aseguró su acceso a la jefatura del Estado el 7 de mayo siguiente.