Paises, banderas y mapas

Paises, Capitales y mucho más

lunes, 9 de agosto de 2010

Nueva Zelanda

Nueva Zelanda (nombre oficial inglés, New Zealand; nombre oficial maorí, Aotearoa, ‘tierra de la blanca nube’), estado insular situado en el sur del océano Pacífico y miembro de la Commonwealth. Localizada a unos 1.600 km al sureste de Australia, comprende dos islas de gran extensión: la isla del Norte y la isla del Sur, separadas por el angosto estrecho de Cook y otras muchas islas de menor tamaño, entre las que se encuentra la isla de Stewart, situada al sur de la isla del Sur. Tiene una extensión de 270.534 km². Los territorios de ultramar gobernados por Nueva Zelanda son la Dependencia de Ross en la Antártida y Tokelau en el océano Pacífico, al norte del archipiélago de Samoa. Las islas Cook y las Niue, también en el Pacífico, son territorios autónomos asociados libremente a Nueva Zelanda. La capital del país es Wellington y la ciudad más grande es Auckland, ambas situadas en la isla del Norte.

El paisaje de Nueva Zelanda queda expresamente definido por las líneas de falla que atraviesan el país, dividiéndolo en bloques. El movimiento de estos irregulares bloques de montañas que se crearon hace unos 26 millones de años, y que dominan la isla del Sur, son la causa de una constante actividad volcánica que caracteriza el centro de la isla del Norte. Ambas islas están claramente cortadas por las altas montañas, caso de los Alpes neozelandeses en la isla del Sur y de cordilleras de menor altitud localizadas en la isla del Norte. Casi tres cuartas partes de la isla del Sur y un quinto de la isla del Norte son de relieve montañoso, lo que hace que dos tercios de la superficie de Nueva Zelanda, estén entre los 200 y los 1.000 m sobre el nivel del mar, con más de 220 montañas conocidas que superan los 2.300 m. El monte Cook (en maorí Aorangi, ‘el que traspasa las nubes’), situado en los Alpes neozelandeses, es, con sus 3.754 m de altitud, el pico más elevado del país.
Nueva Zelanda es un país que cuenta con numerosas cuencas hidrográficas, pero los ríos son generalmente cortos, rápidos y de difícil navegación. Sólo la isla del Sur cuenta con grandes extensiones aluviales en las llanuras de Canterbury que se prolongan hasta el este de los Alpes neozelandeses. La cascada de Sutherland, con una caída de 580 m desde un valle inclinado próximo al estrecho de Milford, en la isla del Sur, es la quinta catarata más grande del mundo. Los lagos de Nueva Zelanda se localizan principalmente en los viejos cráteres volcánicos de la isla del Norte, como en el caso del lago Taupo, que ocupa 606 km², lo que le convierte en el mayor de Nueva Zelanda y de los valles glaciares asociados a los Alpes neozelandeses. La costa neozelandesa tiene 15.134 km de longitud, con bahías, fiordos, golfos y estrechos. La línea costera de la isla del Norte es bastante irregular, especialmente en la región meridional o área peninsular del norte de Auckland. La isla del Sur tiene pocas calas naturales, a excepción de la zona suroccidental, repleta de fiordos y estrechos.
Esta isla tiene una extensión de 114.690 km² y cuenta con mayor potencial económico que la isla del Sur, además de ser la más poblada de Nueva Zelanda. En el centro de la isla hay una meseta volcánica que se eleva de forma abrupta desde la orilla meridional del lago Taupo. Es una zona volcánicamente activa y foco de frecuentes temblores y terremotos a pequeña escala. Los tres volcanes activos del área de la meseta son: el monte Ruapehu (2.797 m) y punto más elevado de la isla, el monte Ngauruhoe y el monte Tongariro, junto con varios géiseres, charcas cenagosas y manantiales de agua caliente (pertenecientes al Parque nacional de Tongariro). Al este y sur de la meseta, las cadenas montañosas se prolongan desde el cabo Este hasta el estrecho de Cook y sus vertientes occidentales son lugar de cría del ganado lanar y vacuno. Al oeste de la meseta volcánica, el relieve montañoso aporta una vía de acceso a las tierras de labranza de la zona de Taranaki. El monte Taranaki (Egmont), es un volcán extinto y aislado situado cerca del extremo occidental de la isla (donde se extiende el Parque nacional Egmont). El río Waikato (425 km de longitud), el más largo de Nueva Zelanda, parte del lago Taupo avanzando hacia el norte hasta su desembocadura en el mar de Tasmania, al oeste. Riega una de las regiones económicamente más importantes del país, localizada en los alrededores de Auckland. Entre las principales actividades económicas de esta región cabe destacar la silvicultura, la industria lechera y la fruticultura. Auckland domina un estrecho istmo que en algunos puntos no mide más de 10 km de ancho. Al norte de la ciudad, la región septentrional va adoptando poco a poco una flora y fauna de carácter subtropical, con playas arenosas a lo largo de la costa occidental y manglares que se extienden por la costa oriental.

Esta isla tiene una extensión de unos 150.460 km². La cadena plegada de los Alpes neozelandeses se prolonga algo más de 480 km en dirección suroeste-noreste. Además del monte Cook, en esta cordillera hay otros quince picos que superan los 3.000 m de altitud y más de 300 glaciares; el más importante, y el más grande del país, es el glaciar de Tasmania, que se extiende al pie de la ladera oriental del monte Cook. Las vertientes occidentales de los Alpes son generalmente zonas forestales húmedas, mientras que las vertientes orientales destacan por su aridez y escasa altura. En su extremo septentrional, los Alpes se abren en numerosas cordilleras de menor altitud de las cuales, las orientadas al oeste son ricas en depósitos minerales. Más al sur, los Alpes están densamente arbolados y ofrecen numerosos entrantes ocupados por fiordos que configuran un espléndido escenario, como el del Parque nacional de Fiordland. El extremo suroriental de la isla comprende la meseta de Otago, área de altas planicies que fue en su día foco de la fiebre del oro y lugar donde hoy se concentra gran parte de la ganadería del país. Las llanuras de Canterbury constituyen el área de terreno llano más extensa de Nueva Zelanda y la región principal en cultivo de cereales. La mayoría de los ríos de la isla del Sur nacen en los Alpes y entre ellos cabe destacar el Clutha, que con sus 338 km se convierte en el más largo del país. Por otro lado, el lago más grande es el Te Anau que mide 342 km y está situado en la parte meridional de los Alpes neozelandeses. Véase Parque nacional del Monte Cook.

Nueva Zelanda está localizada en una zona templada, por lo que su clima es normalmente suave y húmedo y las diferencias entre estaciones no son muy acusadas. La región septentrional es la que goza del clima más cálido, mientras que la vertiente suroccidental de los Alpes neozelandeses es la más fría. Las precipitaciones son por norma general de moderadas a abundantes, pues se recogen, como promedio, más de 500 mm al año, a excepción de una pequeña área en la parte meridional del centro de la isla del Sur. Las precipitaciones de carácter torrencial (unos 5.600 mm al año), se dan en torno al estrecho de Milford, en la costa suroccidental de la isla del Sur. El promedio de la temperatura en Wellington oscila entre los 20,1 ºC en enero (el mes más cálido) y los 5,6 ºC en julio (el mes más frío), mientras que la pluviosidad anual está en torno a los 1.230 mm de promedio. En Auckland, la temperatura en enero y julio oscila entre los 23,4 ºC y los 7,8 ºC respectivamente de promedio, con una precipitación anual de 1.851 milímetros.
El aislamiento de Nueva Zelanda de otros continentes y lo tardío de los asentamientos humanos en las islas (véase el capítulo de Población a continuación) han favorecido el desarrollo de una flora única en el mundo. De las 2.000 especies autóctonas, unas 1.500 son exclusivas del país; claros ejemplos de esta flora lo constituyen el kowhai dorado y el pohutukawa rojo. Antes del último poblamiento europeo a gran escala, la vegetación dominante de Nueva Zelanda era el bosque mixto de hoja perenne, que se daba especialmente en la cálida isla del Norte, además de espesos sotobosques poblados de musgos y helechos. La gran excepción la constituye la pradera de la meseta volcánica en la isla del Norte. Hoy, este denso bosque o monte bajo de arbustos sobrevive sólo en las zonas en las que no se permite el paso, en los parques nacionales y reservas naturales. La costa occidental de la isla del Sur contiene una de las áreas más grandes de bosques mixtos autóctonos, y además aporta la mayor cantidad de madera natural utilizada con fines comerciales, como es el caso del kauri, rimu, kahikatea y totara. Las tierras bajas de la isla del Sur son actualmente praderas que se elevan hasta los 1.525 m de altitud. Las falsas hayas autóctonas crecen en las bajas latitudes de los Alpes neozelandeses, mientras que en las zonas altas se da la vegetación alpina.
Desde 1900 se han venido introduciendo gran cantidad de especies de flora exótica, en concreto las coníferas de rápido crecimiento y de gran importancia comercial, como es el caso del abeto de Douglas y el pino de California. La incorporación de algunas de estas especies ha causado serios problemas ecológicos; el tojo se ha convertido en una amenaza para la flora autóctona, pues prolifera de forma rápida, tanto por terreno rico como pobre, a expensas de otras especies.
Al contrario de lo que ocurre con la rica flora autóctona, Nueva Zelanda cuenta con pocas especies animales propias. Cuando tuvo lugar el primer asentamiento maorí, Nueva Zelanda contaba con dos especies de lagartos: el geco y el tuátara —especie residual prehistórica que mantiene un tercer ojo—, varias clases de ranas y dos especies de murciélagos que son considerados los únicos mamíferos autóctonos.
Los primeros asentamientos de colonos de raza blanca encontraron aquí una especie característica de perro y rata negra traída por los maoríes, y que hoy está prácticamente extinguida. La fauna actual de Nueva Zelanda engloba el ciervo rojo, conejos comunes, cabras, cerdos, comadrejas, hurones y la zarigüeya australiana; todos descendientes de las primeras especies apuntadas por los colonizadores. Sin la presencia de depredadores —en Nueva Zelanda no hay serpientes—, estos animales se han multiplicado de una forma incontrolada y son los causantes de graves daños del medio ambiente, aunque también han permitido que el país pueda albergar una enorme variedad de aves, entre las que se encuentran veintitrés especies únicas. Las variedades autóctonas son aves canoras como el bellbird y el tiu que, aunque incapaces de volar, son las más asociadas a Nueva Zelanda. El avestruz tipo moa, hoy extinguido, constituyó en su día la familia de aves no voladoras más numerosa. El kiwi es la más conocida de las especies actuales sin dejar de mencionar el kakapo, el takahe y el weka. La escasez de hábitat y la caza indiscriminada en el pasado han hecho que la mayoría de las familias autóctonas de animales y muchas especies de aves estén hoy fuertemente protegidas ya que se encuentran en peligro de extinción. El gorrión, el mirlo, el tordo, la alondra, la urraca y la mina se encuentran entre las especies importadas que más se han desarrollado, aunque en Nueva Zelanda también abundan las variedades de aves marinas y aves migratorias.
Muchos de los ríos del país acogen una gran diversidad de pescado para consumo doméstico, como el chanquete, la anguila, la lamprea y crustáceos de río como el cangrejo. La trucha y el salmón son de importación. En las aguas oceánicas de los alrededores confluyen corrientes frías y cálidas, lo cual permite que sean ricas en especies marinas. Las corrientes cálidas aportan atún, pez volador y aguja, además de tiburones atraídos por las especies locales como el snapper y el trevally. Por otro lado, las corrientes frías traen bacalao azul, mientras que el hapuku y el tarakihi se localizan a lo largo de toda la costa. Entre los mariscos destacan las ostras, mejillones y toheroas como variedades comestibles.
Nueva Zelanda fue una de las últimas áreas aptas para el asentamiento del hombre. Los primeros pobladores fueron los maoríes, un pueblo polinesio que llegó aquí hace unos 1.000 años. Los asentamientos europeos no comenzaron hasta la década de 1820, pero en la actualidad aproximadamente el 88% de los neozelandeses son descendientes de europeos, en especial de británicos; el 8,9% son de origen maorí; un 2,9% procede de otras islas del Pacífico, en concreto Samoa, islas Cook, Tonga y Tokelau aunque hay otros grupos étnicos, en particular asiáticos, que configuran el resto de la población.
La mayoría de los neozelandeses se consideran cristianos, principalmente anglicanos (25%), presbiterianos (16%) y católicos (15%). También tienen una destacada presencia entre la población las creencias metodista y protestante. La mayor parte de los maoríes son miembros de las iglesias cristianas de Ringatu y Ratana. Hay pequeñas minorías de judíos, hindúes y confucianos. Alrededor del 18% de la población no profesa ninguna creencia religiosa.

El inglés y el maorí son los idiomas oficiales de Nueva Zelanda, aunque el país es predominantemente de habla inglesa, pues casi todos los maoríes hablan inglés. Sólo un pequeño porcentaje de la población utiliza otras lenguas polinesias, europeas y asiáticas.
La enseñanza es obligatoria entre los 6 y 16 años, aunque los niños pueden entrar en la escuela a los 5 años y continuar hasta los 19. La educación pública es gratuita y se imparte desde los 5 hasta los 19 años. En la mayoría de las regiones hay escuelas infantiles para niños de 3 a 5 años. Los cursos elementales consisten en dos años de educación infantil seguidos de seis niveles, de los que son comunes los niveles 1, 2, 3, 4 y las etapas I y II. La mayoría de los niños completan su educación elemental en la misma escuela, pero en algunas regiones van a escuelas de enseñanza media para finalizar las etapas I y II. Los niños que superan estas etapas o que ya han cumplido los 14 años pueden acceder a la enseñanza media o secundaria. Como complemento del tercer o cuarto curso de educación secundaria, los alumnos realizan un examen a modo de título de escolaridad. Los que dejan las escuelas para acceder a la universidad deben aprobar un examen de ingreso y, si son mayores de 21 años, deben realizar otro tipo de prueba selectiva.
Los niños maoríes tienen la posibilidad de recibir las clases en su propia lengua hasta la etapa de secundaria, fase en la que el maorí se enseña como asignatura oficial. Las más de 600 escuelas infantiles (o kohanga reo) imparten los primeros años de enseñanza del maorí. Las escuelas elementales ofrecen una o incluso las dos opciones: clases bilingües o de total inmersión lingüística. Tanto las escuelas infantiles maoríes como las de educación elemental, están abiertas a niños no maoríes.
El producto interior bruto (PIB), según estimaciones para 2006, era de 104.519 millones de dólares estadounidenses. La agricultura y la exportación de lana, carne y productos lácteos suponen la base del desarrollo de la economía moderna de Nueva Zelanda.
La agricultura sigue siendo importante, como lo demuestra el que los productos tradicionales son los elementos dominantes del comercio exterior, aunque la economía neozelandesa ha experimentado profundos cambios, en particular durante los últimos veinte años. La agricultura representaba en 2001 el 9,4% del PIB, en comparación al 24,9% de la industria y al 65,7% del sector servicios. En 2006, el turismo significó una importante fuente de ingresos: los más de 2.409.000 turistas que ese año llegaron a Nueva Zelanda generaron 2.529 millones de dólares en divisas.
Desde mediados de la década de 1980, la economía de Nueva Zelanda ha pasado del proteccionismo y la regulación, a la liberalización y apertura propia de una nación desarrollada. Fueron necesarios distintos cambios para restaurar el crecimiento económico después de dos décadas de estancamiento que controlaran la inflación y redujeran el déficit presupuestario y la fuerte deuda pública. A mediados de la década de 1990, parecían conseguidos algunos de estos objetivos o, al menos, a punto de lograrse. La inflación del 11% a finales de 1980 bajó hasta el 3,40% en el periodo 2006. El crecimiento económico era del 6% en 1994 en comparación al 2% de la década de 1980. La deuda pública ha pasado de más del 50% del PIB al 38% cuando sólo se esperaba una reducción del 18%, según los pronósticos realizados para 1998. Los presupuestos generales han variado de un déficit constante a unos excedentes de 418 millones de dólares en el año fiscal 1993-1994. No obstante, este ligero excedente presupuestario se debe en parte a los recortes en el gasto público que ha afectado en especial al Estado de bienestar en Nueva Zelanda. La atención médica no es totalmente gratuita y las pensiones de jubilación se han reducido. La liberalización y la reforma económica también han contribuido a disminuir los índices de desempleo.
Nueva Zelanda introdujo en 1967 un sistema de moneda de carácter decimal, el dólar neozelandés, que sustituyó a la libra neozelandesa como unidad monetaria. El dólar neozelandés está dividido en 100 centavos (1,50 dólares neozelandeses equivalían a 1 dólar estadounidense en 2006). El Banco de Reservas de Nueva Zelanda (fundado en 1934) es el responsable de la emisión, ejecución y formulación de la política monetaria. A principios de la década de 1990 pasó a ser independiente del gobierno, con un contrato que le comprometía a mantener por debajo del 2% la inflación.
El sistema financiero también comprende varios bancos comerciales, mercantiles y confederaciones de cajas de ahorros regionales —agrupadas dentro del fideicomiso bancario—, cajas postales de ahorro, sociedades inmobiliarias, compañías financieras y bolsa. El sector financiero estuvo dominado por algunos bancos extranjeros y estatales hasta principios de la década de 1980, cuando fue regularizado como parte del programa gubernamental de reestructuración económica. Desde entonces ha sido un sector altamente competitivo; en 1992, había 20 bancos oficiales entre los que se encontraban los de capital extranjero.
Nueva Zelanda es una democracia parlamentaria perteneciente a la Commonwealth. La jefatura del Estado la ostenta la monarquía británica representada por el gobernador general. Su sistema político y judicial es imitación del británico; así, no hay constitución escrita, y la práctica constitucional se basa en la tradición, en el consenso y en la jurisprudencia.

Un cartógrafo holandés bautizó a Nueva Zelanda con su nombre actual después de que el navegante holandés Abel Janszoon Tasman descubriera las islas en 1642. El explorador y militar británico James Cook visitó y reclamó las islas para Gran Bretaña en 1769. No obstante, pasaron casi setenta y cinco años antes de que el gobierno británico levantara acta sobre esta reivindicación y anexionara formalmente Nueva Zelanda.
Las islas de Nueva Zelanda fueron habitadas en un principio por un pueblo originario de Polinesia oriental, posiblemente de la isla de Cook y de Tahití, unos mil años antes de que Tasman llegara a sus costas. El nombre maorí se cree que data de mediados de 1880, cuando los descendientes de los primeros colonos lo adoptaron para distinguirse de los pakeka o europeos. De acuerdo con la tradición maorí, el descubridor del país fue Kupe, quien primero lo bautizó como Aotearoa o ‘Tierra de la gran nube blanca’. Estos primeros pobladores se concentraron fundamentalmente en las zonas costeras de la isla del Norte, pero sus descendientes pronto emigraron a las dos islas deshabitadas. Cuando Cook visitó la isla, la población de Nueva Zelanda se estimó en torno a los 125.000 habitantes.
Los franceses dirigidos por Marion du Fresne siguieron los pasos de Cook. Los enfrentamientos de Fresne con los maoríes finalizaron en 1772, en una batalla que le ocasionó la muerte, junto con otros veinticuatro seguidores y al menos 300 maoríes. En los veinte años siguientes, no se conocen asentamientos europeos en Nueva Zelanda, pero a finales del siglo XVIII y principios del XIX, se reanudaron los contactos. Los europeos, principalmente misioneros y balleneros británicos, fundaron colonias y centros comerciales, sobre todo en las islas de la bahía de la isla del Norte. Aunque hubo cierta oposición, los maoríes aceptaron estas instalaciones, comprobando las ventajas que el intercambio comercial proporcionaba. La inmigración comenzó de forma sistemática en 1839 y 1840 bajo los auspicios de la Compañía de Nueva Zelanda, fundada en Londres por Edward Gibbon Wakefield.
Con el fin de adelantarse a la compra de la tierra por parte de la Compañía, el gobierno británico envió a Nueva Zelanda en 1840 al capitán William Hobson en calidad de cónsul y con plena autoridad para negociar tratados con los jefes maoríes. Según los términos del Tratado de Waitangi que él mismo redactó, los maoríes cedían la soberanía del país a la corona británica a cambio de justos derechos de propiedad como ciudadanos británicos y de permanecer bajo protección de Gran Bretaña; también aceptaron vender sus tierras sólo a la corona. El 6 de febrero de 1840, 45 jefes maoríes de la isla del Norte firmaron el tratado y otros 500 lo hicieron en las semanas sucesivas. El 21 de mayo Hobson proclamó la soberanía británica en la isla del Norte y reclamó la del Sur por los derechos adquiridos por haber sido descubierta por Cook. En 1841, Nueva Zelanda quedó constituida como colonia británica, con Auckland como capital.
La colonización continuó de forma rápida durante las siguientes décadas, y se fundaron dos asentamientos significativos en la isla del Sur, Otago (hoy Dunedin) en 1848 y Canterbury (hoy Christchurch) en 1850. Alrededor de 1851 la población europea era de 26.707 habitantes. Las disputas entre los recién llegados y los maoríes sobre los derechos de la tierra, culminaron con las guerras que tuvieron lugar en la isla del Norte entre 1845 y 1848 y entre 1860 y 1872 (véase Guerras de Nueva Zelanda). La última contienda fue la más dura porque además estuvo recrudecida por la confiscación británica de los territorios maoríes, lo que provocó un gran número de bajas. Después de esa fecha las autoridades coloniales pretendieron aplicar una política más conciliadora que pacificó las relaciones entre la población europea y maorí.

En la isla del Sur, ajena a las guerras, no se interrumpió la formación de colonias, y además contaba con escasa población maorí. El descubrimiento del oro aluvial en la península de Otago en 1860 generó una nueva afluencia de inmigrantes, muchos de los cuales se asentaron en las zonas bajas para dedicarse a la agricultura cuando se agotara el oro. Las principales fuentes económicas del país en la última fase del siglo XIX, fueron la cría de ganado ovino y la explotación minera de las cuencas meridionales. Las introducción de buques frigoríficos en 1882 permitió que Nueva Zelanda abriera sus puertas a la exportación de carne, lo que estimuló los asentamientos y el cultivo intensivo.
Establecido un gobierno central con un Parlamento elegido y un gabinete, este gobierno no tuvo poder ejecutivo hasta 1856. A lo largo del siglo XIX, el poder político estuvo dirigido de forma alternativa por algunos grupos liberales sin cohesión, —que instituyeron el sufragio para los hombres y la educación obligatoria—, y por los conservadores que eran en su mayoría terratenientes. En 1891, tras el fracaso de una huelga de pescadores, los sindicalistas dieron su apoyo a los liberales. Posteriormente, y hasta 1912, se sucedieron una serie de legislaturas dominadas por el Partido Liberal, que contaban con la ayuda de los laboristas, hasta que se creó el Partido Laborista Independiente en 1910. Estos gobiernos, dirigidos primero por el periodista John Ballance y tras su muerte por Richard John Seddon y sir Joseph George Ward, realizaron un programa de reforma agraria y una legislación social cuya importancia fue reconocida internacionalmente. Las especulaciones sobre el terreno quedaron suprimidas mediante una legislación que procuraba al gobierno la adquisición de grandes propiedades para su subdivisión, y le autorizaba a la compra de pequeñas propiedades con amplias hipotecas. Otra legislación estableció contribuciones mínimas proporcionadas por un arbitraje obligatorio y la respuesta a la solución de conflictos laborales. En 1893, Nueva Zelanda fue el primer país que dio el derecho de voto a la mujer. Durante este periodo de dominación liberal-laborista se instauró el sistema de Seguridad Social.
En 1907 Nueva Zelanda quedó designada oficialmente como dominio del Imperio Británico, aunque su forma de gobierno permaneció inalterable. Los conservadores agrupados en el Partido de la Reforma, alcanzaron el poder una vez más en 1912. Durante la I Guerra Mundial, la coalición reformista-liberal gobernó el país, mientras que 124.211 neozelandeses engrosaron las listas de las Fuerzas Armadas británicas. Estas tropas lucharon en Egipto y en la campaña de Gallípoli de 1915; los Australian y New Zealand Army Corps, fueron popularmente conocidos como divisiones Anzac. En 1916, las unidades neozelandesas, organizadas como división separada, llegaron a Francia para luchar en la batalla del Somme, y el cuerpo de fusileros sirvió más tarde en la campaña de Palestina. Nueva Zelanda perdió más de 16.000 hombres en la guerra y otros 400.000 fueron heridos. No obstante, la I Guerra Mundial contribuyó a generar un nuevo espíritu nacionalista.
El colapso de la explosión especulativa del terreno que floreció tras la guerra fue una causa importante de la recesión económica de 1921 a 1926 que se agravaron con la depresión mundial que comenzó en 1930. En las elecciones parlamentarias de 1935, el Partido Laborista consiguió mayoría absoluta sobre el Partido Nacionalista, formado en 1913 al fusionarse los partidos Liberal y Reformista. El nuevo gobierno, presidido por Michael Joseph Savage, nacionalizó algunos sectores de la economía e instituyó un completo sistema del Estado del Bienestar.
Con el estallido de la II Guerra Mundial en 1939, Nueva Zelanda impuso un control salarial y sobre los precios que reafirmaron la estabilidad financiera, a costa del progreso social. La Armada neozelandesa prestó sus servicios en Grecia, Chipre, África del Norte, Italia y el océano Pacífico y la aviación estuvo presente en todos los escenarios bélicos. Nueva Zelanda tuvo más de 11.600 muertos y 15.700 heridos durante la contienda.
Por otro lado, el Partido Laborista ganó las elecciones de 1949. En política exterior, Nueva Zelanda participó del Plan Colombo para el Sureste asiático en 1950, y en 1951 formó parte del pacto de defensa mutua, ANZUS, con Australia y Estados Unidos. Con otros siete países, en 1954 Nueva Zelanda se integró en la Organización del Tratado del Sureste Asiático (SEATO) y contribuyó en los contingentes que las Naciones Unidas enviaron a la guerra de Corea y a Chipre.
El Partido Laborista reanudó el ejercicio del poder tras las elecciones generales de noviembre de 1957. Su ascensión coincidió con el comienzo de la crisis económica que caracterizó la década de 1960 y que fue debida, en parte, a la reducción de los beneficios procedentes de la exportación. El Partido Nacional volvió al poder en 1960 y bajo la dirección del primer ministro Keith J. Holyoake, mantuvo la mayoría de los votos hasta 1966. El negativo balance económico y la inflación hicieron que el gobierno de Holyoake adoptara políticas de control económico establecidas anteriormente por los laboristas. A principios de 1972 Holyoake se retiró.
En noviembre, los laboristas dirigidos por Norman Eric Kirk vencieron por abrumadora mayoría en las elecciones, y su dirigente fue nombrado primer ministro. En 1973 Kirk y el primer ministro australiano, Gough Whitlam acordaron la cooperación entre ambos países para la mejora de sus respectivas economías. Esta actitud se debió, en parte, a la integración del Reino Unido en la Comunidad Europea, que se hizo efectiva a principios de año. En ese mismo año, Nueva Zelanda estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China.
Cuando Kirk murió en 1974, Wallace Edward Rowling le sucedió en la jefatura del gobierno. En 1975, el Partido Nacional volvió al poder bajo la dirección de Robert Muldoon, quien fue reelegido durante un breve periodo de dos años, entre 1978 y 1981. Muldoon intentó, sin demasiado éxito, arreglar los cada vez más graves problemas económicos de Nueva Zelanda. Las elecciones de 1984 devolvieron el control del Parlamento al Partido Laborista, encabezado por David Lange. Bajo su gobierno se iniciaron grandes reformas económicas y se redujo el control estatal sobre la economía y las barreras arancelarias. Aunque muchas de sus medidas contaron con la desaprobación popular, el gobierno laborista volvió a ganar las elecciones de 1987. Conocedor del precario estado de su salud, Lange dimitió en 1989 y le sucedió Geoffrey Palmer. En septiembre de 1990, las diferencias internas de un partido cada vez menos popular, provocaron que Palmer dimitiera en favor de Michael Moore. En las elecciones de octubre, en las que se luchó principalmente contra las premisas económicas de la oposición, los laboristas fueron derrotados por el Partido Nacional, dirigido por James Bolger. El gobierno de Bolger llevó a cabo un más amplio proceso de reforma, ampliando la privatización de las industrias estatales e imponiendo fuertes reducciones en los servicios de bienestar social. Contó con una dura oposición a todas estas medidas políticas y, en 1992, los neozelandeses votaron en referéndum el cambio del sistema electoral por un sistema proporcional mixto que incrementaría el poder de los partidos minoritarios del país. El cambio se confirmó en el referéndum de 1993, que coincidió con unas elecciones generales. El gobierno Bolger sobrevivió, pero sólo por mayoría simple. Varios miembros abandonaron el Partido Nacional en septiembre de 1994 para fundar un partido de centro-derecha con el que Bolger tuvo que formar coalición para conservar su mayoría parlamentaria. El sistema de reforma electoral fue incorporado en las elecciones generales de 1996.
En estas elecciones, además de una alta participación, se produjo un vuelco en la situación política neozelandesa: el Partido Nacional obtuvo el mayor número de votos y de escaños (44), pero no la mayoría absoluta; el Partido Laborista logró 37 escaños y quedó en segundo lugar. Con estos resultados, la novedad no fue la falta de un claro vencedor, sino el surgimiento de una fuerza política, denominada Nueva Zelanda Primero, de carácter nacionalista y populista, que con 17 escaños se convirtió en el verdadero árbitro de la situación. La nueva ley electoral permitió, además, la entrada de otros partidos minoritarios, tanto de derechas como de izquierdas. Tras varias conversaciones, se formó un gobierno de coalición entre el Partido Nacional, dirigido por James Bolger, y Nueva Zelanda Primero, de Winston Peters.
En noviembre de 1997 Jenny Shipley, antigua ministra de Bienestar Social, se convirtió en la primera mujer que accedía al cargo de primera ministra en la historia de Nueva Zelanda. El nombramiento fue aprobado por el Partido Nacional, en el poder, después de una larga negociación con Jim Bolger, que había dimitido de sus cargos de responsabilidad en el gobierno y en el partido (al frente del cual llevaba 12 años) tras haber perdido la confianza de sus allegados ante el desafío lanzado por Shipley, una firme rival de la labor de gobierno desarrollada por el dimisionario primer ministro.
Una de las cuestiones claves del tiempo de posguerra, y en concreto de los últimos treinta años, ha sido la que atañe a los derechos de la población maorí. El activismo maorí para el logro de derechos sociales y económicos fue particularmente intenso durante las décadas de 1960 y 1970; demandaban la utilización de la lengua maorí en la enseñanza, medios de comunicación y actos oficiales, además de programas que preservaran su cultura y arte. Sus peticiones estaban, no obstante, unidas a la devolución de la tierra según las disposiciones del Tratado de Waitangi. El Tribunal de Waitangi quedó establecido en 1975, encargado de examinar y hacer recomendaciones sobre la utilización de las tierras maoríes y sobre las declaraciones de compensación. A principios de la década de 1990, se presentaron cerca de 400 demandas ante los tribunales, pero la cuestión que presentó mayores contenciosos fue la que se refería a grandes extensiones de la corona, de propiedad estatal. Se establecieron así una serie de acuerdos individuales con las distintas tribus (como el de 1994 entre la tribu de los waikato y el gobierno), aunque el lento proceso de negociaciones aumentó las protestas por parte de los activistas maoríes durante 1994 y 1995. En este último año, las reivindicaciones se centralizaron en la isla del Norte, provocando detenciones temporales y la ocupación de algunos lugares de interés cultural, entre los que estaban el Instituto de Artes y Oficios maoríes, situado en Rotorua. El 22 de mayo del mismo año, Bolger y Arkinui Te Atairangikaahu, reina de Tainu (máxima federación tribal del país), firmaron un acuerdo por el que se establecían las reclamaciones definitivas sobre la utilización de 50.000 ha de terreno cedidas ilegalmente a los europeos durante la década de 1860. Esta petición suponía el pago en metálico y la devolución de la tierra, bajo una tasación gubernamental de un total de 116 millones de dólares. Las tierras vendidas a los colonos no quedaron contempladas en dicho acuerdo.

Después de nueve años de gobierno conservador, el Partido Laborista se alzó con la victoria en las elecciones legislativas del 27 de noviembre de 1999, al obtener el 38,9% de los votos. La candidata laborista Helen Clark derrotó a la conservadora Jenny Shipley, cabeza de lista del Partido Nacional, que logró el 30,7 por ciento. El eje de la campaña electoral de Clark fue la política social; según su programa, de perfil claramente socialdemócrata, la sanidad, la educación pública, los transportes, el seguro de desempleo, así como la creación de empleo y de nuevos impuestos para las rentas más altas, serían prioritarios. Finalizada la legislatura tres años después, el Partido Laborista repitió victoria en las urnas el 27 de julio de 2002. Pese a no lograr mayoría absoluta en la Cámara, los 52 escaños que ganó, gracias al respaldo del 41,4% de los votos emitidos, garantizaron la continuidad de Clark al frente del gobierno. De igual forma, el nuevo triunfo electoral laborista del 17 de septiembre de 2005 (obteniendo 50 escaños) permitió una nueva investidura de Clark.