Islandia (nombre oficial, Lýdhveldidh Ísland, República de Islandia), república insular situada justo por debajo del círculo polar ártico, al norte del océano Atlántico, a unos 300 km al sureste de Groenlandia, 800 km al noroeste de Escocia y a unos 1.000 km al oeste de Noruega. Con una superficie de 103.000 km², presenta unas dimensiones máximas de 305 km de norte a sur, y de 485 km de este a oeste. La capital es Reykjavík.
Islandia tiene una forma casi ovalada, y la costa, con una longitud total de unos 4.988 km, es muy abrupta, especialmente en el oeste y el norte. En la costa oeste, Faxaflói (fiordo de Faxa) y Breidafjördur (fiordo de Breidha) son las ensenadas más importantes. En el saliente noroeste entre Breidafjördur y Húnaflói, una de las mayores hendiduras en la costa norte, está una península de forma irregular bordeada por acantilados escarpados. La línea costera de esta península forma cerca del 30% del total de la isla. Geológicamente, el terreno es de origen volcánico reciente y consta en su mayoría de mesetas de lava deshabitadas salpicadas de apuntamientos montañosos; las tierras bajas, emplazadas principalmente a lo largo de la costa, sobre todo en el sur y suroeste, ocupan un 25% de la superficie de la isla. Casi toda la población de la isla vive en la costa; cerca de tres cuartas partes lo hacen en el suroeste, en Reykjavík y sus alrededores.
El promedio de altitud en las tierras altas varía entre los 610 y los 915 m. El punto más alto es Hvannadalshnúkur (2.119 m), en el sureste. Casi el 15% de la superficie de Islandia está cubierto por campos de hielo y glaciares. Vatnajökull (el glaciar Vatna), en el sureste, es el más grande de los más de 120 glaciares de la isla. Cubre una superficie de 8.456 km², equivalente a la que ocupan todos los glaciares juntos del continente europeo. También tiene un gran número de pequeños lagos y ríos de corriente rápida, la mayor parte de origen glaciar.
Islandia se encuentra en una de las principales fallas de la corteza terrestre, la dorsal medio atlántica (véase Tectónica de placas). Como consecuencia de ello, es uno de los lugares de la tierra más activos tectónicamente, y por esto son muy frecuentes los volcanes, los manantiales de aguas termales y las solfataras (chimeneas volcánicas que expulsan gases y vapores calientes); también lo son los terremotos, pero raras veces causan daños graves. En la isla se localizan más de 200 volcanes, de los que al menos 30 han entrado en erupción en tiempos históricos. Cabe mencionar entre ellos el monte Hekla (1.491 m), que ha entrado en erupción muchas veces, las más destacadas en 1766, 1947 y 1980; y el cercano Laki, con unos 100 cráteres separados. Los vastos campos de lava creados por los volcanes cubren casi el 10% del territorio. Muchas erupciones han causado una devastación generalizada: así, en 1783 (año en que ocurrió la única erupción conocida del volcán Laki) la lava líquida, las cenizas volcánicas, los gases y las crecidas torrenciales, como resultado de la fusión del hielo y la nieve, produjeron la muerte de más de 9.000 personas, asolaron grandes zonas de terreno cultivable y mataron al 80% del ganado de la isla. En 1963, un volcán en el lecho oceánico entró en erupción a la altura de la costa suroeste de Islandia y formó la isla de Surtsey. En 1973, un volcán en la isla Heimaey entró en actividad, y hubo que evacuar a la población de la ciudad de Vestmannaeyjar.
Las fuentes termales son habituales en Islandia. En especial son abundantes en las áreas volcánicas, provocando la aparición de géiseres, volcanes de lodo, y otras diversas formas. Geysir (del cual procede la palabra géiser) es el más espectacular, brota a intervalos irregulares (normalmente de 5 a 36 horas) y expulsa una columna de agua hirviendo hacia arriba hasta unos 60 m de altura. La mayoría de los edificios en el área de Reykjavík se calientan por este agua conducida a través de tuberías desde las cercanas fuentes termales.
Islandia presenta un clima oceánico frío, más suave de lo que cabría esperar teniendo en cuenta su ubicación en latitudes tan altas, próxima al círculo polar ártico, y a la altitud media de su territorio. La influencia oceánica, en especial de la corriente noratlántica (prolongación de la corriente del Golfo), modera las condiciones climáticas en todas las partes de la isla. La temperatura media anual en Reykjavík es de -5 ºC, con una oscilación entre los 0,6 ºC en enero y los 11,1 ºC en julio. En las regiones costeras del noroeste, norte y este, sometidas a los efectos de las corrientes y a la deriva de los bloques de hielo (icebergs), las temperaturas son, por lo general, más bajas. Los fuertes vientos son frecuentes, especialmente durante el invierno y pueden darse también densas nieblas. La precipitación anual varía entre unos 1.270 y 2.000 mm en la costa sur, mientras que en la costa norte es sólo de unos 510 mm. Las laderas sur de algunas de las montañas del interior pueden registrar hasta 4.570 mm de precipitación al año.
La vegetación de Islandia es del tipo europeo ártico. La hierba y el brezo, que proporcionan pasto para el ganado, principalmente ovino, son abundantes en la costa meridional. Debieron existir bosques extensos en tiempos prehistóricos, pero en la actualidad árboles como el abedul y la picea son escasos; incluso después de aplicar programas de reforestación, que se iniciaron en la década de 1960, escasamente menos del 2% del territorio está poblado de árboles. Los arándanos y los frutos de alguna familia de las empetráceas son la única clase de frutas que crecen en la isla.
El zorro ártico era el único mamífero terrestre en Islandia antes del primer asentamiento humano. El reno se introdujo hacia 1770 y los roedores llegaron en los barcos. No hay reptiles, ranas o sapos. Unas 100 especies de pájaros habitan en la isla; muchas de estas especies son acuáticas, como el cisne cantor y varias clases de patos; las colonias de patos en el lago Mývatna, en el norte, son las más grandes y más variadas del mundo. El pato eider es valioso por su plumón. Las ballenas y las focas viven mar adentro, al igual que bancos de bacalao, eglefino, halibut y arenque. Muchos salmones y truchas comunes permanecen en los ríos y lagos de agua dulce de Islandia.
La población de Islandia es muy homogénea; es casi por completo de origen nórdico y celta. En el comienzo de la década de 1940 tuvo lugar un movimiento migratorio a gran escala hasta las ciudades y pueblos de la costa. El 93% de los islandeses viven ahora en las ciudades. La isla tiene una población (según estimaciones para 2008) de 304.367 habitantes y una densidad de población de 3 hab/km². Islandia tiene un amplio y desarrollado sistema de seguridad social y sanitario, de carácter estatal, que cubre al conjunto de la población; más del 40% de los gastos del gobierno central se destinan a la salud y el bienestar social. El sistema mantiene uno de los niveles sanitarios más desarrollados del mundo; tiene la tasa mundial más baja de mortalidad infantil y una de las tasas de esperanza de vida más elevadas (78,4 años para los hombres y 82,8 años para las mujeres, según estimaciones para 2008).
La iglesia estatal de Islandia es la luterana, a la cual pertenecen más del 93% de los islandeses. Sin embargo, existe completa libertad religiosa. Los luteranos libres y otros credos protestantes y católicos forman una pequeña minoría. La lengua es el islandés, que ha permanecido más cerca del escandinavo antiguo de los originales pobladores de la isla, que de las otras lenguas escandinavas. La mayoría de los habitantes hablan también al menos una lengua extranjera, en especial el inglés.
En 2006 el producto interior bruto (PIB) de Islandia fue de 16.265 millones de dólares, equivalentes a 53.894,50 dólares per cápita (según estimación del Banco Mundial). La empresa privada constituye la base de la economía, pero el gobierno ejerce un grado considerable de control y supervisión sobre los sectores clave; posee muchas de las instituciones bancarias y financieras y, junto con los gobiernos locales, la mayoría de las infraestructuras generadoras de energía. Hasta el final del siglo XIX, la agricultura era la ocupación principal, mientras la pesca servía como fuente adicional de ingresos. Desde mediados del siglo XX, sin embargo, la pesca y la transformación del pescado se han convertido en las industrias principales. La energía hidroeléctrica y el potencial de energía geotérmica son enormes y se está enfocando hacia una mayor industrialización. En 1970 Islandia se hizo miembro de la Asociación Europea de Libre Comercio. El presupuesto nacional anual en 2006 estimaba unos ingresos de 5.870 millones de dólares y unos gastos de 4.895 millones de dólares. El país padeció una alta tasa de inflación desde finales de la década de 1970, pero ésta ha decrecido considerablemente a comienzos de la década de 1990.
La unidad monetaria de Islandia es la króna (corona), que consta de 100 aurar (céntimos). En 2006, 70,20 coronas equivalían a 1 dólar estadounidense. En 1981 el gobierno introdujo una nueva corona, equivalente a 100 coronas antiguas. Este cambio formó parte de los esfuerzos por controlar la inflación, al que siguieron varias devaluaciones de la corona, durante la década de 1980 y comienzos de la de 1990, la última fue en 1992. El banco central (1961), propiedad del Estado, emite la moneda. Para cumplir con los requisitos del mercado interno de la Unión Europea (UE), el gobierno ha reducido considerablemente los fuertes controles previos sobre el sector bancario y financiero desde mediados de la década de 1980. Sin embargo, todavía posee dos de los tres bancos comerciales; los cuatro bancos de propiedad privada se fusionaron en 1989-1990 para formar Íslandsbanki.
Algunos monjes irlandeses llegaron a Islandia antes del 800 d.C., pero la isla estuvo básicamente sin colonizar hasta el 870. El vikingo noruego Ingolfr Arnalson y su mujer fueron los primeros colonizadores permanentes, estableciéndose en Reykjavík en el 874. Durante los siguientes 60 años, otros colonizadores llegaron a la isla principalmente desde Noruega, pero también de otros países nórdicos y de las islas Británicas. Hacia el 930, y paralela a la independencia, se desarrolló el Althing, asamblea de hombres libres, que actuó como órgano de gobierno.
El régimen establecido carecía de autoridad ejecutiva o jefe de Estado. Los poderes legislativo y judicial eran ejercidos por el Althing, pero la aplicación era responsabilidad de la parte agraviada, a veces asistido por los godi, poderosos jefes religiosos que en la práctica constituían la clase dirigente. Sin embargo, el Estado prosperó durante más de 300 años. El terreno tenía recursos abundantes de pesca, focas y aves, y suficiente terreno de cultivo. Los comerciantes islandeses mantuvieron relaciones comerciales con Escandinavia, el continente europeo y las Islas Británicas, y la cultura floreció en una edad de oro que produjo el gran conjunto de literatura medieval islandesa. A finales del siglo X los islandeses colonizaron Groenlandia, y a comienzos del siglo XI, según la tradición, Leif Ericson, llegó al continente americano, denominando Vinland a las costas avistadas, pero el intento de colonización se frustró.
El cristianismo fue adoptado en el siglo X y en el 1000 d.C., el Althing decidió la conversión forzosa de todos los islandeses. Esta aparición de la Iglesia desestabilizó la autoridad secular; en primer lugar, socavó la antigua estructura de poder dominada por el Althing y además supuso la irrupción de potencias extranjeras que apoyaron a la Iglesia en su pugna con los poderes seculares. Islandia estuvo bajo la archidiócesis de Nidaros (hoy Trondheim), en Noruega y en 1262 el rey Haakon IV el Viejo de Noruega se aprovechó de la situación interna del país y fue reconocido como rey por los islandeses.
El dominio noruego trajo consigo una fuerte decadencia de las fortunas islandesas, tendencia que se mantuvo cuando Islandia (entonces dependencia noruega), acompañó a ésta en su unión en 1380 a Dinamarca, que buscaba expandir su navegación y comercio, y no quiso que el lucrativo comercio de pescado islandés tuviera como destino Inglaterra o Alemania, los dos países que tenían el mayor interés en la isla. De forma gradual, la corona danesa redujo sus actividades comerciales en Islandia, y hacia mediados del siglo XVI había expulsado a casi todos los comerciantes extranjeros. Al mismo tiempo, Dinamarca interfirió progresivamente en otras esferas de la vida islandesa. Desde 1540 se impuso el luteranismo en la isla, a pesar de la fuerte resistencia, que se mantuvo hasta la ejecución sin juicio del obispo católico, Jón Arason, y dos de sus hijos en 1550. En 1602 se estableció el monopolio danés sobre el comercio de Islandia. Desde esa fecha hasta 1787, se permitió el comercio con Islandia sólo a los comerciantes con licencia, la cual era concedida exclusivamente por la corona. Como consecuencia, los precios de los artículos de primera necesidad, como grano, madera y productos de metal subieron vertiginosamente, mientras los productos islandeses (en su mayoría pesca y lana) eran infravalorados a causa de que sus precios eran fijados por los mismos comerciantes. A largo plazo, el sistema de opresión económica redujo a Islandia a la miseria.
En 1661, el rey Federico III implantó la monarquía absoluta en Dinamarca y Noruega; al año siguiente los dirigentes islandeses se vieron forzados, bajo amenaza de intervención armada, a aceptar tal régimen. Se sucedieron con rapidez la derogación de los poderes legislativos del Althing y la supresión de su función judicial. El país quedó despojado de todo poder político.
Durante el siglo XVIII, Islandia alcanzó el umbral de su decadencia. Se estima que al final de la época de colonización, en el 930, vivían entre 60.000 y 90.000 personas en el país; en los primeros años del siglo XVIII, cuando se realizó el primer censo nacional, la población había descendido a 50.000 habitantes. Una serie de desastres (entre las que se cuentan una epidemia de viruela entre 1707 y 1709, las hambrunas de mediados de siglo y la erupción del volcán Laki en 1783) redujo la población a unos 35.000 habitantes, la mayor parte empobrecidos. Dinamarca contempló seriamente la posibilidad de evacuar a los islandeses supervivientes a las tierras baldías de la península de Jutlandia.
Desde mediados del siglo XVIII, sin embargo, la situación empezó a cambiar. Poco después de mitad del siglo un funcionario islandés estableció algunas industrias domésticas en Reykjavík, que por aquel entonces sólo estaba constituido por un grupo de cabañas. Aunque su esfuerzo fracasó finalmente, inspiró otros intentos que mejoraron las condiciones del país. El primer signo tangible de tal evolución fue la modificación del monopolio comercial en 1787, al permitirse el comercio con cualquier súbdito danés.
Aunque el siglo XIX comenzó con la supresión de funciones del Althing, finalmente se convirtió en la edad del resurgimiento islandés. Los movimientos revolucionarios en el continente europeo forzaron a un cambio político en Dinamarca, y pronto los islandeses también empezaron a exigir con fuerza sus derechos nacionales. En este conflicto tuvo un papel destacado el político Jón Sigurdsson, hoy venerado como héroe nacional. El Althing fue restablecido en 1843, el comercio quedó abierto a todas las naciones en 1854, y 20 años después se promulgó una Constitución, que otorgaba al Althing el control parcial sobre la economía nacional.
Hasta este momento la economía islandesa había seguido siendo básicamente medieval, pero con la autoridad financiera establecida dentro del país, empezó a modernizarse a un paso relativamente rápido. Al mismo tiempo, el conflicto por la independencia continuaba; en 1904 Islandia alcanzó el autogobierno, y en 1918 fue finalmente reconocida como un Estado independiente, solo unido nominalmente a la corona danesa, aunque Dinamarca conservara de hecho el control de la política exterior. Según este Tratado de Unión, cualquiera de los dos Estados tenía el derecho a revocar el acuerdo transcurridos 25 años. Durante el periodo de entreguerras nacieron los modernos partidos políticos y se hicieron progresos significativos, a pesar de los años de escasez que supuso la Gran Depresión, durante la década de 1930, que también afectó a Islandia.
Cuando Dinamarca fue ocupada por la Alemania nacionalsocialista en 1940, Islandia quedó aislada. Un mes después la isla fue ocupada, en esta ocasión por las tropas británicas. En mayo de 1941 el gobierno islandés nombró a Sveinn Bjornsson, un antiguo ministro islandés en Dinamarca, como regente.
El Tratado de Unión finalizó en 1943 y, ante la imposibilidad de renegociarlo, los islandeses decidieron actuar unilateralmente para no renovarlo. En un plebiscito celebrado a comienzos de 1944, con una participación del 98,6% de los electores, el 97,3% votó romper con todos los lazos que unían a Islandia con Dinamarca, tras lo cual se proclamó la República de Islandia en Thingvöllur el 17 de junio de 1944, con Sveinn Bjornsson como primer presidente.
Paradójicamente, Islandia celebró su liberación final del dominio extranjero mientras estaba todavía ocupada por otra potencia exterior. En 1941 el gobierno islandés había sido presionado por Gran Bretaña y Estados Unidos para que aceptara la presencia de fuerzas estadounidenses en su territorio hasta que finalizara la II Guerra Mundial. Sin embargo, contrario a las obligaciones contractuales adquiridas, Estados Unidos no retiró sus fuerzas al final de la guerra. En su lugar, el gobierno estadounidense solicitó bases militares permanentes en el país, aunque esto fue rechazado.
En 1946 se alcanzó un compromiso que permitía a Estados Unidos el control del aeropuerto de Keflavík durante seis años y medio. Sin embargo, en 1949, Islandia se convirtió en miembro fundador de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y en 1951, durante la Guerra de Corea, Estados Unidos consiguió permiso para estacionar tropas en el país, esta vez al amparo de la OTAN. La presencia militar estadounidense, ininterrumpida desde 1941, ha dividido a la opinión pública de Islandia, pese a su incondicional apoyo a las democracias occidentales. En 1985, el Althing aprobó por unanimidad una resolución que prohibía la entrada de armas nucleares en territorio islandés.
Una segunda cuestión planteada desde la II Guerra Mundial ha implicado a otra democracia occidental, Gran Bretaña. El deseo por proteger los bancos de pesca y los puestos de trabajo llevó a Islandia a extender sus aguas territoriales desde las 4 hasta las 12 millas náuticas (de 7 a 22 km) en 1964 y 50 millas náuticas (93 km) en 1972. El gobierno británico respondió con el envío de barcos de guerra para proteger sus barcos de arrastre en las aguas conflictivas; el resultado fueron la dos primeras guerras del Bacalao que duraron hasta 1973 cuando ambas partes llegaron a un acuerdo temporal sobre los límites pesqueros. Un mes antes de que expirara, en octubre de 1975, Islandia extendió el límite hasta las 200 millas náuticas (370 km). El fracaso para alcanzar un nuevo acuerdo dio origen en noviembre de 1975 a la tercera y más seria guerra del Bacalao.
En 1976, Islandia rompió temporalmente relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, lo que supuso la primera ruptura diplomática entre dos países pertenecientes a la OTAN. Al final los británicos aceptaron el nuevo límite y la retirada de sus barcos de arrastre en diciembre de 1976 tras largas negociaciones.
El problema económico islandés más grave ha sido la inflación derivada de los altos salarios y la fluctuación de los precios del pescado en el mercado mundial. Desde comienzos de la década de 1980 alcanzó una tasa anual del 38% anual, que forzó la devaluación de la corona islandesa y la introducción de una serie de medidas de austeridad. La inflación se redujo al 20% en el periodo 1985-1989. Hacia 1993, la inflación sólo alcanzaba un 4%. Los islandeses disfrutan de un nivel de vida que se encuentra entre los más altos del mundo. La política islandesa se ha caracterizado desde 1918 por los gobiernos de coalición. Las elecciones legislativas de 1991 dieron el triunfo a una coalición entre el Partido de la Independencia y el Partido Popular, que acordaron nombrar primer ministro al líder del primero, David Oddsson.
La presidenta islandesa, Vigdís Finnbogadóttir, la primera mujer en el mundo que se convirtió en jefe de Estado por sufragio universal, fue elegida por vez primera en la década de 1980. Se mantuvo en el cargo hasta junio de 1996, cuando unas nuevas elecciones presidenciales dieron la victoria a Ólafur Ragnar Grímsson, de la izquierdista Alianza Popular. En 2000, el Parlamento concedió un nuevo mandato a Grímsson, el cual fue reelegido en 2004 por los islandeses para permanecer en el cargo durante otros cuatro años.
En los comicios legislativos celebrados en mayo de 1999 la coalición gobernante de centro-derecha revalidó su mayoría. El conservador Partido de la Independencia, del primer ministro David Oddsson, obtuvo 26 escaños. En segundo lugar quedaron los socialdemócratas, con 17. De esta forma, Oddsson inició su tercer mandato consecutivo, pese a que el otro integrante de la coalición, el liberal Partido del Progreso, vio reducidos a 12 sus representantes en el Parlamento. Una vez expirada la legislatura, que se caracterizó por el crecimiento económico, en mayo de 2003 los islandeses volvieron a las urnas. Aunque con menor respaldo que cuatro años antes, la formación más votada fue de nuevo el Partido de la Independencia (22 diputados). Su socio gubernamental, el Partido del Progreso, conservó sus 12 escaños, lo que permitiría repetir la coalición saliente, con Oddsson al frente del ejecutivo, pese al incremento del voto socialdemócrata (20 escaños). En septiembre de 2004, Oddsson fue reemplazado por el líder del Partido del Progreso, Halldór Ásgrímsson, en virtud del acuerdo alcanzado por ambas formaciones para rotar la jefatura de gobierno.