Paises, banderas y mapas

Paises, Capitales y mucho más

martes, 10 de agosto de 2010

Túnez

Túnez o Tunicia (nombre oficial, Al-Jumhuriya at-Tunusiya, República de Túnez), república de África septentrional, que limita al norte y este con el mar Mediterráneo, al sur con Libia y al oeste con Argelia. Tiene 164.418 km² de superficie total.

La costa mediterránea de Túnez se caracteriza por sus numerosas radas y ensenadas, en especial en los golfos de Túnez, Hammamat y Gabes. El primero de ellos abarca las islas de Yerba (Jarbah) y Kerkena (Qarqannah). La longitud costera total es de unos 1.148 km.

En general, el clima mediterráneo prevalece en el norte del país mientras que, a medida que avanzamos hacia el sur, se hace cada vez más caluroso y seco. La temperatura en el norte alcanza un promedio en el mes de enero de 10,6 ºC, y en julio de 26,1 ºC. Las regiones septentrionales cuentan con una estación lluviosa entre octubre y mayo. El promedio de precipitaciones anuales es de unos 610 mm, pero este valor puede variar en gran medida de año en año y desciende en el sur de tal forma, que llega a ser sólo de 178 mm en el Sahara.

La flora de Túnez, en especial la de la región costera, es muy parecida a la del sur de Europa. Las fértiles y húmedas regiones del norte se caracterizan por ricos viñedos y densos bosques de robles, pinos y enebros. Más al sur, las condiciones de un clima semiárido, permiten la aparición de una vegetación de estepa en la que dominan los matojos, como el esparto, además de una enorme variedad de arbustos. En las regiones áridas del extremo meridional, las datileras crecen en los oasis. En cuanto a la fauna, destacan como especies predominantes la hiena, el jabalí, el chacal, la gacela y la liebre, aunque hay también una gran variedad de serpientes venenosas, como la cobra y la víbora cornuda.

A lo largo de la historia, un gran número de pueblos entre los que se encontraban los romanos, los vándalos y los árabes han invadido o al menos se asentaron en el espacio que hoy abarca Túnez. Los tunecinos sin embargo, son esencialmente bereberes, aunque algo menos del 2% habla la lengua bereber. Como resultado de la arabización, el pueblo tunecino se ha considerado siempre como parte integrante del mundo árabe.

La lengua oficial es el árabe, aunque el francés también se utiliza en la enseñanza. El islam es la religión oficial, profesada por más del 95% de la población; prácticamente todos los musulmanes de Túnez son suníes. Existe sólo un reducido número de católicos, judíos, griegos ortodoxos y protestantes.

La economía tunecina está dominada por la agricultura y la minería. El turismo es también una importante fuente de ingresos y la industria está en expansión. En 2006, el presupuesto nacional establecía 9.116 millones de dólares en ingresos y 8.919 millones de dólares en gastos generales; el producto interior bruto (PIB) de 30.298 millones de dólares (2006) supone una renta de 2.991,50 dólares por habitante.

La moneda es el dinar, dividido en 100 millimes (1,30 dinares equivalían en 2006 a un dólar estadounidense). El Banco Central de Túnez (fundado en 1958) es el responsable de la emisión de moneda.

Tras la Constitución de 1959, Túnez se declaró una república soberana, libre e independiente.
En los primeros años de su historia, la región conocida hoy como Túnez formó parte del territorio de Cartago (antigua véase Cartago). Según la tradición, los comerciantes fenicios, fundaron aquí la moderna ciudad de Cartago en el 814 a.C. al noreste de la actual Túnez. Durante los siglos posteriores, Cartago pasó a ser centro de un poderoso imperio que comprendía la mayor parte del norte de África, la parte meridional de la península Ibérica, Cerdeña y algunas zonas de Sicilia. A principios del 264 a.C. Cartago entró en guerra con Roma entonces en expansión, dando lugar a las Guerras Púnicas. En la tercera de ellas (149-146 a.C.), Roma venció a los cartagineses y destruyó totalmente su capital. Del siglo II a.C. al V d.C. la mayor parte de la región que hoy constituye Túnez, fue parte de la provincia romana llamada África.
Durante este último siglo, la tribu germánica de los vándalos cruzó el Mediterráneo después de haber atravesado la península Ibérica y se hizo con el control de la provincia. Tras un siglo de gobierno vándalo (desde el 430 hasta el 534), la región fue conquistada por el Imperio bizantino gracias a la labor del general Belisario.
En el siglo VII, la región del Magreb fue ocupada por los árabes, que introdujeron el islam. Su presencia se mantuvo hasta principios del XVI, periodo durante el que la cultura romano-cristiana se vio reemplazada por un modo de vida musulmán. A lo largo de la era musulmana, se sucedieron distintas dinastías en el poder, entre las que destacaron la de los aglabíes (800-909), los fatimíes (909-973) y los ziríes (siglo X). En la última fase del siglo XII, los normandos dirigidos por el rey siciliano Roger II, ocuparon durante algún tiempo unos cuantos puntos costeros importantes. Los árabes volvieron a ocupar la región en ese mismo siglo, y las dinastías de los almorávides, almohades (siglo XII) y hafsíes (1228-1574) se sucedieron en el poder.
La supremacía política árabe tocó a su fin a principios del siglo XV. En 1534, el pirata mediterráneo Barbarroja (Jayr ad-Din 1483-1546?) ocupó la ciudad de Túnez, pero fue expulsado por las fuerzas del emperador español Carlos I (V del Sacro Imperio Romano) en el año siguiente. La dominación española de Túnez, fue breve; en 1574, el Imperio otomano se hizo con la hegemonía de la región. Bajo su gobierno, el país conoció un periodo de relativa estabilidad hasta 1881. La administración imperial fue desarrollada por administradores nativos, conocidos desde 1705 como beys. El primero de ellos, al-Husayn ibn Alí (reinado 1705-1740), fundó la dinastía de los Husain, bajo cuyo gobierno el país consiguió un relativo grado de autonomía y una gran prosperidad.
La piratería fue una actividad que consiguió su florecimiento bajo los auspicios de la dinastía de los Husain. A finales del siglo XVII y principios del XVIII, un gran número de estados mediterráneos pagaban tributos de forma regular al gobierno tunecino para proteger de posibles ataques a sus flotas en el Mediterráneo. Esta situación cambió a comienzos del siglo XIX cuando la acción conjunta de varios países occidentales acabó con las bases corsarias de Túnez y de otras situadas a lo largo de la llamada costa de Berbería, al norte de África.
Como resultado de la pérdida de los ingresos procedentes de los actos de piratería, el gobierno de Túnez se vio envuelto en enormes deudas, a las que contribuyeron las incontroladas extravagancias personales de los beys y los gastos para sofocar las frecuentes revueltas internas. Los principales acreedores de Túnez fueron Francia y Gran Bretaña quienes tenían ambiciones imperialistas en el norte de África. En 1830, Francia conquistó y anexionó Argelia. En el Congreso de Berlín de 1878, Francia permitió a Gran Bretaña ocupar la isla mediterránea de Chipre a cambio de ver reconocidos sus intereses en Túnez. En 1881, el ejército francés ocupó el país con el fin de subyugar a las tribus que dificultaban la presencia francesa en Argelia. El 12 de mayo de 1881, el bey regente firmó el Tratado de Kasser Said (conocido como el Tratado de Bardo) por el cual Túnez pasaba a estar bajo protectorado francés. En 1883 ambos países firmaron la Convención de Marsa.
La presencia francesa en Túnez trajo una serie de importantes cambios sociales y políticos. Tras 1884, un general francés residente en el país gobernaría en nombre del bey. Numerosos colonos llegaron a la región costera septentrional ocupando los principales cargos administrativos y controlando las más destacadas actividades económicas, al tiempo que ejercían una fuerte influencia cultural.
A principios de la década de 1900, la amplia difusión en Túnez de los ideales democráticos europeos permitió la aparición de los Jóvenes Tunecinos, un movimiento que demandaba la independencia del país. Durante muchas décadas las autoridades francesas reprimieron este tipo de movimientos patrióticos. No obstante, en 1920 se unieron varios grupos nacionalistas para formar el Partido Constitucional, o Destur, que proclamaba reformas democráticas a gran escala. Este movimiento quedó desmantelado en 1925, aunque revivió durante la depresión económica de la década de 1930. En 1934, el llamado Neo-Destur o Partido de la Nueva Constitución, quedó organizado gracias al papel que desarrolló el dirigente tunecino Habib Burguiba. En contraste con el Destur, de tendencia más moderada y cuya actividad se desarrollaba sólo dentro del país, el Partido Neo-Destur recibió la ayuda de grupos izquierdistas franceses y entró en contacto con nacionalistas de Marruecos y Argelia. Ambos partidos fueron ilegalizados en 1938.
Las autoridades coloniales francesas de Túnez cooperaron de forma activa con el gobierno de Vichy, que se estableció en Francia tras la capitulación ante Alemania el 22 de junio de 1940, durante la II Guerra Mundial. Túnez fue escenario de importantes operaciones militares. En noviembre de 1942 las fuerzas aliadas desembarcaron en las costas de Argelia y Marruecos. Alemania destinó tropas y tanques a las regiones meridionales de Túnez para intentar frenar el avance aliado. Tras meses de lucha, las fuerzas aliadas inmovilizaron a los alemanes en la península del Cabo Bon, y el 12 de mayo de 1943 capitularon, lo que supuso la derrota de las potencias del Eje en el norte de África. El 15 de mayo, los aliados transfirieron el control de Túnez a la Francia liberada. Acto seguido, las autoridades francesas detuvieron a cientos de simpatizantes del gobierno de Vichy y depusieron al bey por colaboracionista. Estas acciones provocaron un marcado resentimiento entre los tunecinos, preparándose el camino para una renovada agitación nacionalista durante la posguerra.
En 1945, Francia obligó a Burguiba a refugiarse en El Cairo y al año siguiente, se establecía en Túnez un régimen semiautónomo asociado a la Unión Francesa. En agosto de 1947 se permitió que el general francés residente en el país formara un gabinete compuesto principalmente por tunecinos. En septiembre de 1949, Burguiba volvía del exilio y reanudaba su campaña para conseguir la independencia tunecina. En 1951 Francia, en respuesta a este resurgimiento nacionalista, amplió el número de cargos administrativos y servicios civiles para los tunecinos. Al año siguiente, los ministros tunecinos intentaron que sus quejas contra los franceses llegaran al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero no lo consiguieron; mientras tanto, y sobre todo en la región norte, se sucedían continuos tumultos y manifestaciones políticas haciendo que la posición de Francia en Túnez fuera cada vez más insostenible. Los disturbios se prolongaron hasta la primera mitad de 1954, momento en que los franceses hicieron repetidas ofertas de reformas limitadas, sin resultado alguno.
Las revueltas contra los franceses fueron particularmente violentas a finales de julio de 1954. El 31 de julio, el primer ministro francés Pierre Mendès-France, viajó a Túnez con la intención de llegar a acuerdos para establecer la paz; para ello prometió ampliar la autonomía interna, estableciendo un gobierno compuesto por tunecinos. Esta propuesta fue aceptable para los líderes nacionalistas, en especial para Burguiba, y así se suspendieron las revueltas populares. Tras esto, siguieron largas negociaciones y el 3 de junio de 1955, el primer ministro tunecino Tahar ben Ammar y el primer ministro francés Edgar Faure firmaron una serie de acuerdos que permitieron aumentar el autogobierno tunecino. Francia, no obstante, mantuvo el control de la política exterior y defensa del país; el 17 de septiembre se instauró el primer ministerio compuesto exclusivamente por tunecinos después de 74 años de presencia francesa. Muchos nacionalistas se opusieron de forma activa a este nuevo régimen y presionaron para tener una mayor independencia de Francia. El 30 de marzo de 1956 se firmó un acuerdo en París que revocaba el Tratado de Bardo de 1881, y reconocía la soberanía de Túnez, permitiendo el establecimiento de una monarquía constitucional bajo el bey de Túnez. El 25 de marzo de ese mismo año se celebraron las primeras elecciones legislativas de la historia del país, en las que el Partido Neo-Destur obtuvo la victoria. El 8 de abril, Burguiba era elegido presidente de la primera Asamblea Nacional y, unos días después era nombrado primer ministro. La Asamblea adoptó una Constitución que transfería a la misma el poder legislativo ejercido hasta entonces por el bey. El 12 de noviembre de 1956 Túnez fue admitida como miembro de las Naciones Unidas.
El 5 de mayo de 1957, el Partido Neo-Destur volvía a demostrar su fuerza política al obtener casi el 90% de los votos escrutados en las elecciones municipales. En estos comicios, las mujeres votaron por primera vez.

El 25 de julio de 1957, la Asamblea Nacional echó abajo los últimos vestigios de la monarquía deponiendo al bey, proclamando la República y eligiendo a Burguiba como presidente; el 5 de agosto, todas las propiedades y fondos monetarios del bey eran confiscados por el gobierno para sufragar parte de la deuda interna estimada en 3.840.000 dólares. En los meses sucesivos se despidió a un gran número de funcionarios franceses, lo que provocó que casi un tercio de los franceses residentes en Túnez, bajo la amenaza de represalias posteriores, abandonaran el país llevándose consigo cuantiosos capitales.
Las relaciones con Francia se deterioraron durante el verano siguiente y el otoño de 1957, como resultado de los enfrentamientos que tuvieron lugar entre las tropas tunecinas y francesas, a lo largo de la frontera con Argelia, iniciados cuando las tropas francesas cruzaron la frontera tunecina en persecución de nacionalistas argelinos.
En los primeros meses de 1958, la tensión aumentó cuando las Fuerzas Aéreas francesas sobrevolaron la frontera argelina y bombardearon la ciudad tunecina de Sakiet-Sidi-Youssef (hoy Saqiyta Sidi Yusuf), matando a 68 personas e hiriendo a más de cien.
El 1 de octubre Túnez pasaba a formar parte de la Liga Árabe, aunque el 15 del mismo mes daría por finalizadas sus relaciones diplomáticas con Egipto (entonces República Árabe Unida). En noviembre, Túnez renunciaba a su compromiso con la Liga.
En 1959 las relaciones con Francia mejoraron; en abril ambos países firmaron un acuerdo por el que Francia prestaría apoyo técnico a Túnez que, por su parte, en 1960, accedió a pagar parte del dinero estipulado por las tierras confiscadas a los ciudadanos franceses; Francia pagaría el resto. El 1 de junio de 1959 se promulgó una nueva Constitución y el 8 de noviembre se celebraron las primeras elecciones constitucionales. Burguiba fue reelegido presidente sin contar con oposición alguna y el Partido Neo-Destur obtuvo todos los escaños de la Asamblea Nacional.
La situación empeoró nuevamente cuando Francia rechazó la petición tunecina de evacuar de forma inmediata la base naval de Bizerta, por lo que en julio de 1961 las tropas tunecinas comenzaron a sitiar la base. Durante los dos días posteriores, las fuerzas francesas rompieron el bloqueo, cercaron la ciudad y acabaron con la vida de 1.300 tunecinos. Ambas partes aceptaron el alto el fuego establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 22 de julio; al mes siguiente, la Asamblea General de la ONU solicitaba a Francia que abandonara Bizerta. Poco después ambos países se retiraron a las posiciones tomadas antes de que estallara el conflicto iniciando las negociaciones que concluyeron con la salida de Francia de Bizerta en octubre de 1963.
Durante 1963 y 1964 Túnez desarrolló una postura de cooperación económica y política con los restantes países del norte de África. Los enfrentamientos fronterizos con Argelia se dieron por finalizados y se fijó un marco de cooperación técnica; también mejoraron las relaciones con Marruecos. Durante 1965 y 1966 Túnez apoyó el establecimiento del Comité Consultivo Permanente del Magreb que intentaba conseguir una mayor cooperación regional en la zona.
Mientras tanto, el país tendió a estrechar sus lazos con otros países árabes, especialmente con Egipto. En mayo de 1964, la Asamblea Nacional decretó la expropiación de todas las tierras de propiedad extranjera, en concreto de unas 300.000 hectáreas pertenecientes a familias francesas. La reacción de Francia fue la cancelación inmediata de la ayuda financiera a Túnez, lo cual dejó sumergido al país en una profunda crisis económica.
Esta nacionalización del suelo vino acompañada de un programa de colectivización socialista. Durante las elecciones de noviembre de 1964 el programa de socialismo tunecino fue adoptado por el Partido Neo-Destur que cambió su nombre por el de Partido Socialista Desturiano. En esas elecciones el presidente Burguiba, único candidato, obtuvo el 96% de los votos, mientras que el partido obtuvo los 90 escaños de la Asamblea Nacional. En abril de 1965 las fuertes relaciones con el mundo árabe se deterioraron cuando Burguiba propuso un acuerdo entre los estados árabes e Israel sobre la resolución de las Naciones Unidas de 1947, acuerdo que fue rechazado tanto por Israel, como por la mayoría de los estados árabes representados por Egipto. De nuevo empeoraron las relaciones con Egipto y Túnez empezó a no tomar en consideración las resoluciones de la Liga Árabe.
En 1966 se consiguió un acercamiento entre Túnez y Arabia Saudí, pero se mantuvieron las diferencias con Egipto. En la guerra del Yemen, Túnez apoyó las reivindicaciones de Arabia Saudí.
Cuando en junio de 1967 estalló la guerra de los Seis Días, Túnez prestó ayuda incondicional a la causa árabe, lo que facilitó la restauración de las relaciones con Egipto.
Burguiba fue reelegido por tercera vez en noviembre de 1969. En diciembre, la Asamblea Nacional aprobó una enmienda constitucional, por la que el presidente podría nombrar un primer ministro que asumiera la presidencia en caso de muerte o discapacidad del primero. Esta iniciativa pretendía asegurar la continuación de la política practicada por Burguiba, tanto para asuntos internos como externos. En marzo de 1975, fue nombrado presidente vitalicio 'en reconocimiento de los servicios prestados'.
A principios de la década de 1970, Túnez desarrolló una política exterior pacificadora, sobre todo en todo lo que atañía a sus recursos petrolíferos, para favorecer su desarrollo económico. Las relaciones con Francia y China mejoraron de forma considerable, pero Burguiba expresó su desconfianza ante las intenciones estadounidenses y soviéticas en el Oriente Próximo. En 1982, Túnez dio refugio al líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat y a cientos de partidarios que habían sido obligados a abandonar Líbano. Las revueltas internas de principios de 1984 exigieron que Burguiba anulara el aumento de los precios de los productos básicos. Las relaciones con Libia se endurecieron en 1985, después de que este último país expulsara a más de 30.000 trabajadores tunecinos. Un año más tarde, un ataque aéreo israelí destruía por completo la sede de la OLP, cerca de Túnez.
En noviembre de 1987, el general y primer ministro, Zine el-Abidine ben Alí, motivó la renuncia de Burguiba por el supuesto precario estado de salud del jefe del Estado, y asumió la presidencia permitiendo una liberalización del régimen: se suspendieron las actividades de la policía secreta, legalizaron la mayoría de los partidos políticos, numerosos presos políticos fueron puestos en libertad y se levantaron las restricciones de prensa. Aunque muchos de los partidos participaron en las elecciones de abril de 1989 (las primeras elecciones libres de Túnez desde 1956), el partido de la Agrupación Constitucional Democrática (RCD, en sus siglas en francés, heredero del Socialista Desturiano) obtuvo los 141 escaños de la Asamblea Nacional y Ben Alí fue elegido presidente sin contar con oposición alguna. A principios de la década de 1990, tomó enérgicas medidas contra los integristas musulmanes, que también afectaron a otras organizaciones que demandaban una mayor apertura democrática. Sin embargo, la opinión pública, atemorizada por el islamismo argelino, parecía apoyar esta política de fuerza; así, en las elecciones locales de 1995 la RCD obtuvo un claro triunfo.
El 24 de octubre de 1999, Ben Alí fue reelegido presidente con el 99,44% de los votos emitidos, en tanto que su partido, la RCD, logró 148 de los 182 escaños parlamentarios disputados en las elecciones legislativas que tuvieron lugar ese mismo día. El 26 de mayo de 2002 se celebró un referéndum en el que el 99% de los votantes dio el “sí” a una reforma constitucional promovida por el gobierno de Ben Alí y que afectaba prácticamente a la mitad del articulado de la carta magna. La reforma elevaba de tres a cinco el número de mandatos permitidos a un mismo presidente, lo que dejaría a Ben Alí optar a un cuarto y un quinto, y le otorgaba inmunidad penal vitalicia. También preveía la creación de una cámara alta. Así, Ben Alí fue nuevamente reelegido (con el 94,5% de los votos) en los comicios presidenciales del 24 de octubre de 2004, mientras que en los legislativos que tuvieron lugar ese mismo día, la RCD repitió mayoría absoluta en el Parlamento con 152 escaños.